Explorar las maravillas: Salmo 104
María Fontaine
Escuchaba el Salmo 104. A mi juicio, esa es la descripción más bella de la creación. Casi puedo sentir el magnífico poder de Dios que recorre los cielos, deteniéndose en uno y otro lado para afinar detalles infinitamente complejos, ¡diseñando la perfección y la vida en sus múltiples formas! ¡Se podría comparar a una pintura que con las palabras se va formando frente a nosotros con toda su gloria! No importa cuántas veces he escuchado ese salmo, siempre me hace alabar de todo corazón a nuestro Creador. Espero que tomes unos momentos para ser partícipe de esa experiencia y dejar que cobre vida en tu corazón y en tu mente.
He descubierto que la mejor manera de que yo asimile algo así es tomar cada versículo o descripción y tratar de visualizarlo. A medida que se lee, tratar de verlo con la imaginación, o pedir al Señor que nos dé una visión de Sus obras. En cada versículo en el que el salmista alaba a Dios, también nosotros podemos alabar con él. Eso puede hacer que la experiencia con Dios sea un rato de alabanza con profundo significado.
Procura visualizar esos elementos de la creación que surgen a la vida a las órdenes de Dios. Imagina el rugido de las aguas al huir de la tierra, mientras las montañas se elevan más y más hacia el cielo. Imagina ola tras ola de verde, azul y colores brillantes, arremolinándose por tierras áridas a medida que Él viste la Tierra como un ser vivo. Imagina el asombro absoluto al ver a Dios en Su carro de nubes, que cruza todo el horizonte haciendo que la lluvia caiga a Su paso, como si se tratara de enormes cortinas que se descorren, a fin de asegurarse de que la vida crezca hasta en la grieta más diminuta.
Maravíllate al ver que el Creador del universo con ternura protege una flor diminuta u observa con alegría cómo incluso la criatura más pequeña suscita nueva vida. Considera la maravilla de la complejidad de Sus planes para proveer no solo lo que necesitamos, sino lo que puede darnos placer: los sabores de la comida, el vino para alegrarnos, el aceite de oliva para nuestra piel.
Claro, en este salmo el escritor puede solo resumir la inmensa labor de la creación y toda su complejidad. ¡Hay mucho más que espera ser descubierto!
1 Que todo lo que soy, alabe al Señor.
¡Oh Señor mi Dios, eres grandioso!
Te has vestido de honor y majestad.
2 Te has envuelto en un manto de luz.
Despliegas la cortina de estrellas de los cielos;
3 colocas las vigas de Tu hogar en las nubes de lluvia.
Haces de las nubes Tu carro de guerra;
cabalgas sobre las alas del viento.
4 Los vientos son Tus mensajeros,
las llamas de fuego, Tus sirvientes.
5 Colocaste el mundo sobre sus cimientos,
así jamás se removerá.
6 Vestiste a la tierra con torrentes de agua,
agua que cubrió aun a las montañas.
7 A Tu orden, el agua huyó;
al sonido de Tu trueno, salió corriendo.
8 Las montañas se elevaron y los valles se hundieron
hasta el nivel que Tú decretaste.
9 Después, fijaste un límite para los mares,
para que nunca más cubrieran la tierra.
10 Tú haces que los manantiales viertan agua en los barrancos,
para que los arroyos broten con fuerza y desciendan desde las montañas.
11 Proveen agua a todos los animales,
y los burros salvajes sacian su sed.
12 Las aves hacen sus nidos junto a los arroyos
y cantan entre las ramas de los árboles.
13 Desde Tu hogar celestial, envías lluvia sobre las montañas
y colmas la tierra con el fruto de Tus obras.
14 Haces crecer el pasto para los animales
y las plantas para el uso de la gente.
Les permites producir alimento con el fruto de la tierra:
15 vino para que se alegren,
aceite de oliva para aliviarles la piel,
y pan para que se fortalezcan.
16 Los árboles del Señor están bien cuidados,
los cedros del Líbano que plantó.
17 Allí hacen sus nidos las aves,
y en los cipreses las cigüeñas hacen su hogar.
18 En lo alto de las montañas viven las cabras salvajes,
y las rocas forman un refugio para los damanes.[1]
19 Creaste la luna para que marcara las estaciones,
y el sol sabe cuándo ponerse.
20 Envías la oscuridad, y se hace de noche,
la hora en que merodean los animales del bosque.
21 Los leones jóvenes rugen por su presa,
acechan en busca del alimento que Dios les provee.
22 Al amanecer, se escabullen
y se meten en sus guaridas para descansar.
23 Entonces la gente sale a trabajar
y realiza sus labores hasta el anochecer.
24 Oh Señor, ¡cuánta variedad de cosas has creado!
Las hiciste todas con Tu sabiduría;
la tierra está repleta de Tus criaturas.
25 Allí está el océano, ancho e inmenso,
rebosando de toda clase de vida,
especies tanto grandes como pequeñas.
26 Miren los barcos que pasan navegando,
y al Leviatán, al cual hiciste para que juegue en el mar.
27 Todos dependen de ti
para recibir el alimento según su necesidad.
28 Cuando Tú lo provees, ellos lo recogen.
Abres Tu mano para alimentarlos,
y quedan sumamente satisfechos.
29 Pero si te alejas de ellos, se llenan de pánico.
Cuando les quitas el aliento,
mueren y vuelven otra vez al polvo.
30 Cuando les das Tu aliento, se genera la vida
y renuevas la faz de la tierra.
31 ¡Que la gloria del Señor continúe para siempre!
¡El Señor se deleita en todo lo que ha creado!
32 La tierra tiembla ante Su mirada;
las montañas humean cuando Él las toca.
33 Cantaré al Señor mientras viva.
¡Alabaré a mi Dios hasta mi último suspiro!
34 Que todos mis pensamientos le agraden,
porque me alegro en el Señor.
35 Que todos los pecadores desaparezcan de la faz de la tierra;
que dejen de existir para siempre los perversos.
Que todo lo que soy alabe al Señor.
¡Alabado sea el Señor! Salmo 104 (NTV)
Publicado por primera vez en septiembre de 2019. Texto adaptado y publicado de nuevo en mayo de 2022.
[1] Mamíferos pequeños, herbívoros, de los hiracoideos. Son animales bien cubiertos de pelo, rechonchos, de cola corta. Generalmente miden entre 30 y 70 cm de largo y pesan de 2 a 5 kg.
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