La garantía
Recopilación
«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve»[1].
Examinemos más detenidamente ese versículo; en la versión Nueva Biblia al Día (NBD) dice: «Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve».
El contexto de Hebreos 11:1, que sigue al capítulo 10, es esencial para entender a lo que se refiere el autor de Hebreos en el pasaje acerca de la fe. En el capítulo 10, el autor termina la sección animando a sus lectores a continuar en la fe, a aguantar (versículo 36) a pesar de oprobios y aflicciones que puedan sufrir u observar. En la versión LBLA, el versículo 39 dice: «Nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma». Seguidamente, empieza el capítulo 11. En la versión NBD, el primer versículo dice: «Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve».
Así pues, ¿qué hay allí que tiene relación con la fe y que además es algo que no se ve? ¿Es una prueba? ¿El autor dice que la fe es la certeza de lo que se espera, cuando la prueba no se ve? No, dice precisamente lo contrario. Cuando se tiene en cuenta lo que dice el capítulo 10, antes de interpretar el versículo 11:1, está claro que el autor anima a sus lectores a soportar las épocas en que parece que Dios está ausente; las veces en que las tribulaciones hacen que pongamos en duda la existencia de Dios. ¿Dónde está Dios en esas situaciones difíciles? ¿Por qué no podemos verlo? ¿Por qué no podemos ver lo que obra en nuestra vida? En el versículo 11:1, el autor de Hebreos dice que podemos confiar en que la salvación, la protección y la provisión de Dios no dejan de estar a nuestra disposición, aunque tal vez nos parezca como algo que no se ve. A pesar de su aparente ausencia, se nos dice que confiemos en que existen. ¿Por qué? ¿En base a qué? Basándonos en lo que vemos.
Una y otra vez, cuando los santos del Antiguo Testamento ponen en duda la bondad, provisión o protección de Dios, un líder o profeta los anima a recordar lo que Dios hizo por ellos en Egipto. El rescate que Dios llevó a cabo en Egipto se ofreció como prueba para demostrar que Él era capaz de rescatar a Sus hijos de nuevo. Dios nos ha dado una garantía visible de que Él existe; y el autor de Hebreos simplemente nos pide que confiemos en esa garantía cuando Dios y Sus misericordias parecen como algo que no se ve. Hasta el autor de Hebreos entendió la convicción y certeza que resultó al dar pruebas: la prueba de las actividades de Dios en el Antiguo Testamento y la prueba de los milagros de Jesús en el Nuevo Testamento. J. Warner Wallace
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El término certeza que se empleó en Hebreos 11:1, era hipóstasis en griego. En la época en que se hizo la versión inglesa de King James, los eruditos que la tradujeron no sabían exactamente lo que quería decir esa palabra. Escogieron una palabra muy apropiada, substance (sustancia), que se empleaba para describir algo muy concreto y seguro, algo muy tangible. Acordaron emplear la palabra substance porque mostraba muy claramente lo que quería decir el versículo.
Pero no la habían podido encontrar en ningún sitio. Examinaron la literatura griega, examinaron todos los clásicos, y aquel término no aparecía por ninguna parte en toda la literatura ni en los clásicos griegos ni en ningún sitio. El significado de aquella palabra les intrigaba y no se enteraron hasta que Palestina se convirtió en una colonia británica y se pusieron a hacer excavaciones allí para desenterrar pueblos, ciudades y lugares antiguos. Encontraron una población del norte de Israel y entre las ruinas de una antigua posada incendiada en la que al parecer se había estado hospedando cierta romana acaudalada, encontraron un cofrecito suyo lleno de valiosas joyas y documentos. Era un cofre metálico que había resistido el paso del tiempo.
Cuando lo abrieron se encontraron con que algunos de aquellos documentos estaban aun intactos y todavía se podían descifrar. Había varios documentos y en el encabezamiento de cada uno decía: hipóstasis. Por lo visto eran títulos de propiedad.
Había ido desde Roma hasta Israel para inspeccionar aquellas propiedades que había adquirido. Era evidente que se trataba de una mujer adinerada que invertía en tierras, como hacen algunos, y tras la conquista de Palestina por los romanos, seguramente pudieron comprar tierras a un precio bastante bajo. Por eso había ido con sus títulos de propiedad de las tierras a ver lo que era suyo. Sabía que eran suyas porque tenía los títulos de propiedad y éstos garantizaban que las propiedades eran suyas.
Tomando esto en cuenta, leamos ahora el versículo de esta manera:
«Es, pues, la fe, el título de propiedad de lo que se espera». En otros términos, si se tiene fe, es como si ya se tuviera en las manos el título de propiedad. Este es el caso de una señora que por lo visto nunca había visto aquellas propiedades, porque había comprado en Roma los títulos de propiedad. Es posible que se la hubieran descrito, porque estoy seguro de que en aquella época no había fotos Polaroid, y fue a verlas por primera vez. Pero sabía que eran suyas porque ya disponía del título de propiedad.
La fe es como la posesión del título de propiedad. En una ocasión me regalaron un auto, un Kaiser de aquellos que había antes. Hoy en día ya no los hacen, pero era un auto muy bueno por aquellos tiempos, que se adelantó mucho a su época. Tenía una línea muy aerodinámica y era un auto muy lindo y nuevecito, y me enviaron los papeles por correo. Nunca antes había visto uno; no tenía la más remota idea de cuál era el aspecto del auto.
Tenía los documentos que me acreditaban como dueño del coche, firmado con mi nombre, y era dueño de un automóvil. Sabía que tenía un auto. No sabía exactamente qué clase de auto, pero tenía un auto; aunque nunca lo había visto, tenía los papeles que acreditaban que era mío. De modo que «la fe es la certeza de lo que se espera», el título de propiedad de lo que se espera, «la convicción de lo que no se ve». David Brandt Berg
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La Biblia define la fe como «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve»[2]. Por lo tanto, en el lenguaje de la Biblia la fe es un conducto de confianza viviente —una garantía—, que se extiende desde el hombre hacia Dios. En otras palabras, es el objeto de fe que hace que la fe sea fiel. Además, la fe es la certeza de que las promesas de Dios nunca fallarán, aunque a veces no experimentemos su cumplimiento en nuestro recorrido mortal.
Hebreos 11 recalca que confiamos en que Dios cumplirá Sus promesas para el futuro (no visto) basándonos en lo que Él ya cumplió. Por lo tanto, nuestra fe no es ciega, sino que se basa firmemente en la fidelidad probada de Dios. La fe bíblica se basa en el conocimiento, no en los deseos ni en saltos a ciegas. El conocimiento crea seguridad y la seguridad lleva a la confianza. La fe que le interesa a Dios no es un deseo. Es confianza que se basa en el conocimiento, una seguridad que está cimentada en las pruebas. Greg Koukl
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Así pues, ¿cuál es la definición correcta de la fe? «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve», escribe el autor de Hebreos. Unos versículos más adelante, de manera parecida, la fe se define como saber que Dios existe y que Dios recompensa a los que lo buscan de todo corazón. Es posible que el mejor término que podemos emplear para traducir el vocablo griego pistis (por lo general se traduce como fe) sea la palabra «confianza» o «fiable».
Supongamos que le decimos a una amiga que tenemos fe en ella. ¿Qué significa eso? Significa dos cosas. En primer lugar, que estamos seguros de que la persona a la que nos dirigimos existe de verdad. Y en segundo lugar, que estamos convencidos de que ella es digna de confianza. Creemos lo que dice y confiamos en ella. De esa manera el escritor de Hebreos habla de la fe en Dios.
La fe es saber que Dios es real y que podemos confiar en Sus promesas. No podemos confiar en alguien que no existe, ni en alguien cuyas promesas no son de fiar. Por esa razón se habla de la fe como la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Esas dos expresiones llevan un sentido de realidad. Nuestra esperanza no es hacerse ilusiones. La fe no hace que Dios sea real. Al contrario, la fe es la respuesta a un Dios verdadero que quiere que lo conozcamos. Michael Ramsden
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La fe es creer que en la vida hay otra dimensión además de lo que podemos tocar, gustar, ver o sentir. En la vida hay más que eso. También existe el ámbito del Espíritu Santo, el reino de Dios invisible y espiritual. Las mejores respuestas de la vida están en ese reino.
La fe cree que Dios, por Su gracia, ha pasado los límites de la historia humana y nos ha dado a conocer hechos importantes y muy valiosos.
La fe lo cree, adapta su vida a esos hechos y procede en base a ello. Ray Stedman
Publicado en Áncora en febrero de 2015.
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