Jesús te acepta como eres
Recopilación
Vivimos en un mundo de falsificaciones. Vivimos en un mundo de filtros. Vivimos en un mundo donde podemos controlar lo que las personas ven de nosotros en las redes sociales. Vivimos en un mundo donde las personas hacen públicas sus sandeces y donde pareciera que otros llevan una vida perfecta.
Así pues, pregunto: ¿Qué ama Jesús?
Mis días son como los de cualquier otra persona. Tengo un pasado como cualquier otra persona. Hay días en que me parece que Dios me ama, pero que ahora mismo a Él no le gusto. Entonces, trato de esconderme. A veces, esconderse viene en forma de poner una fachada. Verán, Jason, el gánster, solía hacerlo para parecer genial. Lo que quiero decir con eso es que se pone una fachada, se aparenta ser otra persona. Trato de ser perfecto para agradar de nuevo a Dios. Si tengo todo el amor de Dios, ¿qué puedo hacer para que le guste más? […]
No creo que tengas que ser Billy Graham para que el Padre esté complacido con tu vida. Es posible que mueras sin haber tenido renombre en la Tierra, pero puedes morir con el Dios de este universo diciéndote: «LO HAS HECHO BIEN». Así que, deja de fingir, de poner una fachada, solo sé tú mismo y anda en sencilla obediencia. […]
Romanos 5:8 (NTV) dice: «Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores».
El amor es amar a alguien en su peor momento, guiándolo hacia su mejor momento. Dios nos amó en nuestro peor momento. Estábamos en nuestro pecado cuando el Dios del universo envió a Jesús a morir. Jesús pagó el precio de nuestro pecado conociendo TODO lo que hemos hecho y lo que haremos. […]
Dios te amó en tu peor momento y aún está en el proceso de dirigirte hacia Él mismo. Encuentras la mejor versión de ti mismo cuando te acercas más a Jesús.
Deja de poner una fachada, deja de fingir, deja de intentar ganarte la aprobación. Si Dios te amó en tu peor momento, Él te ama AHORA MISMO exactamente de la misma manera. ¿A Dios le parece bien la basura que hay en tu vida? Por supuesto que no. Pero te ama. Deja que el amor de Cristo te motive para que seas una mejor versión de ti mismo.
Si eres amado en tu peor momento, puedes ser como eres. Dios lo sabe todo, así que deja de poner una fachada, de esconderte y de fingir. Él te ama. Al verdadero tú. A todo tu ser. Jason Coache[1]
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Aunque es bíblico el concepto «ven tal como eres» —si se entiende correctamente—, esa frase en particular no se encuentra en las Escrituras. Por otro lado, la Biblia tiene una variedad de versículos que parecen implicar el mismo mensaje, basado en la asombrosa gracia de Dios.
En Joel 2:32, cuando el profeta declara los terribles juicios del Día del Señor, Dios ofrece librar a «todo aquel que invoque el nombre del Señor». En Isaías 1:18, Dios los invita a que vengan, diciéndoles que aunque sus pecados sean como la grana, Él los hará blancos como la nieve. Apocalipsis 22:17 (RVC) es una invitación permanente: «¡Ven! […] el que quiera, que tome gratuitamente del agua de la vida». En esos y en otros versículos se puede deducir con claridad que aunque seamos pecadores, Dios desea que nos acerquemos a Él como somos, de modo que Él pueda limpiarnos.
En cuanto al significado e implicación de la frase, podemos basarnos en los ejemplos de cómo trató Jesús a los pecadores a quienes encontró. A veces, cristianos bien intencionados dicen a las personas que deben limpiar su vida antes de que Dios las acepte, pero eso no es lo que vemos en las Escrituras. Cuando Jesús conversaba con la mujer junto al pozo, la que vivía con un hombre con el que no se había casado[2], Jesús aludió al pecado de ella, y luego le ofreció la salvación que necesitaba. Otra vez, cuando una mujer fue sorprendida en adulterio[3] y fue llevada a Jesús, Él le dijo: «Vete, y no peques más». El pecado nunca fue disculpado ni ignorado, pero el perdón se ofreció al que reconociera su pecado y estuviera dispuesto a confesar y dejarlo. Sin duda Dios espera que dejemos nuestro pecado, pero eso viene como parte de nuestra salvación, no es una condición. No somos capaces de limpiarnos a nosotros mismos sin la ayuda de Dios. […]
Dios es asombroso, misericordioso, amoroso e indulgente, así que nos llama a la salvación, aunque no la merezcamos. Cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros[4], con lo que hizo posible que recibiéramos el perdón. Nos pide que confesemos y renunciemos a nuestros pecados cuando nos presentamos delante de Él, pero nos recibe tal como somos; luego empieza a cambiarnos a medida que, en obediencia, nos sometemos a Él. Tomado de gotquestions.org[5]
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¡No nos acercamos a Dios porque nos apoyamos en nuestra valía! ¡Ah! Ojalá lo entendieran, que solo es la valía del Señor Jesucristo. Es la cruz del Calvario lo que nos da el derecho a presentarnos confiadamente. Pueden presentarse con seguridad y confianza, ¡porque no hace falta que hagan méritos para ello!
Nuestros pecados son perdonados porque Jesucristo, el Hijo de Dios, los llevó en Su cuerpo sobre el madero[6]. La cruz manchada de sangre es la justificación moral en la que basamos ese derecho para presentarnos confiadamente y es lo que nos asegura que nuestros pecados son perdonados.
«Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro»[7].
En mi caso, es muy reconfortante recordar constantemente que la cruz es una transacción concluida. La promesa se basa en la sangre que ya se derramó y en una transacción que ya se terminó, no en algo que podamos hacer o decir, ni en nuestras obras o valía. Somos indignos. Sin embargo, el pecador más vil que se incline al pie de la cruz del Calvario y reclame el poder limpiador de la sangre, puede conocer la paz del perdón de todos los pecados, y luego acercarse confiadamente a Dios, el Padre celestial, por medio de la sangre de Cristo, por medio de la valía del Señor Jesucristo. Amados, no hay ninguna otra forma de acercarse al Padre celestial excepto por medio de Su valía. Virginia Brandt Berg
Publicado en Áncora en septiembre de 2019.
[1] https://wellspring.one/blog/the-real-you.
[2] Juan 4:1-26 (RVC).
[3] Juan 8:1-11 (RVC).
[4] Romanos 5:8.
[5] https://www.gotquestions.org/come-as-you-are.html.
[6] 1 Pedro 2:24.
[7] Hebreos 4:14-16.
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