La corona de vida
Recopilación
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Las Escrituras hablan de cinco coronas. La corona incorruptible[1], la corona para el que gana almas[2], la corona de justicia[3], la corona de gloria[4] y la corona de vida[5].
Parte de la dificultad que representan estas coronas es que hoy en día, en la mayoría de las culturas, no se usan coronas, y cuando se usan se reservan para la realeza. Pero la palabra griega traducida como «corona» es stephanos, que también puede significar «recompensa» o «corona de laurel». En las olimpiadas griegas originales, a los vencedores de las competencias deportivas les daban el stephanos, la corona de laurel.
De modo que cada una de las coronas mencionadas más arriba representa un premio por un acto destacado de servicio o perseverancia dentro del reino de Dios. Todo parece indicar que las coronas serán premios tangibles que se entregarán en el futuro a los creyentes, cuando Jesús regrese. Eso ocurrirá en el Bema, el tribunal de Cristo. Jeremy Myers[6]
Salvación y recompensas
Los que hayamos resucitado al final de la Tribulación, en la primera resurrección, y hayamos sido levantados y arrebatados para estar con el Señor, recibiremos recompensas después del Arrebatamiento. «Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo»[7].
Pero recuerda que las recompensas no tienen nada que ver con la salvación. Las recompensas se obtienen a base de trabajo, se las gana uno con fidelidad, diligencia, esfuerzo y testificación. Algunos cristianos se confunden: toman los versículos de la Biblia que hablan de recompensas y coronas y los aplican a la salvación. Pero uno no se puede ganar la salvación con obras. Es un don, un regalo de Dios[8].
La salvación no nos la ganamos. No podemos conseguirla con nuestras obras; es un regalo. Pero sí podemos ganarnos elogios y felicitaciones del Señor, como: «Bien, buen siervo y fiel; entra en el gozo de tu Señor»[9]. Dice que pondrá a algunos sobre una ciudad, a otros sobre unas cuantas, y a otros sobre muchas. Porque «el que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel»[10]. Aunque las obras que hagas en esta vida no te sirvan para entrar en el Cielo, tendrán mucho que ver con tu recompensa y el resplandor que tengas.
Con respecto a la resurrección de los salvos al final de la Tribulación, la Palabra de Dios dice: «Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad»[11].
Todos lo que crean en Jesús y lo reciban obtendrán salvación y vida eterna e irán al Cielo. Pero la corona de estrellas —como decía una antigua canción: «¿Habrá estrellas en mi corona?»— es algo que uno se gana. Jesús dijo: «Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida»[12]. Al final de su ministerio, poco antes de irse con el Señor, el apóstol Pablo dijo: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida»[13].
La corona y las recompensas futuras no son lo mismo que la salvación. Ya tienes vida eterna por medio del Hijo de Dios, la cual es un regalo Suyo que no puedes perder, porque Él te guardará[14]. La corona es la recompensa que solo se da a los ganadores, solo a los que corren y ganan la carrera, a los que luchan por la fe y son fieles al Señor.
Dios prácticamente dice que está orgulloso de los que lo sirven, como los de la galería de la fama del capítulo 11 de Hebreos, todos esos héroes y heroínas de la fe. No se avergüenza de llamarse Dios de ellos porque son peregrinos y extranjeros aquí, y buscan una ciudad celestial, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Este mundo no los satisface; quieren algo mejor. «Anhelaban una [patria] mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad»[15]. David Brandt Berg
En el tribunal de Cristo
Romanos 14:10–12 dice: «Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. […] Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí». Y 2 Corintios 5:10: «Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo». Por el contexto, está claro que ambos pasajes se refieren a los cristianos, no a los no creyentes. En el tribunal de Cristo, los creyentes rendirán cuenta de su vida a Cristo.
El tribunal de Cristo no determina la salvación; esa ya fue determinada por el sacrificio de Cristo por nosotros[16] y nuestra fe en Él[17]. Todos nuestros pecados están perdonados; nunca seremos condenados por ellos[18]. No debemos entender el tribunal de Cristo como un lugar donde Dios nos juzgará por nuestros pecados, sino más bien donde nos recompensará por nuestra vida. Es cierto que, como dice la Biblia, tendremos que dar cuenta de lo que hayamos hecho. Parte de esto seguramente consistirá en responder por los pecados que hayamos cometido. Sin embargo, ese no será el principal propósito del tribunal de Cristo.
En el tribunal de Cristo, los creyentes serán premiados según lo fieles que hayan sido sirviendo a Cristo. Es posible que se nos juzgue sobre la base de lo bien que cumplimos la gran comisión[19], triunfamos sobre el pecado[20] y fuimos capaces de controlar nuestra lengua[21]. La Biblia habla de que los creyentes recibirán coronas por distintas cosas, según lo fieles que hayan sido sirviendo a Cristo[22].
Santiago 1:12 resume bien cómo debemos entender el tribunal de Cristo: «Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman». Tomado de gotquestions.org[23]
Publicado en Áncora en febrero de 2019. Leído por Miguel Newheart.
[1] 1 Corintios 9:25.
[2] Filipenses 4:1 y 1 Tesalonicenses 2:19.
[3] 2 Timoteo 4:8.
[4] 1 Pedro 5:4.
[5] Santiago 1:12 y Apocalipsis 2:10.
[6] https://redeeminggod.com/what-is-the-crown-of-life.
[7] Romanos 14:10,12; 2 Corintios 5:10.
[8] V. Efesios 2:8,9; Tito 3:5; Mateo 16:27; Apocalipsis 22:12.
[9] Mateo 25:21.
[10] Lucas 19:17; 16:10.
[11] Daniel 12:2,3.
[12] Apocalipsis 2:10.
[13] 2 Timoteo 4:7,8.
[14] V. Juan 6:37; 10:28,29; 17:3.
[15] Hebreos 11:16.
[16] 1 Juan 2:2.
[17] Juan 3:16.
[18] Romanos 8:1.
[19] Mateo 28:19,20.
[20] Romanos 6:1–4.
[21] Santiago 3:1–9.
[22] 1 Corintios 9:27; 2 Timoteo 2:5.
[23] https://www.gotquestions.org/Espanol/tribunal-Cristo.html
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