Guía divina
Virginia Brandt Berg
Estuve leyendo la autobiografía del gran cantante de ópera Jerome Hines. En ella narra cómo aprendió a seguir la guía divina, y hacía la siguiente declaración:
La experiencia de obedecer al Señor no solo revolucionó mi carrera artística, sino mi vida entera, aunque con frecuencia mi crecimiento espiritual se viera bloqueado por mi propio ego. Vez tras vez seguí mis propios impulsos y solo me caí de bruces. Y cada vez me repetía a mí mismo que, de una vez por todas, ya no volvería a interponerme en el camino de Dios y le permitiría que gobernara mi vida.
Tras muchos años de carrera artística, he descubierto que Su guía es distinta para cada persona. Algunos la obtienen en la quietud de la meditación y la lectura de la Biblia, otros reciben la guía divina en el momento más inesperado cuando el Señor les da alguna indirecta.
Hubo momentos en que yo anhelaba desesperadamente Su guía y dirección pero lo único que percibía eran mis propios pensamientos que pedían a gritos tomar el control. Sin embargo, sé que Su guía no siempre llega cuando le pregunto repetidamente qué debo hacer. No.
La guía y dirección divinas llegan por medio de la obediencia y la confianza: Cuando creemos que Dios nos escucha y se interesa por nosotros, y cuando sabemos que si confiamos en Él y lo obedecemos, Él nos guiará paso a paso, y no habrá duda alguna[1].
Luego sigue hablando del tema y cuenta algunas de sus experiencias más notables y cómo le infundieron la convicción de que Dios quiere brindarnos Su guía divina.
Es una necedad que alguien que valora su vida se olvide de que jamás logrará el éxito o llegará a ser lo que Dios quiere a menos que busque Su guía y dirección. Es muy necio el que tiene en tan poco su vida que nunca busca el plan de Dios para ella y anda errante sin descubrir nunca lo que Dios espera de él o lo que podría llegar a ser.
Se cuenta una anécdota sobre un macho cabrío que enviaron por tren. Al llegar a la estación de mercancías, el jefe de estación preguntó al encargado del almacén cuál era su destino, y el hombre le respondió: «No sabe dónde va, se comió su etiqueta». Hay personas en peor situación que esta cabra porque ni siquiera saben que tienen una etiqueta.
Dios le ha puesto etiqueta a cada ser humano. Ha planificado un destino y un propósito para cada alma, para ti y para mí. Entre todas las poderosas obras de Dios, Su creación, la mayor obra de arte es el alma inmortal y el cuerpo humano que concibió para ser templo del Espíritu Santo[2]. Por eso, resultaría inconcebible que Dios no tuviera un plan para cada vida. La guía y dirección divinas son cruciales para nuestra existencia.
Dios tiene un plan concreto para tu vida y la mía. Es una tragedia que nos perdamos Su plan. En particular me dirijo a los que han nacido de nuevo al aceptar al Señor, los que son nuevas criaturas en Cristo Jesús. En Efesios 2:10 (RVR 1995) dice: «Pues somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas».
Según ese versículo, debemos conocer la voluntad de Dios para nosotros y llevarla a cabo diariamente, asegurándonos de que en cada decisión y en cada crisis que enfrentamos, grande o pequeña, optamos por Su voluntad. A menos que optes por la voluntad de Dios en cada aspecto de tu vida, irás dando bandazos, en callejones sin salida, desvíos frustrantes y enfrentando obstáculos insalvables. El siguiente poema lo presenta de manera magnífica:
¿De qué servirá cuando la vida llegue a su fin
tener una amplia sabiduría humana
si, al buscar conocimiento, no conseguí
el más importante, el que del Cielo emana?
¿De qué servirá cuando la vida llegue a su fin,
aunque haya disfrutado de todo amor terrenal,
si al buscar sus dones no conseguí
las riquezas de Su guía divina atesorar?
¿De qué servirá cuando la vida llegue a su fin,
aunque visite el rincón más remoto de ultramar,
si me pierdo lo que Su amor planeó para mí
por seguir tercamente mi rumbo y mi voluntad?
Grace E. Troy
El apóstol Pablo expresó: «Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena voluntad»[3].
Cuando en tu interior oyes la voz de Dios que te suplica que hagas algo, o como lo expresa Jerome Hines, sientes «la indirecta» del Espíritu Santo, es como dice la Escritura: «Dios […] produce en vosotros el querer como el hacer por Su buena voluntad». Es una excelente promesa, pero también es una seria advertencia. Debemos hacerlo con temor o temblor, no sea que nos perdamos la voluntad de Dios para nuestra vida.
Proverbios 20:24 (RVR 1995) dice: «Del Señor son los pasos del hombre, ¿cómo, pues, entenderá el hombre su camino?» Para el ser humano es muy humillante tener que reconocer que no es capaz de escoger su propio camino y que necesita la guía divina. Pero así es.
Un guía muy experimentado en las selvas africanas dijo en una ocasión: «Es sumamente difícil guiar a las personas tercas. Cuesta mucho guiarlas. No confían en su guía, siempre quieren ir por donde les da la gana. En mi larga experiencia he presenciado cómo las personas así se meten en situaciones peligrosas y sufren graves accidentes por no seguir al guía».
Por eso, no resulta extraño que los hijos de Dios, las ovejas de Su prado, precisen de un pastor que los guíe y dirija. No deberíamos enfrentar ni siquiera un solo día sin la presencia y la dirección del Señor. Es muy peligroso buscar la guía del hombre e ignorar el asesoramiento de Dios, que es todopoderoso y omnisciente.
El primer paso para recibir Su guía divina es someterse por completo a Dios. Se trata de una rendición total, ya que no puede existir un choque de voluntades. Eso es vital. Recuerda el versículo: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta»[4].
¿Quieres saber cómo conocer la voluntad de Dios? Es muy fácil: Preséntale tu cuerpo como sacrificio vivo.
«Y no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta». Esa es una consagración completa y absoluta, lo que brindará una perfecta armonía con la voluntad de Dios. Es horrible la discordia: el resistirse y dar coces contra la voluntad divina.
A continuación, debes ejercitar tu fe para recibir Su guía: si no creemos que Dios tiene un buen plan para nuestra vida, seguiremos nuestros propios planes y es posible que nos perdamos lo mejor de Dios. Hay muchos cristianos que no son del todo sumisos y que han escogido su propio rumbo pero que, a veces, tras años de sufrimiento y frustración regresan a la senda de Dios. Sin embargo, es una manera muy costosa de aprender a esperar la guía divina.
¿Crees que Dios tiene un plan para tu vida? ¿Estás resuelto a descubrir cuál es Su plan, y a seguirlo? Entonces, tendrás que orar continuamente por Su guía; no solo someterte a Su voluntad, no solo acudir al Señor y ejercitar tu fe, sometiendo tu cuerpo y consagrándote por completo, sino orar por Su guía. Solicítala, ora con expectación y espera que te revele Su voluntad para ti.
Santiago 1:6 dice que tenemos que pedir «con fe» conocer la voluntad divina y aguardar con ilusión que nos guíe. La Palabra de Dios dice: «El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá»[5]. Es decir, si está dispuesto a cumplir con Su voluntad, la conocerá.
Hoy estuve leyendo el siguiente fragmento de James McConkey:
A través de todas las épocas, jamás ha existido una persona como tú. Eres único y no tienes ningún duplicado. No existen dos hojas ni dos joyas iguales, como tampoco dos estrellas o dos vidas idénticas. Cada ser humano es una idea nueva y exclusiva de Dios. No existe un ser humano en este mundo que pueda hacer tu trabajo tan bien como tú. Te necesitamos. Dios tiene un buen plan para ti. Y si no lo has descubierto y no conoces el propósito que Dios te tiene reservado, te estás perdiendo la gloria que podrías disfrutar.
Cada gema preciosa tiene su propio fulgor, cada flor destila su fragancia distintiva, cada creyente posee su chispa peculiar de la luminosidad y fragancia de Cristo. ¿Dios te ha dado una personalidad diferente? También ha creado un círculo particular de personas a quien solo tú puedes llevar el mensaje, y nadie en este mundo podrá igualarte[6].
Busca Su guía, descubre Su plan para ti. Acude al Señor y pídele que te guíe y oriente en todo momento; y Él lo hará.
Texto adaptado de una transcripción del programa Momentos de meditación. Publicado en Áncora en junio de 2021.
[1] Tomado de This Is My Story, This Is My Song (Fleming H. Revell, 1968).
[2] 1 Corintios 3:16.
[3] Filipenses 2:12,13.
[4] Romanos 12:1,2.
[5] Juan 7:17.
[6] Tomado de The God-Planned Life, de James H. McConkey (1858-1937).
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