«¡Gracias por todo!»
Steve Hearts
Pablo dice en Romanos 8:28: «Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con Su propósito». En Proverbios leemos que: «Los pasos de una persona están dirigidos por el Señor»[1]. Y Jesús dijo que nos había escogido y ordenado[2]. Estas escrituras, junto con otras, dejan claro que nuestra vida está guiada por nuestro Creador con un propósito divino.
A pesar de la verdad de estos versículos, durante los momentos en que la vida es complicada y confusa, me pregunto qué podría haber pasado si las cosas hubieran resultado un poco diferentes, y me gustaría poder dar marcha atrás y volver a hacerlas.
Fue durante un momento así, el otro día, que escuché una de mis películas favoritas: Sr. Destino. Ocurre todo el día en que Larry Burrows, interpretado por James Belushi, cumple 35 años, mi edad. Veinte años antes, Larry quedó eliminado en el último turno al bate durante un juego del campeonato de béisbol de la escuela secundaria, y lo ha lamentado desde entonces. Entonces, en su cumpleaños número 35, que parecía haber sido olvidado por todos, excepto por su mejor amigo, y que empeora cuando lo despiden de su trabajo, reflexiona sobre aquel juego de béisbol y desea haberlo podido ganar.
Mientras se dirige a casa, su auto se detiene. Llama a una grúa y entra en un bar cercano mientras espera. Mike, el barman, interpretado por Michael Caine, es amigable y simpático. Además, lo sabe todo sobre Larry, incluso su pesar por lo sucedido hacía veinte años. Mike le hace a Larry una bebida que él llama «La leche derramada», lo que lo lleva al pasado para que pueda vivir su vida como hubiera sido si hubiera ganado el juego. Su vida queda totalmente alterada en todos los aspectos. Lo más desconcertante de todo es que está casado con otra persona, al igual que su esposa Ellen. Esto no le gusta y trata de cambiar las cosas de nuevo. Pero al hacerlo, termina poniendo en peligro tanto su trabajo como su vida.
Misericordiosamente, antes de que ocurra lo peor, se encuentra nuevamente en el bar con Mike. Su vida vuelve a la normalidad y tiene un nuevo aprecio por sus muchas bendiciones. Llega a casa a una fiesta sorpresa de cumpleaños organizada por Ellen. Su jefe lo visita inesperadamente y le ofrece una mejor posición con la misma compañía. Además de alegrarse por todo ello, lo más importante es que está libre de lamentaciones y está decidido a vivir la vida al máximo sin centrarse en lo que podría haber ocurrido.
Al escuchar esta película, recuerdo que la vida no es un lecho de rosas para ninguno de nosotros. Todos tenemos problemas y todos hemos hecho cosas que quisiéramos volver a hacer o deshacer por completo. Todos experimentamos dolor, desilusión e incluso fracaso. Pero no debemos permitir que estas cosas nos impidan contar nuestras bendiciones, apreciar lo que tenemos y seguir avanzando cada día. Como Mike le dice a Larry en un momento de la película: «Es tu vida, Larry. Aprende a disfrutar de lo que tienes.»
Claro, las segundas oportunidades llegan, y estoy a favor de aprovecharlas. Pero como dice el dicho: «No podemos llegar a ninguna parte hoy si estamos atados al ayer».
Quienes conocemos a Jesús, estamos aprendiendo cada día a confiar en Él en cuanto a Su plan para nuestra vida y Su capacidad para disponer todas las cosas para bien, incluyendo nuestras decepciones, fracasos, etc. Después de todo, Él nos conocía a cada uno de nosotros incluso antes de que naciéramos. Él dice en Jeremías 1:5: «Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado»[3].
Después de escuchar esta película, decidí decirle regularmente a Jesús lo que Larry le dijo a Mike una vez que la experiencia había terminado: «Gracias por todo, lo bueno y lo malo. Lo que sea que tengas planeado para el resto de mi vida, es perfecto.»
Por supuesto, ha habido y habrá momentos en que dejar nuestra vida y situación en manos de Dios será más fácil decirlo que hacerlo. Pero con Su ayuda, podemos hacer todas las cosas en Cristo que nos fortalece; y nada puede cambiar el hecho de que cada uno de nosotros ha sido elegido por Él con un propósito.
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