La venida del Hijo del hombre
Peter Amsterdam
[The Coming of the Son of Man]
En la primera mitad de Mateo 24, Jesús predijo la destrucción del templo judío, habló de que le sobrevendría tribulación a la gente de Judea cuando los romanos destruyeran el templo y la ciudad de Jerusalén (Mateo 24:21,22).
Luego Jesús procedió a instruir a Sus discípulos sobre Su futuro regreso: «Porque igual que el relámpago sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre» (Mateo 24:27). Este versículo deja claro que Su regreso no sería secreto; sino que la venida del Hijo del hombre será tan evidente como un relámpago que ilumina el cielo, y todo el mundo lo verá.
Jesús continuó diciendo: «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas» (Mateo 24:29).
Las palabras de Jesús en este versículo constituyen un calco en este (y otro) pasaje del Antiguo Testamento. «He aquí el día del Señor viene: día terrible, de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; el sol se oscurecerá al nacer y la luna no dará su resplandor» (Isaías 13:9,10).
Jesús añade: «Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y todas las tribus de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria» (Mateo 24:30).
El evangelio de Mateo observa el efecto que tendrá en la población de la Tierra la venida del Hijo del hombre: «Harán lamentación». Su regreso no será motivo de alegría para todos. Las personas se darán cuenta de que el retorno de Jesús lo cambia todo y pone fin a la vida tal como la conocían. Su segunda venida no será como la primera, cuando llegó a la Tierra, y nació como un bebé. La próxima vez vendrá con poder y gran gloria, expresión que se refiere a la majestuosa apariencia de un rey.
«Enviará Sus ángeles con gran voz de trompeta y juntarán a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro» (Mateo 24:31). Al aparecer el Rey, se juntará a los que son Suyos, a los que lo hayan recibido y hayan creído en Él. El hecho de que se juntará «a Sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro», deja bien claro que ningún creyente se quedará atrás. No faltará ninguno.
El apóstol Pablo también menciona que enviará Sus ángeles con gran sonido de trompeta: «Os digo un misterio: No todos moriremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados» (1 Corintios 15:51,52).
Jesús añade: «De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas» (Mateo 24:32,33). De la misma manera que la aparición de retoños en una higuera indica que se acerca el verano, cuando los creyentes vean que se producen los sucesos mencionados por Jesús, como los que describe en el versículo 29, deben entender que Su regreso es inminente.
«De cierto os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca» (Mateo 24:34). Si bien los biblistas han propuesto diversas maneras de interpretar cuál es «esta generación», está claro que Jesús aquí se refiere a la generación que estará viva cuando Él regrese.
«El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35). Si bien el cielo y la tierra han perdurado generación tras generación, llegará el día en que pasarán; en cambio las palabras de Jesús permanecerán para siempre. Lo que dijo se hará realidad con toda certeza.
Jesús agregó: «Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo Mi Padre» (Mateo 24:36). A lo largo de la Historia ha habido muchas predicciones sobre la fecha del retorno de Jesús. Ninguna se ha cumplido, lo cual tiene sentido, dado que Jesús dijo claramente que el día de Su regreso nadie lo sabe, solo el Padre. Algunos se preguntarán cómo es que Jesús no sabía el día ni la hora en que pasarían el cielo y la tierra si Él, al igual que el Padre, es Dios. Eso es un misterio que tiene que ver con los mecanismos internos de la Trinidad y escapa a nuestro conocimiento (Isaías 55:8,9).
En Mateo 24 Jesús continúa diciendo: «Pero como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre, pues como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre» (Mateo 24:37–39).
Se nos dice que el regreso de Jesús será repentino, sin previo aviso. Quienes vivan en ese momento estarán realizando sus tareas cotidianas habituales. «Entonces estarán dos en el campo: uno será tomado y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino: una será tomada y la otra será dejada» (Mateo 24:40,41).
Esos ejemplos de personas que estarán realizando sus actividades y quehaceres diarios cuando regrese Jesús ponen de manifiesto la importancia de estar preparados. En ambos casos se produce una división, una separación entre las personas. Los que hayan tomado la decisión de creer en Cristo estarán para siempre con Él, mientras que los que hayan optado deliberadamente por rechazarlo y prescindir de Dios se encontrarán con que se respeta su decisión y quedan permanentemente separados de Él.
«Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor» (Mateo 24:42). Dado que es seguro que Jesús volverá, Él pide a Sus seguidores que vivan en un estado de continua preparación para ese momento, cuando sea que ocurra. «Pero sabed esto, que si el padre de familia supiera a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no lo dejaría entrar en su casa» (Mateo 24:43).
Esta ilustración se emplea en el Nuevo Testamento para dejar claro que Jesús volverá de manera inesperada y que los creyentes —lo que incluye los cristianos de la actualidad— deberían vivir en un estado de continua preparación. Por ejemplo, el apóstol Pablo escribió: «Vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche. […] Vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón» (1 Tesalonicenses 5:2–4).
Jesús siguió diciendo: «¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes lo pondrá» (Mateo 24:45–47).
Jesús deja el tema de la espera vigilante y pasa a contar la parábola del siervo fiel y prudente. En una casa con numerosos sirvientes, uno de ellos es colocado en un cargo de responsabilidad. Entre otras cosas, debe asegurarse de que en la casa todos coman. El servidor cumple diligentemente su obligación. No sabe cuándo regresará el patrón, pero eso no le importa: se concentra en desempeñar fielmente su función. Cuando regrese el amo, el sirviente recibirá bendiciones, y el amo lo premiará poniéndolo a cargo de todo lo que posee.
La recompensa por haberlo servido fielmente será la oportunidad de servirlo en un puesto de aún mayor responsabilidad, lo que entonces se compara con la del siervo malo. «Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”, y comienza a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos…» (Mateo 24:48,49).
Tal como Jesús señaló, hay otro desenlace posible al presentar el caso hipotético de un «siervo malo», que no tiene la fortaleza moral del primero. En ausencia del patrón, sabe que no tendrá que rendir cuentas a nadie durante un tiempo, lo que ve como una oportunidad de ser egoísta e irresponsable. Y así se revela su verdadero carácter, pues aprovecha su autoridad temporal para golpear a sus consiervos y comer y beber con borrachos.
«Vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes» (Mateo 24:50,51). La expresión «crujir de dientes» aparece numerosas veces en el Evangelio de Mateo; representa el dolor, la aflicción, la angustia y el sufrimiento de los que pasen a la otra vida sin una relación salvadora con Dios.El siervo malo pierde de vista que el patrón regresará, y tendrá de rendir cuentas de lo que hizo.
El hecho de que el amo estuviera fuera más tiempo del que preveía el sirviente no significaba que nunca fuera a volver. Igualmente, aunque puede parecer que el regreso del Hijo del hombre se ha atrasado, no es que no vaya a volver. Tal como Jesús dijo antes en este mismo capítulo: «También vosotros estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis» (Mateo 24:44).
Desde Su ascensión al Cielo, los creyentes han aguardado Su retorno. Durante dos milenios, los cristianos han estado viviendo y pasando al otro mundo para reunirse con el Señor. Cuando Jesús regrese, los que estén vivos en la Tierra en ese momento presenciarán Su segunda venida, y en 1 Tesalonicenses dice que los que ya hayan muerto volverán con Él. (1 Tesalonicenses 4:14).
Si bien el regreso de Jesús es un elemento fundamental de nuestra fe cristiana, es posible que, al igual que todos los cristianos que nos han precedido, no estemos en la Tierra cuando eso suceda. Por consiguiente, aunque los acontecimientos que conducen a Su regreso sean importantes, más importante aún es nuestra manera de vivir mientras estamos en la Tierra. Se nos manda amar al prójimo, dar a conocer el evangelio y esmerarnos en vivir las enseñanzas de Jesús y atraer a otros a Él por medio de nuestros actos. Procuremos todos seguir el ejemplo de quien dio la vida por nosotros.
Publicado por primera vez en marzo de 2013. Adaptado y publicado de nuevo en agosto de 2024.
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