Escupido por una ballena
Curtis Peter van Gorder
Me encantan las noticias peculiares, sobre todo las que sirven de trampolín para sumergirme profundamente en realidades espirituales y son buenas para iniciar una conversación. Te sacuden, te alejan de la autocomplacencia y te hacen darte cuenta de que la vida está llena de sorpresas.
Es fácil dejar la vida pasar y que un día se desdibuje en el siguiente día, pero a veces hay interrupciones en nuestro camino: un ciervo se cruza frente al automóvil y lo atropellas; nos enteramos de que nuestra esposa va a tener trillizos, y el día de su parto aparece uno más, o sea, cuatrillizos[1]; encontramos un anillo de diamantes perdido con una zanahoria dentro mientras estamos recogiendo verduras en nuestro jardín 13 años después de que se perdió[2]; nos cae un rayo por séptima vez[3]; o una ballena nos traga durante 40 segundos, como le sucedió a Michael Packard cuando buceaba en aguas profundas frente a Cape Cod en busca de langostas.
«De repente, sentí un fuerte empujón y todo estaba negro a mi alrededor», relata. Confundido al principio, luego se dio cuenta de que estaba en la boca de una ballena jorobada que se lo quería tragar. «Pensé: “De aquí no voy a poder salir. Se acabó, estoy muerto”. En lo único que podía pensar era en mis hijos, tienen 12 y 15 años.» Después, la ballena salió a la superficie, sacudió la cabeza y escupió el bocado de mal sabor al océano, donde Michael fue rescatado por su primer compañero, que lo estaba buscando en un bote[4].
Situaciones como esta nos hacen darnos cuenta de qué es lo que realmente importa en la vida, como lo hizo con el profeta Jonás, una historia que descubrí que muchas personas con las que he hablado no conocen. Dios le ordenó a nuestro héroe fallido, Jonás, que fuera a Nínive, la floreciente capital del Imperio neoasirio. Fue la ciudad más grande del mundo durante 50 años. Su propósito era advertirles para que se arrepintieran de sus malas conductas, y Nínive tenía muchas —demasiadas para enumerarlas aquí—, pero basta mencionar que eran grotescamente crueles con sus enemigos con la intención de infundirle temor a cualquiera que los desafiara.
Pues en lugar de ir a Nínive obedeciendo a Dios, zarpó a España, que estaba en la dirección opuesta. Pero como siempre, el plan de Dios no se vería frustrado, por lo que envió un vendaval con fuerza de huracán para sacudir a todos los que iban a bordo. Después de hacer todo lo posible para escapar de una calamidad certera, la tripulación arrojó a Jonás por la borda para apaciguar la ira de Dios. Pareció dar resultado, porque el océano se calmó. A Jonás se lo tragó un pez gigante, al igual que le pasó a Michael en la historia anterior.
Estuvo tres días y tres noches en la ballena y clamó fervorosamente al Señor, suplicándole que lo librara de una tumba acuosa. El Señor respondió sus oraciones e hizo que la ballena lo escupiera... Adivina lo que pasó después. Exacto; Jonás fue adonde Dios quería: a Nínive. Fue a Nínive y les predicó: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»[5] ¡Un breve sermón!
Es interesante notar que en una traducción al inglés de este versículo, en lugar de destruida dice otra palabra que significa transformada completamente, que fue lo que sucedió. Pero, ¿Jonás se alegra cuando toda la ciudad se arrepiente en cilicio y ceniza, pidiendo perdón? ¡No! Cuando el día de la destrucción llega y pasa sin que caiga fuego del cielo, se pone de mal humor, esperando ver qué sucederá después.
El calor era muy, muy, muy intenso y se le estaban friendo las neuronas cuando de pronto Dios aparece de nuevo y hace que crezca una planta de calabaza para darle algo de sombra en su refugio. Jonás seguía gritándole a Dios y quejándose porque los ninivitas no obtuvieron su merecido. Sin embargo, Dios no había terminado y envía un gusano a comerse la planta de calabaza, que se marchita y muere. Y para colmo de males, envía un terrible viento del este que sopla y calienta a Jonás un poco más hasta que prefiere morirse para no asarse en ese horno al aire libre. Dios termina la historia diciendo: «Tuviste piedad de la planta de calabaza, ¿y no debería Yo perdonar a la gente de Nínive que no distingue su mano derecha de su izquierda y también a muchos animales?» ¡Fin de la historia!
Más que un relato sobre un profeta desobediente, que incluso cuando hace lo correcto se equivoca mucho, esta es una historia sobre cómo obra Dios. Él es el Dios de Jonás, pero también el Dios de la tripulación del barco, el Dios de la ballena, el Dios de los ninivitas, el Dios de la calabaza, el Dios del gusano, y el Dios del viento del este. ¿Dónde no está Dios en esta historia?
También está en cada página de la historia de nuestra vida, si abrimos los ojos, leemos y nos tomamos en serio lo que nos escribió. Y la próxima vez que seas el personaje principal de un acontecimiento peculiar, recuerda quién está escribiendo el guión y confíale los resultados. Está presente más a menudo en las interrupciones de nuestra vida que en los planes que tengamos.
P.D.: En este enlace encontrarán un cómic que resume el libro de Jonás. Y este artículo ofrece una comparación interesante de la historia de Jonás y la de Jesús. (Ambos en inglés.)
[1] https://www.parents.com/health/parents-news-now/mom-delivers-quadrupletsbut-thought-she-was-having-triplets.
[2] https://www.bbc.com/news/world-us-canada-40956139.
[3] https://en.wikipedia.org/wiki/Roy_Sullivan.
[4] https://www.capecodtimes.com/story/news/2021/06/11/humpback-whale-catches-michael-packard-lobster-driver-mouth-proviencetown-cape-cod/7653838002.
[5] Jonás 3:4.
Artículos recientes
- La fe y los desafíos
- Un puesto en la mesa del Padre
- La asombrosa gracia de Dios
- Cómo enfrentar y superar la adversidad
- Obras en curso
- Respuesta cristiana en un mundo polarizado
- La viuda de Sarepta: Un relato de esperanza
- Superar el temor y la preocupación
- La fortaleza de Dios en nuestra debilidad
- Nuestras acciones superan la intención