Infancia y juventud de Jesús
Peter Amsterdam
Los Evangelios cuentan que José y María regresaron de Egipto y se establecieron en Nazaret. También refieren un incidente que ocurrió en el Templo cuando Jesús tenía 12 años. No mencionan nada más de Su vida entre Su nacimiento y Su bautismo, cuando ya tenía unos 30 años. Dado que se crió en un pueblo palestino del siglo I, podemos analizar la información histórica de que se dispone sobre la vida en Israel en aquel entonces para sacar conclusiones bien fundamentadas sobre cómo fueron probablemente Sus primeros años.
Por el Evangelio de Mateo sabemos que, una vez muerto el rey Herodes, un ángel se apareció a José en sueños y le dio instrucciones de llevar a María y a Jesús otra vez a Israel. Al regresar y enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes, gobernaba en Judea, José tuvo miedo de ir allá y, «avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea y se estableció en la ciudad que se llama Nazaret»[1].
La región de Galilea era la parte de Israel que quedaba más al norte, la provincia más alejada de Jerusalén. Por su suelo fértil, sus copiosas precipitaciones y su clima templado, era una de las zonas agrícolas más productivas de Israel. La tierra se trabajaba intensamente para exportar trigo y aceitunas, y también vino. El lago de Genesaret, también conocido como mar de Galilea, proporcionaba abundante pesca, que era la base de una industria de pescado seco.
Nazaret, el pueblo de Jesús, era una aldea pequeña. Lo más probable es que Jesús viviera en Nazaret hasta que tuvo unos treinta años. De pequeño, Su vida debió de ser similar a la de los demás niños de la aldea.
Por lo que dicen las Escrituras, Jesús tuvo cuatro hermanos menores y al menos dos hermanas. Sus hermanos —Jacobo, José, Judas y Simón— tenían nombres de patriarcas judíos, lo que da a entender que fue una familia muy arraigada en la fe judía. Los Evangelios no dan los nombres de Sus hermanas. Tradicionalmente se considera que Su padre, José, fue carpintero, que trabajaba la madera.
Jesús se crió en un típico hogar judío; por consiguiente, como todos los varoncitos judíos, en Sus primeros años debió de recibir de Su madre Su formación religiosa. A medida que fue haciéndose mayor, probablemente Su padre comenzó a enseñarle la Torá. Jesús debió de familiarizarse con las oraciones y la comida del día semanal de reposo, y con las festividades, plegarias, himnos y ceremonias de la fe judía. Una vez que se hizo un poco mayor, muy posiblemente empezó a asistir a los cultos en la sinagoga y a escuchar la lectura de las Escrituras. También debió de memorizar muchos pasajes de las Escrituras.
No se sabe si en Nazaret hubo una escuela sinagogal, que sería donde se le habría dado a Jesús algo de enseñanza formal. Sin embargo, por los Evangelios es evidente que Él era docto. Está claro que sabía leer, pues leyó las Escrituras en la sinagoga de Nazaret[2]. También participó en debates con líderes intelectuales, se le llamaba «rabí» (título que se usaba en tiempos de Jesús para dirigirse a los eruditos y maestros de la Torá) y «maestro», y enseñaba en las sinagogas.
Cuando Jesús tuvo edad suficiente, aprendió el oficio de José, Su padre, y probablemente trabajó con él hasta la muerte de este. Hay indicaciones de que José murió antes de que Jesús empezara Su vida pública, dado que cada vez que se hace referencia a Su familia se nombra a Su madre (y a veces a Sus hermanos), pero nunca a Su padre. Si así fue, entonces Jesús, como primogénito, se habría convertido en jefe del hogar y habría sido responsable de mantener a Su familia.
Por pertenecer a una devota familia judía, Jesús probablemente guardaba la ley mosaica, se desplazaba a Jerusalén para asistir a las diversas festividades anuales y adorar en el Templo, frecuentaba la sinagoga, rezaba las oraciones rituales y hacía todo lo que hacían Sus contemporáneos. Antes de iniciar Su ministerio debió de llevar la típica vida de una persona común de Nazaret. Aunque muy probablemente se destacó por Su comprensión de las Escrituras[3], Su infancia, adolescencia y adultez antes de empezar Su vida pública parecen haberse encuadrado en términos generales dentro de lo que era normal para un judío palestino del siglo I.
Los años que pasó en Galilea observando lo que sucedía a Su alrededor —en los que vio campos maduros listos para la siega, se fijó en los pastores que cuidaban sus rebaños y buscaban ovejas perdidas, asistió a fiestas de boda, vio a jornaleros a la espera de que les dieran trabajo— le proporcionaron experiencias de la vida cotidiana que más tarde aprovechó en Sus enseñanzas y predicación. Los años en que se crió, vivió, trabajó y tuvo diversas experiencias en una aldea galilea debieron de servirle de preparación para el tiempo que pasó luego ministrando y enseñando.
Puede que Jesús hablara los tres idiomas principales que se usaban en la Palestina del siglo I: hebreo, arameo y griego. El idioma más empleado por los judíos de todas las clases sociales, tanto en Galilea como en Judea, era el arameo. Con toda probabilidad, ese era el idioma que hablaba Jesús a diario.
Solo se pueden hacer conjeturas con cierto fundamento en cuanto a los idiomas que hablaba Jesús, la educación que recibió y el oficio exacto que ejerció. Los Evangelios solo nos cuentan un incidente de Su vida entre Su nacimiento y Su bautismo. Lucas dice:
Iban Sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la Fiesta. Al regresar ellos, acabada la Fiesta, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que lo supieran José y Su madre. Pensando que estaba entre la compañía, anduvieron durante un día, y lo buscaban entre los parientes y los conocidos; pero como no lo hallaron, volvieron a Jerusalén buscándolo.
Aconteció que tres días después lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los doctores de la Ley, oyéndolos y preguntándoles. Y todos los que lo oían se maravillaban de Su inteligencia y de Sus respuestas. Cuando lo vieron, se sorprendieron. Su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos buscado con angustia». Entonces Él les dijo: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de Mi Padre me es necesario estar?» Pero ellos no entendieron lo que les dijo. Descendió con ellos y volvió a Nazaret, y les estaba sujeto. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres[4].
La Pascua se celebraba al anochecer, por lo que necesariamente los que se desplazaban a Jerusalén tenían que pernoctar allí por lo menos una noche. La fiesta de los panes sin levadura comenzaba al día siguiente y duraba siete días. Por consiguiente es probable que, tras recorrer en tres o cuatro días los 130 kilómetros que separaban Galilea de Jerusalén, la familia de Jesús se quedara para la segunda fiesta y permaneciera en Jerusalén la totalidad de los ocho días.
El viaje de Nazaret a Jerusalén era largo, y por seguridad la gente solía ir en grupos. En este caso, es muy posible que José y María fueran acompañados de vecinos y parientes y no se percataran de que Jesús no estaba en el grupo con el que viajaban hasta que terminó el día, después de recorrer unos 30 kilómetros. Después que volvieron a Jerusalén, lo encontraron en el Templo escuchando y haciendo preguntas a los maestros religiosos, que estaban maravillados de Su inteligencia. La palabra griega traducida como inteligencia se refiere a perspicacia más que a simples conocimientos. Y el asombro de ellos ante Su inteligencia y Sus respuestas prefigura la reacción popular ante el ministerio de Jesús más adelante.
Aunque este pasaje nos permite entrever la sabiduría de Jesús ya desde jovencito, el punto central es Su alusión a Dios como Su Padre. María le pregunta cómo ha podido portarse así con ellos, pues José y ella lo habían buscado angustiados. Jesús responde: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de Mi Padre me es necesario estar?» Algunas versiones lo traducen: «En la casa de Mi Padre». En cualquier caso, Jesús deja claro que tiene que estar al servicio de Su Padre. Si bien María dice: «Tu padre y yo», Jesús insiste en que otro Padre es prioritario para Él. Al decir que le es necesario estar en los negocios de Su Padre, denota un sentido del deber como el que demuestra en declaraciones que hace durante Su ministerio al referirse al papel que el Padre le ha asignado.
Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios, porque para esto he sido enviado. Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto y resucite al tercer día[5].
Sus padres no entendieron lo que quería decir con eso de que le era necesario estar en los negocios de Su Padre; pero probablemente muchos años después Su mamá, que alcanzó a verlo durante Su vida pública, sí lo entendió. De momento ella «guardaba todas estas cosas en su corazón». Jesús dócilmente volvió a casa con Sus padres, y dice que «crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres»[6].
Artículo publicado por primera vez en enero de 2015. Pasajes seleccionados y publicados de nuevo en septiembre de 2019.
[1] Mateo 2:22,23.
[2] Lucas 4:16-21.
[3] Lucas 2:46,47.
[4] Lucas 2:41-52.
[5] Lucas 4:43; Lucas 9:22.
[6] Lucas 2:51,52.
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