Gracia para tiempos difíciles
Palabras de Jesús
«Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada». Santiago 1:2-4[1]
Si quieres Mi paz perfecta confía en Mí, hijo Mío, confía. A medida que recuerdas otros tiempos en que te debatías y te preguntabas: «¿Cómo puede ser?», ¿ves que todo eso redundó en provecho tuyo? ¿Ves en tu carácter los buenos frutos de la maduración?
Hay momentos en la vida cuando debes caminar una milla con el sufrimiento. Pero es sufrimiento piadoso, que no tiene por objeto hacerte daño sino que es por tu bien. No te preocupes ni temas haber fracasado, sino confía en Mis buenos propósitos en tu vida para cada milla del camino.
En los momentos de dificultades, cuando soportas las tormentas de la vida, estoy a tu lado. Quiero que salgas victorioso y te llenes de Mi alegría hasta rebosar, mas debes buscar tu gozo en Mí. Incluso Mi servicio, que puede ser fuente de alegría y muy gratificante, no puede ocupar el lugar de tu comunión conmigo.
Ven a Mí y permite que Mi Espíritu produzca alegría en tu vida. Dónde y cómo me sirvas no es tan importante como tu relación conmigo y la orientación que recibes de Mi mano. Tu tiempo en la Tierra y tu servicio a Mí no son más que una gota en el mar de Mi inmenso y maravilloso universo. Sin embargo, tu comunicación conmigo y todo lo que aprendes mediante ella perdurarán por la eternidad.
Eres muy especial para Mí. Te hice tal cual eres y pensé cada detalle de tu personalidad y composición. Te creé para que cumplieras una misión pensada para ti en particular. No hay nadie como tú, ni nadie más de quien pueda valerme exactamente de la misma forma para llegar a las personas a quienes quiero que lleves Mi amor.
Gracia ante la aflicción
«Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para ustedes, de manera que siempre, en toda circunstancia, tengan todo lo necesario, y toda buena obra abunde en ustedes. El que le suple semilla al que siembra también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que ustedes produzcan una abundante cosecha de justicia». 2 Corintios 9:8, 10[2]
Las cargas que has llevado con tanta valentía te han acercado a Mí. Con este padecimiento has aprendido a apoyarte más plenamente en Mí, en Mis fuerzas y gracia. Con este tiempo de sufrimientos ha brotado la dulzura, y en ello me complazco mucho. Las tribulaciones te han llevado a clamar a Mí y te he consolado y sustentado.
Aunque te sientes débil y padeces enfermedad y tienes dificultades, alégrate de que el amor que sientes por Mí te ha sustentado, y tu fe y tu perseverancia han aumentado. No temas, pues, los momentos de las pruebas, recuerda que estás peleando la buena batalla de la fe. Vas bien, y Mi fuerza se manifiesta por medio de tu debilidad.
Te amo, eres un tesoro para Mí. No temas ni dudes jamás del maravilloso amor que siento por ti. Yo te guardaré, te sustentaré y te mantendré momento a momento y, cuando se termine tu carrera, entrarás en el gozo de tu Señor.
Gracia para confiar
«Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad. Por lo tanto, no temeremos». Salmo 46:1,2[3]
Confía en Mí en este tiempo de padecimiento que atraviesas. Confía en Mí, sabiendo que en Mi amor todo lo hago bien.
No veas tu situación actual como un castigo o un azote de Mi mano. Te ha acercado más a Mí. Aun en tus momentos de angustia, dolor y sufrimiento, sigues confiando en Mí, y mirándome con fe. A mis ojos, eso tiene mucho valor, ¡es un bello testimonio de fe!
No pienses en ti como un fracasado, o un lastre para otros, o que te vean como a alguien a quien el Señor está tratando con mano dura. Considera este tiempo de aflicción como un tiempo de alegría y de prueba, para honrarte y concederte un honor, pues tu fe probada en el fuego es mucho más preciosa que el oro[4].
Aférrate a tu fe y confianza; recuerda que será generosamente recompensada[5]. No des lugar al temor. No te cargues con el peso del remordimiento ni con la necesidad de hacerte más merecedor de Mi curación y bendición. Mi gracia se te da con liberalidad y no es por tus propias obras de justicia, sino por Mi misericordia[6].
Ten fe, y confía en Mí a pesar del sufrimiento, el dolor y la sensación de pérdida que experimentas. Si puedes confiar en Mí y decir: «Aunque pase por el horno de aflicción, seguiré confiando en Él; aunque pierda las fuerzas, la salud y hasta la vida, seguiré confiando en Él; confío en que Él lo hace todo bien», te habrás puesto enteramente a Mi cuidado.
A medida que pongas tu confianza en Mí encontrarás paz y satisfacción interior sabiendo que me complace tu vida de amor y que luches con fe. ¡Mi amor por ti es inmenso! No temas, pues. Acude a Mí y encuentra reposo y paz en Mi presencia.
Construido para aguantar
«Por eso los fieles te invocan en momentos de angustia; caudalosas aguas podrán desbordarse, pero a ellos no los alcanzarán. Tú eres mi refugio; Tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación». Salmo 32:6,7[7]
Comprendo que te sientas como una pequeña embarcación que ha zarpado en el extenso mar de la vida. Y ahora, sin ver tierra en el horizonte, tu diminuta embarcación ha sido sorprendida por una tempestad. Los vientos aúllan, las olas braman y los truenos y los relámpagos estallan a tu alrededor. Piensas en regresar, pero no puedes, pues la tempestad te rodea. Ni siquiera puedes avanzar, porque no ves adónde te diriges. Dudas que tu pequeño navío pueda resistir la furia de los elementos sin despedazarse.
Si acudieras a Mí, el constructor de tu pequeño navío, comprenderías que te he creado con el pleno conocimiento de que en el mar hay tormentas. Tuve en cuenta el curso de los vientos y la tempestad, y construí tu barco de forma que resistiera. No te preocupes, pues, si pierdes un palo por aquí o por allá, o si una de las velas se rasga. He construido tu barco para que dure, y no naufragarás en la tormenta.
No te pido que luches por tu cuenta para mantenerte a flote ni que avances durante la tempestad. Solo siéntate con calma, con confianza, como lo haría una niñita que se sienta en las piernas de su padre, sintiéndose segura y a salvo, sabiendo que por nada del mundo su padre dejará que le pase nada malo. Tu Padre celestial siempre cuidará de ti, pues te ama mucho.
Gozo espiritual
«Les he dicho esto para que tengan Mi alegría y así su alegría sea completa». Juan 15:11[8]
El gozo de Mi Espíritu siempre está contigo, incluso cuando no sientes gozo en el corazón y lloras, Mi gozo es algo que nunca cesa, y no te lo pueden quitar ni las noches de mayor soledad ni los más negros nubarrones. La felicidad de las cosas terrenales es temporal y es un sentimiento pasajero. Viene y va con el estado de ánimo, el ambiente y las cosas físicas que puedes ver, tocar y sentir.
En cambio, el gozo de Mi Espíritu proviene de saber que soy tu Salvador, que cuido de ti, que te he llamado y escogido, y preparo para ti un lugar eterno en el Cielo.
El gozo que Yo doy es tan constante como el sol. Aunque llegue la noche y no lo veas, nunca pones en duda su existencia, ni desconfías de que al día siguiente saldrá el sol. Así es el gozo que te doy; aunque siempre está presente, la noche llega y lo pierdes de vista. Ese es el momento de confiar, y reposar en Mí hasta la mañana, cuando se haga visible nuevamente.
Artículo publicado por primera vez en 1997. Texto adaptado y publicado de nuevo en noviembre de 2022.
Artículos recientes
- Un bebé en mis brazos
- ¿Tiene la Navidad la influencia de tradiciones paganas?
- Encontrar la voluntad de Dios y tomar decisiones que Dios apruebe
- Recuperación por medio de la alabanza, 3ª parte
- Jesús, tu eterno amigo
- El sentido de los problemas
- Las buenas nuevas, un gran gozo para todo el mundo
- El oficial gentil
- Buenas nuevas para todos en todas partes
- Tesoros eternos