Eternamente verdadera
Recopilación
[La Biblia] es la Palabra de Dios. Es eternamente verdadera. Es necesaria para la instrucción, para reprensión, para justicia y, sí, para recibir cada mañana la frescura de Su voz. Quienquiera que haya copiado las palabras del manuscrito original a esos papiros no se imaginó que Dios las preservaría con sus verdades eternas durante tanto tiempo. El texto que tenemos delante de nosotros registró las palabras de Jesús dirigidas a la mujer con el vaso de alabastro de perfume, diciéndole que lo que ella había hecho para alabar al Señor sería contado dondequiera que se predicara el evangelio. Y aquí, en esta sala de la Universidad de Michigan, dos mil años después, vimos, nos conmovimos y nos deleitamos en Cristo, nuestro eterno contemporáneo.
Equivocadamente degradamos la naturaleza intemporal de la Palabra de Dios cuando pensamos en ella como «lo mismo de siempre». Es nueva, atemporal, como el rocío fresco en el pasto seco, como el agua para el alma sedienta. Y la sed nunca es solo algo del pasado. […]
David lo expresó mejor: «En mi corazón atesoro Tus dichos para no pecar contra ti»[1]. Hasta que aprendamos a atesorar la Palabra y repasarla para llegar a la fuente de toda la vida, seremos como cachorritos que atacan la imaginación y la dejan destrozada. La Palabra de Dios es el depósito hecho en el banco de memoria del alma. Ese es el banco que proporciona el capital del cual extraemos cuando la vida exige un precio. Vivir de ese capital proporciona la maravilla perpetuamente, pues el cielo y la tierra pueden pasar, pero Su Palabra permanece para siempre.
Tal vez cambiemos, pero Su Palabra no cambia porque es verdadera en cada etapa de la vida, en toda circunstancia. Nos mantiene en contacto con lo nuevo. Hace que tengamos expectativas reales, que no prometen un viaje sin problemas, sino la presencia de Dios en cada padecimiento. Mantiene nuestros pies en sintonía con la cabeza y nos da las fuerzas para el viaje, para todo el camino. Ravi Zacharias[2]
Inspirada por Dios
En el Nuevo Testamento se afirma que «toda la Escritura es inspirada por Dios»[3]. Por lo tanto, deberíamos esperar prueba corroborativa externa en la historia, en la arqueología y en las disciplinas relacionadas, pero al final, la Palabra de Dios se autentificará a sí misma al ser percibida como la Palabra de Dios por lo que dice, por su coherencia interior y porque resulta válida. Sin permitirnos el sentimentalismo ni la imaginación exagerada, cuando nos interesamos en la Palabra de Dios a veces sentimos interiormente la presencia misma de Dios, y sabemos que Él nos habla. […]
Ese es uno de los secretos a voces de la vida y testificación de Daniel. Creía que las Escrituras eran la viva Palabra de Dios. Esta convicción es todavía el secreto para vivir en «Babilonia», sin que «Babilonia» viva en nuestro interior. John Lennox[4]
Carta de amor que ha escrito Dios
La Biblia no es simplemente un libro religioso, sino el más sensacional y maravilloso del mundo entero, que contiene la respuesta a cualquier interrogante: De dónde vinimos, cómo llegamos hasta aquí, por qué estamos en este mundo, cómo sobrevivir y ser felices en nuestro peregrinaje por la vida, y cómo podemos amar y alcanzar felicidad eterna.
Considera los siete datos siguientes que hacen de este libro una obra incomparable:
1) La continuidad de la Biblia es única. Fue escrita en un lapso de más de 1.500 años por más de 40 autores de muy diversa condición social, entre ellos reyes, campesinos, filósofos, pescadores, pastores, soldados, poetas, estadistas y eruditos. Sin embargo, de principio a fin sus autores tocaron cientos de temas polémicos con armonía y continuidad, exponiendo entre todos un solo relato: el amor de Dios y Su propósito para la humanidad.
2) La Biblia la han leído más personas que ningún otro libro. Se han vendido más ejemplares de los Textos Sagrados que de ningún otro libro y cada año siguen vendiéndose más ejemplares de la Biblia que de ninguna otra obra del mundo.
3) La Biblia ha sido traducida y publicada en más idiomas que ningún otro libro. Ya en 1966 se había publicado la Biblia entera en 240 idiomas y dialectos, y uno o más libros de las Sagradas Escrituras en otros 739 idiomas.
4) Comparada con todas las demás obras de la antigüedad, hay más pruebas manuscritas de la Biblia que de diez obras cualesquiera de la literatura clásica. Aunque al principio la escribieron en materiales frágiles y durante miles de años se hicieron las copias a mano hasta que se inventó la imprenta, su estilo, su exactitud y precisión se han conservado mejor que en el caso de ningún otro libro de toda la historia. Se han desenterrado miles de manuscritos antiguos en los idiomas originales, los cuales demuestran sin asomo de duda que, a pesar de los siglos, las Escrituras nos han sido transmitidas tal como fueron escritas originariamente.
5) La Biblia ha sabido resistir como ningún otro libro los violentos ataques que contra ella han lanzado sus enemigos. Muchos pretendieron quemarla, destruirla y prohibirla, desde los tiempos de los emperadores romanos. El solo hecho de que siga existiendo hoy en día y de que sus enseñanzas y verdades se hayan conservado a pesar de innumerables campañas y diatribas contra ella es en sí un milagro.
6) Innumerables descubrimientos de arqueólogos modernos han confirmado y demostrado la exactitud de la Biblia, con lo que queda comprobado que es una fuente precisa para la Historia. Ha habido arqueólogos que, basándose en referencias del Antiguo Testamento, redescubrieron naciones enteras.
7) La Biblia es la única obra publicada que contiene gran cantidad de profecías que predicen con exactitud el futuro de naciones, pueblos y ciudades determinados, así como la venida del que había de ser el Mesías. La Biblia está llena de incontables profecías detalladas y específicas que se han cumplido milagrosamente; exceptuando, claro está, las que se cumplirán en un futuro próximo.
Cada uno de nosotros hace un largo viaje, y aquel que conoce el camino ha dado instrucciones a algunos de Sus hombres para que confeccionen un mapa detallado, a fin de que no nos perdamos, que aprendamos la manera correcta de proceder en este mundo y podamos finalmente llegar a buen puerto. Decir que no tienes tiempo para leer el mapa de Dios, la Biblia, es como si dijeras: «¡Tengo tanta prisa por llegar que no tengo tiempo de consultar el mapa!» En cambio, si simplemente tomas la Biblia, la lees, la crees y haces lo que te indica, irás por buen camino y llegarás a buen destino.
Claro que lo más maravilloso de la Biblia es que leyéndola podemos llegar a conocer a su autor, pues es una carta de amor incomparable que nos ha escrito Dios. Sus palabras vivificantes la convierten en el mejor libro del mundo, el único cuyo autor puede garantizar vida, amor, felicidad y Cielo eternos, siempre que se lea y se crea en su principal personaje, aquel que nos amó tanto que entregó Su vida para salvarnos: Jesucristo, el Hijo de Dios. Todos los hechos maravillosos y emocionantes que la Biblia atribuye a Jesús pueden suceder también en este instante, pues «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siglos»[5]. David Brandt Berg
Publicado en Áncora en noviembre de 2015.
[1] Salmo 119:11 NVI.
[2] Recapture the Wonder (Nashville: Thomas Nelson, 2005).
[3] 2 Timoteo 3:16.
[4] Against the Flow (Oxford, UK: Monarch Books, 2015).
[5] Hebreos 13:8.
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