Hallarle sentido al sufrimiento
Recopilación
Una de las verdades contradictorias en torno al sufrimiento es que prepara a los cristianos para más gloria. Pablo escribe en 2 Corintios 4:17-18: «Porque esta breve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas».
Estos versículos son como pasarle papel de lija a nuestro concepto moderno del sufrimiento. Por naturaleza procuramos evitar el sufrimiento a toda costa, sin embargo, Dios lo permite en nuestra vida en pro de nuestro gozo y gloria eternos. Joseph Scheumann
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Al mirar mi vida en retrospectiva, aquellos días sencillos y sin preocupaciones no son por los que estoy más agradecido. Valoro más los días en que tuve que luchar por más fe; las veces en que clamé a Dios con fervor y dolor. Los días en que a duras penas sobreviví, luchando por salir adelante, preguntándome si la vida valía la pena después de todo; los días que me llevaron a caer de rodillas. Aquello fue lo que forjó mi carácter, lo que aumentó mi dependencia de Dios y me hizo ver a Jesús.
Para mí, la gratitud por aquellos días es con frecuencia en retrospectiva. Volviendo la mirada, me puedo regocijar en lo que Dios hizo por medio de mis pruebas. Es cuando pasa el dolor y solo queda el fruto, que puedo ver el valor de mi sufrimiento.
He aprendido de los santos, tanto de los vivos como de los muertos, que debo agradecer a Dios por mis mayores sufrimientos. De los creyentes que han agradecido a Dios por su ceguera, por la cárcel o por una cuadriplejia. Estos seguidores de Cristo han visto un sufrimiento inimaginable —que la mayoría consideraría insoportable— como un regalo de Dios.
Son regalos envueltos en color negro, pero regalos igualmente. Vaneetha Rendall Risner[1]
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No hubo nadie mejor que Pablo para dar consejos sobre aguantar padecimientos por nuestro Señor Jesús. Pablo fue encarcelado, golpeado, apedreado y desposeído; naufragó, tuvo hambre y frío[2]. A pesar de todo esto y más, Pablo se las arregló para soportar el sufrimiento, terminar la carrera y guardar la fe[3].
Las dificultades se presentan de maneras muy diversas. Las tentaciones, enfermedades, pérdida del empleo, relaciones rotas y persecuciones por nuestra fe son todas formas de sufrimiento. A los cristianos no les debiera sorprender cuando se presentan problemas. Jesús nos advirtió: «En el mundo tendréis aflicción»[4]. La buena noticia es que Jesús acompañó Su advertencia con una palabra alentadora: «Pero confiad, Yo he vencido al mundo». Podemos resistir por la gracia de Dios.
La reacción de Pablo ante el sufrimiento no fue la de sucumbir ante el peso de las circunstancias sino comprender que Cristo llamó a Su iglesia a sufrir penalidades[5]. Cada vez que Pablo fue golpeado, encadenado o tuvo hambre, se identificó más con Cristo en la carne. Pablo se regocijó porque sufrir en su carne por amor a la iglesia es un privilegio de participar de los padecimientos de Cristo[6].
Como cristianos debemos volvernos a Dios en nuestro sufrimiento y Él será fiel en ayudarnos a sobrellevar toda prueba y resistir toda tentación[7]. Podemos aprender a tener el mismo gozo que tuvo Pablo en medio de la prueba, sabiendo que el sufrimiento produce virtudes como aguante, un carácter piadoso y una esperanza viva[8].
Resistir no significa simplemente poner al mal tiempo buena cara. En ocasiones los cristianos se sentirán tristes, traicionados o incluso enojados. Estas emociones en sí no son malas; solo se convierten en pecado cuando permitimos que arraiguen en nuestra vida y produzcan resentimiento, pensamientos vengativos o falta de perdón. Los creyentes deben recordar que todo lo que viene a nuestra vida está bajo el control de un Dios soberano quien ha prometido que hará que todo redunde para el bien de los que le aman, a los que conforme a Su propósito son llamados[9].
Jesús es el máximo ejemplo de alguien que soportó la adversidad[10]. […] Jesús, pese a un gran sufrimiento, no se echó para atrás, ni siquiera de la cruz[11]. Hebreos 12:2-4, dice que Jesús sufrió la cruz «por el gozo puesto delante de Él». Si bien Cristo sabía el sufrimiento que le causaría la cruz, lo que le ayudó a seguir adelante fue el gozo que le habría de sobrevenir como consecuencia. Él sabía cuáles serían las recompensas: la redención de la humanidad y sentarse a la diestra del trono de Dios. De igual manera, los cristianos podemos hallar esperanza para persistir cuando consideramos las promesas que Dios nos ha prometido. «No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.»[12] Tomado de gotquestions.org[13]
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El cristianismo enseña que, a diferencia del fatalismo, el sufrimiento es abrumador; a diferencia del budismo, el sufrimiento es algo real; al contrario del karma, el sufrimiento es a menudo injusto; sin embargo, contrariamente al secularismo, el sufrimiento tiene sentido. Existe un propósito para ello y, de encararse adecuadamente, nos puede llevar directamente al amor de Dios y a una mayor estabilidad y poder espiritual de lo que nos podríamos imaginar.
Jesús perdió toda Su gloria a fin de que nosotros fuéramos revestidos de ella. Quedó fuera para que nosotros pudiéramos entrar. Fue apresado y crucificado por nuestra liberación. Fue expulsado para que tuviéramos acceso. Jesús se llevó el único tipo de sufrimiento que nos puede destruir, el de estar separados de Dios. Lo hizo para que todo sufrimiento que padezcamos en esta vida redunde en nuestro bien. Un pedazo de carbón bajo presión se convierte en un diamante. El sufrimiento de una persona en Cristo la convierte en una persona mucho mejor. Timothy Keller[14]
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Para obtener dulzura se precisa cierto sufrimiento. Es preciso que haya ceniza para que podamos apreciar la belleza de una llama. Algo tiene que convertirse en cenizas.
Las bendiciones brotan del sufrimiento —belleza en lugar de ceniza— tal y como refleja a la perfección el capítulo 12 de Hebreos. El versículo 11 afirma: «Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados».
Señor, ayúdanos a no oponer resistencia a Tus quebrantamientos. Pues es gracias a esos golpes y dificultades de la vida que surge lo mejor de nosotros. Ayúdanos a no sofocar esa dulce melodía, aunque rebose de melancolía, y a darte las gracias a pesar de la tristeza. Ayúdanos a estar dispuestos a ser estrujados, molidos y azotados, a sufrir agonía con tal de que de nuestro interior emane Tu dulzura, Tu fragancia, Tu hermosura, Tu melodía, Tus aguas refrescantes.
«El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios»[15]. David Brandt Berg
Publicado en Áncora en marzo de 2019.
[1] Vaneetha Rendall Risner, The Scars that Have Shaped Me (Desiring God, 2017).
[2] 2 Corintios 11:23–28.
[3] 2 Timoteo 4:7.
[4] Juan 16:33.
[5] Juan 16:33; Lucas 14:27.
[6] Filipenses 3:10.
[7] 1 Corintios 10:13.
[8] Romanos 5:3–5.
[9] Romanos 8:28.
[10] Hebreos 12:2.
[11] Hebreos 12:2–4.
[12] Hebreos 10:35–37.
[13] https://www.gotquestions.org/endure-hardship.html.
[14] Timothy Keller, Walking with God through Pain and Suffering (Hodder & Stoughton, 2013).
[15] 2 Corintios 1:4.
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