La grandeza a los ojos de Dios
Recopilación
¿Cuál es la definición de grandeza?
En el éxito de ventas La vida con propósito, Rick Warren escribe: «Siempre habrá personas dispuestas a lograr grandes cosas por Dios, mientras que solo unos pocos se sentirán inclinados a hacer las pequeñeces. Casi todo el mundo desea convertirse en líder, pero hay grandes oportunidades para aquellos dispuestos a servir.»
Resulta interesante que Jesús promoviera el papel de siervo. Cuando los discípulos discutieron sobre quién ocuparía el puesto más importante, Jesús les recordó que no hay mayor honor que servir a los demás. Esas son las acciones por las que Dios mide la grandeza. «El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor»[1].
Los siguientes extractos del libro de Rick Warren definen el papel de siervo:
El mundo define la grandeza en términos de poder, posesiones, posición y prestigio. Sin embargo, para Jesús la grandeza es cuestión de servicio. No de estatus. Dios determina la grandeza de acuerdo a la cantidad de personas a las que uno sirve, no según el número de personas que le sirven a uno.
Jesús se especializó en tareas de poca importancia que otros preferían evitar: lavó los pies, ayudó a los niños, preparó el desayuno, ayudó a los leprosos. Ninguna tarea era poca cosa para Él, porque vino a servir. Jesús no llevó a cabo esas tareas a pesar de Su grandeza, sino debido a ella. Y espera que sigamos Su ejemplo.
Las tareas sencillas demuestran un gran corazón. El corazón de un siervo se ve reflejado en los detalles que otros pasan por alto, como cuando Pablo recogió madera para encender un fuego y calentar a los sobrevivientes de un naufragio. No cabe duda que el apóstol se encontraba tan exhausto como los demás. Pero hizo lo que se necesitaba. Ninguna tarea es poca cosa para alguien con vocación de servicio.
John Wesley fue un siervo maravilloso de Dios. Decía: «Haz todo el bien que puedas, por todos los medios posibles, de todas las maneras posibles, en todos los lugares posibles, durante tanto tiempo como sea posible». Eso es grandeza. Conviene buscar las pequeñas tareas que nadie más quiere hacer. Y cumplirlas como si fueran grandes logros, porque Dios está mirando[2].
La Biblia abunda en ejemplos de personas imperfectas que sirvieron a otros. Si buscas la grandeza de Dios, empieza por servir. Busquemos maneras de ayudar a otros. Ayudemos de todo corazón. Al empezar a servir, aprenderemos a hacerlo bien.
Sin embargo, conviene recordar que el servicio no equivale a la búsqueda del reconocimiento. Podemos animarnos sabiendo que al servir causaremos un impacto positivo en los demás y desarrollaremos relaciones más profundas.
Al leer sobre la vida de la Madre Teresa, que ayudó a tantos necesitados en las calles de Calcuta, o sobre el Padre Damián, el sacerdote enfermo de lepra de Hawai, sus vidas de servicio y generosidad me inspiran a buscar un camino más elevado. Me motivan a lograr cometidos más grandes que la satisfacción de mis deseos personales.
Una de mis frases favoritas fue escrita por George Bernard Shaw. Dice: «La verdadera felicidad se encuentra en llevar a cabo un propósito que uno mismo reconoce como imponente. En entregarse de lleno antes de terminar en la pila de desechos. En ser una fuerza de la naturaleza, en vez de un pequeño y febril zoquete lleno de achaques y agravios limitado a quejarse porque el mundo no se dedica a hacerlo feliz.»
Dicho de otro modo, una vida desinteresada es sinónimo de alegría. Es satisfactoria. Albert Schweitzer dijo: «Las únicas personas felices son las que han adquirido la costumbre de servir». Resulta interesante que al pensar en las palabras servir o servicio, lo último que venga a la mente sea alegría. Para muchos, son sinónimo de trabajo y abnegación. Con todo, es obvio que muchos han alcanzado la felicidad, el gozo y la satisfacción mediante una vida dedicada a servir, dar y cuidar.
Como cristianos nuestro servicio debería ser hecho como para Dios y no por reconocimiento personal o porque esperamos algo a cambio. Se nos ha llamado a dar y a servir como para Dios por amor y agradecimiento a Él, no por aprecio, respeto, honra o recompensa.
El servicio a los demás produce una cadena de dar y recibir. Le generosidad no solo equivale a sacrificio, sino que se traduce en alegría y experiencias positivas que uno ni siquiera esperaba. Además, los beneficios no solo se limitan a los recibidos en esta vida. Imaginen lo que se sentirá al escuchar las palabras de Dios: «¡Hiciste bien, siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a compartir la felicidad de tu señor!»[3] Daveen Donnelly
Llenos de Su grandeza
La grandeza a los ojos de Dios es tener un corazón, alma y espíritu tan llenos de Su grandeza que se manifieste a través de nosotros. En la Biblia la palabra grande casi siempre se emplea para describir quién es Dios: «Porque grande es el SEÑOR y digno de suprema alabanza»[4]. O lo que Dios ha hecho: «Grandes cosas ha hecho el SEÑOR con nosotros; estaremos alegres»[5].
Una gran persona es una que obedece a Dios: «De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos»[6]. Una gran persona es una que sirve: «Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor»[7].
Cuando reconocemos la grandeza de Dios mediante la adoración, damos lugar a que Su grandeza habite en nosotros. Cuando obedecemos y servimos a Dios, Él hace grandes cosas por medio de nosotros. Esta es la clase de grandeza a la que nos ha llamado Dios. Stormie Omartian
¿Qué es la grandeza?
El mundo mide la grandeza en función del dinero, la elocuencia o las dotes intelectuales que se posean, o incluso de la destreza en el campo de batalla. Pero el Señor tiene el siguiente patrón de medida: «Cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos». J.H. Jowett
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No se debe confundir notoriedad con grandeza. Muchos de los que hoy ostentan un título no alcanzaron la fama por méritos propios. Por otra parte, he conocido personas poco conocidas de grandeza indiscutible. La grandeza es la medida del espíritu. No tiene nada que ver con la posición que se ocupe entre los mortales. Nadie, y menos aún un simple ser humano, confiere grandeza a otro, pues esta es un logro y no un premio. La grandeza corona a un conserje con la misma facilidad que a una persona de destacada posición social. Sherman G. Finesilver
Elegir lo que tiene valor por encima del éxito
Desde que Dios sopló aliento de vida a Su historia, nos han atraído los relatos de héroes. Nos inspiran los valientes guerreros que luchan por la justicia, como los bomberos que irrumpen en edificios cuando los demás salen corriendo. Los héroes no hacen lo que hacen para obtener reconocimiento o fama. Lo hacen porque pueden tomar algo que está mal en el mundo y arreglarlo.
Es interesante notar que cuando leemos estas historias, no nos consideramos en la misma categoría. Lo cierto es que cada uno de nosotros está llamado a ser un héroe en el reino de Dios. Eso significa priorizar una vida que tenga importancia eterna por encima de éxitos mundanos.
Eso nos puede resultar difícil de aceptar. Para la mayoría, nuestro éxito en la vida está determinado por lo bien que rindamos dentro de los sistemas de calificación del mundo. Ya se trate de libreta de informes y calificaciones de colegio o de las estructuras de comisiones y evaluación de rendimiento del mundo adulto, si queremos tener éxito debemos desempeñarnos bien dentro del sistema. Créanme, yo lo sé. Durante años mi principal objetivo era tener éxito. Obtener las mejores notas, reconocimiento y recompensas posibles.
Pero, ¿queremos tener éxito a costa de que se haga la voluntad de Dios?
No es que Dios no quiera que tengamos éxito; Él desea que experimentemos la vida abundante que nos ofrece.
Jesús vino a ofrecernos esa vida abundante poniendo las cosas de cabeza. Vino a decirnos cómo se ven las recompensas en Su reino. Vino a invitar a los creyentes a asociarse con Él en la edificación de Su iglesia.
Como líderes (y en cierto modo todos lo somos), el objetivo es cambiar nuestra mentalidad. Apuntamos a tener influencia siendo héroes principales que construyen el reino de Dios en vez de personajes menores, o lo que es peor, jugadores que nunca entran en el juego. ¿Y cómo lo hacemos?
Cuando lo que hacemos y decimos honra a Dios e invita a que otros tengan una relación con Él, llevamos una vida con verdadero sentido.
Padre, ayúdame a priorizar la construcción de Tu reino por encima de todo lo demás y a vivir con fidelidad y plenamente a la luz de la eternidad. En el nombre de Jesús, amén. Erin Weidemann[8]
Publicado en Áncora en enero de 2022.
[1] Marcos 10:43.
[2] Rick Warren, The Purpose Driven Life (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2004), 257, 259, 260–261.
[3] Mateo 25:21 (NVI).
[4] 1 Crónicas 16:25.
[5] Salmo 126:3.
[6] Mateo 5:19.
[7] Mateo 20:26.
[8] https://proverbs31.org/read/devotions/full-post/2020/12/09/choosing-significance-over-success.
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