Los cielos proclaman
Recopilación
Desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa. Romanos 1:20[1]
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Hace muchísimos años, Sir Isaac Newton construyó una maqueta a escala del Sistema Solar. En su centro tenía una gruesa esfera dorada que representaba el sol, y a su alrededor giraban otras esferas más pequeñas en el extremo de varillas de diversa longitud, las cuales representaban los diferentes planetas entonces conocidos. Un dispositivo formado por ruedas dentadas y correas de transmisión los hacía girar perfectamente sincronizados alrededor del sol. Cierto día, mientras Newton se encontraba estudiando el modelo, lo visitó un amigo que no creía en la explicación bíblica de la creación. Maravillado por tan genial mecanismo, mientras observaba cómo el científico hacía que las esferas celestiales avanzaran en sus órbitas, exclamó:
—¡Pero qué belleza! ¿Quién te lo construyó?
—Nadie —repuso Newton sin levantar la mirada.
—¿Cómo que nadie? —preguntó el amigo.
—¡Eso mismo! ¡Nadie! Todas estas ruedas, correas y mecanismos se juntaron por azar, y como por arte de magia comenzaron a girar en su órbita a la velocidad precisa.
El incrédulo captó el mensaje. Era una insensatez suponer que la maqueta había surgido de forma accidental. Más insensato todavía era aceptar la teoría de que la Tierra y el universo infinito son obra de la casualidad. Richard W. de Haan
Fe probatoria
¿Dónde estabas tú cuando Yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia. Job 38:4[2]
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Hay pruebas que demuestran lo razonable que es tener fe en Dios y en Su existencia. Sin embargo, Su existencia no puede demostrarse científicamente. La Biblia enseña que la gente debe creer que Dios existe[3]. Creer en la existencia de Dios no se basa en la fe mezclada con emoción. La gente puede saber que Dios existe. Ese conocimiento se basa en una revelación clara y certera. Por otro lado, creer en la existencia de Dios es mucho más razonable que negarla. Los ateos afirman ser científicos y razonables al negar la existencia de Dios. Sin embargo, se puede ver que no son científicos ni razonables. Los ateos no han probado matemáticamente, ni por un experimento científico, que Dios no existe. En primer lugar, el hecho de que Dios es un Espíritu[4] hace que ese enfoque sea imposible.
No poder probar ni desmentir la existencia de Dios por medio de un experimento científico solo puede ser un argumento contra la materialidad de Dios, no contra Su existencia. No hay nada en el mundo físico que puede rebatir la existencia de un ser espiritual. A fin de refutar la existencia de Dios, la gente tendría que estar presente en todas partes y saberlo todo. Si alguien tuviera esa capacidad, demostraría que es Dios, pues la posesión de esas facultades es un atributo de Dios.
La fe se basa en las pruebas. La gente puede saber que Dios existe, pues las pruebas indican Su existencia. W. D. Jeffcoat
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Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento despliega la destreza de Sus manos. Día tras día no cesan de hablar; noche tras noche lo dan a conocer. Hablan sin sonidos ni palabras; su voz jamás se oye. Sin embargo, su mensaje se ha difundido por toda la tierra y sus palabras, por todo el mundo. Dios preparó un hogar para el sol en los cielos, y este irrumpe como un novio radiante luego de su boda. Se alegra como un gran atleta, ansioso por correr la carrera. Salmo 19:1–5[5]
La declaración de Dios
Cuando el Salmo 19:1 nos dice que «los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de Sus manos», ¿a qué cielos se refiere? No solo habla de la atmósfera, sino del sol, la luna, las estrellas y las constelaciones. Todos ellos cuentan la gloria de Dios. Glorifican al Señor, ¡demuestran lo grande y maravilloso que es! ¡Los cielos hacen una declaración! Es decir, los cielos muestran la gloria de Dios; son testigos fieles de la gloria de Dios.
A continuación, el salmo dice: «Un día emite palabra a otro día y una noche a otra noche declara sabiduría». Los cielos declaran la gloria de Dios, así que lo glorifican, porque son Su creación y demuestran que Dios los creó. Además, demuestran el conocimiento de Dios, la manera en que organizó todo con tanta complejidad.
En Romanos 1, el apóstol Pablo dice que la obra de Dios, Su creación, declara: «Lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él —las cosas invisibles de Dios, o sea, el hecho de que Dios existe, aunque no podamos verlo—, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo».
Dicho de otro modo, a partir de la creación del mundo, al mirar la creación física, se ve que tiene que haber un Creador. «Las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa»[6].
Así que para todo el que tenga una mente abierta y esté dispuesto a aceptarlo, toda la creación de Dios nos dice que Él existe. Al mirar la hermosa creación que nos rodea, no nos cabe duda de que Dios existe. Es la mayor prueba de Su existencia.
Toda Su creación habla. Se puede decir que el planeta en su totalidad grita: «Hay un Dios afectuoso que te ama, que te creó y creó el mundo entero para que lo disfrutaras, ¡y que quiere que lo ames!» Así que «No hay idioma ni lenguaje donde no es oída su voz»[7].
Dondequiera que hay habla y lenguaje, dondequiera que hay gente, ésta debería poder oír el habla y el lenguaje de la Creación de Dios, que anuncia que Él existe y que nos ama. David Brandt Berg
¿Por qué hay algo en vez de nada?
G. W. F. Leibniz escribió: «La primera pregunta que, acertadamente, debe hacerse es: “¿Por qué hay algo en vez de nada?”» Esa pregunta parece tener una gran fuerza existencial que ha sido percibida por algunos de los grandes pensadores. Según Aristóteles, la filosofía empieza con la capacidad de maravillarse acerca del mundo, y la pregunta más profunda que un hombre puede hacerse tiene que ver con el origen del universo. En su biografía de Ludwig Wittgenstein, Norman Malcolm informa que Wittgenstein dijo que a veces tenía una experiencia que podía describirse mejor de esta manera: «cuando la tengo, me asombra la existencia del mundo. Luego, quiero decir algo como “¡qué maravilla que exista algo!”» Asimismo, un filósofo contemporáneo comenta: «A menudo mi mente da vueltas. Pienso en el inmenso significado que tiene para mí esa pregunta. El hecho de que exista algo me parece lo más asombroso». William Lane Craig
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La ciencia apoya la idea de que el universo tuvo un principio y que lo creó algo independiente. La bien aceptada creencia científica del origen del universo y su expansión y la segunda ley de la termodinámica (la energía tiende a extenderse) apoyan que el universo empezó de la nada. ¡Eso suena muy parecido a lo que dice Génesis 1:1! Las probabilidades de que algo surja literalmente de la nada son nulas, ni más ni menos. Ser no puede provenir de no ser; eso no tiene ninguna posibilidad. Hasta David Hume, que era escéptico, calificó eso de absurdo, diciendo que era una imposibilidad metafísica. Paul Copan
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Lord Kelvin (1824-1907), inventor británico que definió la escala absoluta de temperatura, conocido también por su trabajo para instalar el primer cable transatlántico y por formular la segunda ley de la termodinámica, puntualizó: «Ciertamente el inicio de la vida en la Tierra no se debe a ningún fenómeno químico o eléctrico, ni a ninguna agrupación cristalina de moléculas. Debemos detenernos a contemplar cara a cara el misterio y el milagro de la creación de los seres vivientes».
Para mí la fe tiene su origen en la comprensión de que una Inteligencia Suprema creó el universo e hizo al hombre. No me resulta difícil tener esa fe, pues no se puede disputar que todo plan es fruto de la inteligencia. Un universo que se presenta pleno de orden acredita la autenticidad de la afirmación más majestuosa que se haya hecho jamás: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Dr. Arthur Compton (1892-1962), ganador del Premio Nobel de Física
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Lo más sorprendente que Dios ha hecho para demostrarnos Su existencia es cuando atravesó el velo entre el Cielo y la Tierra y vino a vivir entre nosotros como un ser humano. Sue Bohlin
Publicado en Áncora en mayo de 2016.
[1] NBLH.
[2] NBLH.
[3] Hebreos 11:6.
[4] Juan 4:24.
[5] NTV.
[6] Romanos 1:19-20.
[7] Salmo 19:3 JBS.
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