La primera Navidad: quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo
Lori Lynch
[The First Christmas: Who, What, When, Where, Why, and How]
Lo que la Navidad conmemora es fundamental para la fe cristiana. Al mismo tiempo, no es solo para cristianos, occidentales, o vendedores que quieren ganar unos cuantos dólares más. Nos afecta a todos en todo el planeta, y entender lo que significa puede cambiar radicalmente la forma en que vivimos y vemos la vida.
Para entender la historia de la primera Navidad, es importante conocer un poco de información de fondo.
El relato se inicia cuando Dios crea todo. La Biblia dice que Él hizo la tierra, las plantas, los árboles, el sol y la luna, los animales y los seres humanos. (V. Génesis 1.) También nos dice que Él creó ángeles, seres celestiales que cumplen Su voluntad en el mundo invisible del espíritu (Colosenses 1:15–16). Todo era perfecto. Nadie pecaba ni hacía el mal.
Desafortunadamente, Lucifer, uno de los ángeles que Dios creó, se rebeló contra Dios porque quería ser Dios él mismo (Isaías 14:12–14). Se convirtió en el Diablo (también conocido como Satanás) y se ocupó en tratar de arruinar la obra y el plan de Dios. Engañó a los dos primeros humanos que Dios creó, Adán y Eva, para que permitieran que el pecado entrara en el mundo. La humanidad e incluso la creación misma cambiaron. Se produjo una división entre Dios y la humanidad, ya que Dios es perfecto y los humanos ya no lo eran.
Dios, sin embargo, ya sabía que eso sucedería. Incluso mientras castigaba a Adán y Eva por su desobediencia, dijo que un redentor o salvador vendría un día a deshacer las consecuencias de sus acciones. (V. Génesis 3.)
Miles de años después, Dios habló a un hombre llamado Abraham1 y les pidió a él y a sus descendientes que solo lo adoraran a Él. Se trataba de un concepto radical en un momento en que las personas adoraban una variedad de objetos animados e inanimados. Pero Abraham permaneció fiel al único Dios verdadero. Sus descendientes, los israelitas, finalmente se establecieron en la tierra que ahora llamamos Israel. (V. Génesis 11:27–25:11.) Los israelitas obedecían a Dios a veces y otras lo desobedecían; aun así, mantenían registros de los mensajes que Dios daba a los profetas, que eran personas llenas del Espíritu de Dios y que escribían lo que Dios les decía. Esos mensajes incluyen «indicios» sobre cómo sería el Salvador venidero. Un profeta predijo que el Salvador nacería en Belén, un pequeño pueblo de Israel (Miqueas 5:2). Otro dijo que su madre sería una virgen (Isaías 7:14) y que predicaría buenas nuevas a los pobres, que liberaría a los cautivos y sanaría a los enfermos (Isaías 61:1).
Alrededor del 4 a. C., Dios finalmente puso Su plan en acción. Envió a uno de Sus ángeles a una joven llamada María. Ella era virgen pero estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José. El ángel, llamado Gabriel, le dijo a María que quedaría embarazada inmediatamente y tendría un hijo. El ángel explicó que su hijo, Jesús, sería el hijo de Dios y salvaría a las personas de sus pecados. El prometido de María, José, estaba molesto y confundido cuando descubrió que María estaba embarazada, ya que sabía que él no era el padre, pero Dios envió un ángel para hablar con él y decirle que el bebé fue concebido por Dios mismo. José respiró aliviado y se casó con María como el ángel le había mandado. (Véase Lucas 1:26–35, Mateo 1:18–25.)
José y María vivían en una ciudad llamada Nazaret, en el norte de Israel. La mayoría de las personas rara vez viajaban en esa época. Pero, el emperador ordenó que todos regresaran a su lugar de origen para realizar un censo que asegurara que cada persona en su reino estuviera pagando impuestos. José, cuya familia era originaria de Belén, viajó de regreso a esa ciudad con su esposa, María. Una vez que llegaron, no pudieron encontrar un lugar para quedarse. La cultura popular suele representar a la pareja siendo rechazada de varias posadas antes de encontrar refugio en un establo remoto; sin embargo, Belén era tan pequeña que lo más probable es que ni siquiera tuviera posadas. Los cálculos varían, pero los expertos dicen que el pueblo solo tenía unos 760 metros cuadrados y no tenía más de 3000 habitantes2. Es probable que los parientes acogieran a la pareja, pero no tenían espacio para ofrecerles una habitación. Más bien, José y María se alojaron en un espacio al lado de la sala principal de la casa donde los animales se guardaban por la noche3. Jesús llegó al mundo en ese establo.
La Biblia nos dice entonces que un ángel se le apareció a un grupo de pastores que estaban cuidando ovejas en una colina cercana. Los pastores estaban aterrados, pero el ángel les dijo que no tuvieran miedo. «El Salvador del mundo ha nacido esta noche», proclamó el ángel, diciéndole a los pastores que encontrarían a Jesús envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Los pastores fueron entonces a Belén en busca de Jesús. Cuando lo encontraron, lo adoraron y luego contaron a todo el pueblo lo que habían oído y visto esa noche. La gente estaba asombrada, pero no hay constancia de que nadie más en el pueblo saliera a ver a Jesús por sí mismo. (Véase Lucas 2:1–20.)
Sin embargo, un grupo de hombres que vivían fuera de Israel visitó a Jesús después de Su nacimiento. Los tres reyes, o tres magos como también se les conoce, a menudo se representan como parte de la escena del pesebre. Pero es probable que transcurriera algo de tiempo —lo que muchos académicos creen que podrían ser hasta dos años— antes de que llegaran los reyes magos. La Biblia nos dice que ellos vieron una estrella inusual en el cielo cuando Jesús nació. Como muchas personas de esa época, creían que la extraordinaria «señal en los cielos» significaba algo; en este caso, el nacimiento de un nuevo rey de Israel. Por lo cual iniciaron un viaje para verlo. En algún momento del viaje, o quizás incluso antes, se dieron cuenta de que no solo iban a ver a la realeza. La Biblia nos dice que al final del viaje, cuando la estrella apareció directamente sobre la casa en la que José y María se estaban quedando, los reyes magos no solo le dieron regalos a Jesús, sino que también lo adoraron. (Véase Mateo 2:1–12.)
Hay muchos aspectos del relato de la Navidad que pueden parecer fantásticos. Ángeles, estrellas inusuales y que una virgen dé a luz un bebé desde luego no son acontecimiento comunes. Pero la evidencia histórica fuera de la Biblia nos dice que Jesús fue una persona real que vivió en el primer siglo4. Más aún, Su misión tiene perfecto sentido cuando entendemos el contexto original. Dios es justo, santo y perfecto, pero también misericordioso. La Biblia nos dice que Él es el amor (1 Juan 4:8). Él no puede aceptar el pecado en Su presencia pero quería cerrar la brecha entre nosotros y Él. No quiere que suframos el castigo por nuestros pecados, aunque lo merezcamos. Por eso vino Jesús a la tierra. Jesús vivió una vida perfecta, y Su muerte pagó el precio por nuestros pecados. Por eso, miles de millones de personas en todo el mundo, el 25 de diciembre, celebran el hecho de que «un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. […] Y se llamará Su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz» (Isaías 9:6).
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