En el principio ya existía la Palabra
Recopilación
Recurrimos al Evangelio de Juan donde tenemos el plan y la explicación detallada de la salvación, de qué se trata y por qué vino Jesús. El Evangelio de San Juan fue escrito por quien probablemente fue el más joven de todos los discípulos, de quien se dice: «el discípulo a quien Jesús amaba»[1].
La mayoría de quienes son autoridades en el tema, teólogos e historiadores, están bastante de acuerdo en que probablemente él era el más joven de todos los discípulos, quizás solo un adolescente. Y a pesar de su edad él comprendió el plan de la salvación y el porqué de la venida de Jesús. No solo para cumplir todas las profecías sobre el Mesías, ni siquiera para ser el Mesías en aquel momento, por así decirlo. Juan explicó con claridad, mediante el poder del Espíritu Santo, el significado de Jesús y quién era Él en realidad.
¿Quien dice Juan que era Jesús? El Verbo, la Palabra. Eso es lo primero que dice Juan: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho»[2].
Jesús era, ante todo, la Palabra de Dios. ¿Qué significa «el verbo»? ¿Qué es una «palabra»? En griego se emplea el término «logos», cuyo significado es «palabra», pero que tiene un sentido muy profundo. «Logos» es una palabra que significa que es una expresión, o inclusive una manifestación de algo. De manera que Jesús es la expresión de Dios.
Dios intentaba comunicar Su amor por medio de Jesús, y de esa manera hacía que Jesús fuera una expresión del amor de Dios. Dios quiso mostrarle Su amor al mundo. No se puede ver el amor, no se puede ver a Dios, así que envió Su Palabra. Lo dijo en Jesús. Lo mostró en Jesús. Lo expresó en Jesús. ¡Lo comunicó en Jesús!
Esa es la profundidad de la palabra «logos», que significa una expresión verdadera y genuina; algo que es casi tangible; que es así de expresivo y de real, y que lo describe con suma efectividad y con semejante expresión, con tanto significado. Jesús era la expresión del amor de Dios. Era el significado del amor de Dios. Era la comunicación del amor de Dios. Expresó con palabras el amor de Dios. Mostró el amor de Dios. Simbolizó el amor de Dios. Manifestó el amor de Dios.
Parece que Juan captó de veras eso y comprendió las profundidades espirituales del amor de Dios, Su salvación y lo que en realidad significaba Jesús para el mundo entero, no solo para los judíos. Juan captó el mayor y más profundo significado de Jesús, y tuvo que haber sido por medio del Espíritu Santo. Es una maravilla que haya podido mostrar tanta profundidad cuando era el menor de todos. Tuvo que depender del Espíritu Santo para comprender el significado y expresar que Jesús era la Palabra de Dios, la expresión de Dios, el amor de Dios, además de ser el Hijo de Dios. David Brandt Berg
La expresión de Dios
En Filipenses 2:6-8 Pablo habla de la igualdad de Jesús con Dios. Afirma que Jesús «existía en forma de Dios», pero que no le parecía necesario aprovechar o aferrarse a esa forma/naturaleza igual. En cambio, por amor a nosotros, «se despojó a Sí mismo» [literalmente, dejó de lado Sus privilegios] tomando forma de siervo. «Se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Colosenses 2:9 habla así de Jesús: «Toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en Él (Cristo)».
Relacionado con esto está la enseñanza de que Jesús es la imagen misma o expresión de Dios. Juan 1:1 habla de Jesús como el Verbo, la Palabra. En griego Palabra es logos, que significa «pensamiento» o «expresión». En Colosenses 1:15 dice que Cristo es «la imagen del Dios invisible». 2 Corintios 4:4 dice también que Cristo es «la imagen de Dios». Hebreos 1:3 dice que Cristo es «el resplandor de Su gloria y la expresión exacta [expresa la imagen] de Su naturaleza». Bob Williams
El logos
Dios es el creador de todas las cosas. Dios es eterno y existía antes de que existiera cualquier otra cosa. Al ser así, para que Jesús sea Dios, debe ser, necesariamente, eterno, y también tiene que haber existido antes de que nada más existiese. Tiene que haber participado en la creación de todo lo que se creó. Según los primeros tres versículos del evangelio de San Juan:
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de Él todas las cosas fueron creadas; sin Él, nada de lo creado llegó a existir.
Cuando Juan hablaba de Dios Hijo antes de que Él naciera en la Tierra, se refería a Él como el Verbo, no como Jesús. Estos versículos demuestran que el Verbo, es decir, Jesús, participó en la creación, ya que «por medio de Él todas las cosas fueron creadas». La palabra que empleó Juan, y que en español se tradujo como Verbo, en el griego original era logos. Quien utilizó por primera vez el vocablo logos (en el siglo VI antes de Cristo) fue un filósofo griego llamado Heráclito, quien lo empleó para nombrar la divina razón o plan que coordina a un universo cambiante. Como tal, para un interlocutor griego de aquel entonces, logos significaba razón, de modo que pudieron haber entendido los versículos como si dijese «En el principio ya existía la razón o la mente de Dios». Entenderían que antes de la creación el Logos había existido con Dios eternamente. Por lo tanto el Logos, el Verbo, Dios Hijo, existía antes de que existiese cualquier cosa creada, incluyendo el tiempo, el espacio o la energía.
Uno de los primeros padres de la iglesia, Anastasio, escribió: «Jamás existió ocasión en que Él (el Logos) no fuese». Él es eterno. El Logos, Dios Hijo, estaba con el Padre y era Dios.
Juan 1:14 añade:
Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado Su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan plantea claramente que el Logos, el Verbo, Dios Hijo, se hizo carne y vivió en la Tierra. Esto significa, ni más ni menos, que Dios Hijo vivió en la Tierra durante un tiempo como ser humano. Significa que Él, el ser eterno e inmaterial, ingresó a Su creación en el tiempo y el espacio. Algo que únicamente podría ocurrir si Dios se encarnase, si se hiciese hombre, que es exactamente lo que sucedió cuando nació Jesús de Nazaret. Se convirtió en el Dios-Hombre, Dios en carne humana que habitó entre nosotros. Peter Amsterdam
Lleno de gracia y de verdad
La verdad no es sencillamente algo pasivo que interceptamos, como el resultado que se ve al final de un episodio de CSI[3] que nos deja con la total certidumbre de «lo que sucedió en realidad». Por supuesto que la verdad tiene ese elemento definitivo; sin lugar a dudas, el Logos que se hizo carne es el relato definitivo de la verdad de Dios. Sin embargo, eso es algo mucho más profundo y con más dimensiones que los datos fríos, insensibles, como se pone de manifiesto en la descripción que Juan hace de Cristo como alguien que está «lleno de gracia y de verdad» en Sí mismo. En la verdad hay una cualidad respectiva, interactiva y participativa, para lo que hace falta más tiempo que una hora a fin de asimilarla y se entiende mejor al vincular su profundidad y carácter en un mundo de alternativas simplistas e impersonales. Pues si la verdad es personal —en efecto, una Persona— exige toda una vida de compromiso con quien es la verdad y el Espíritu que activamente nos guía al descubrimiento de esa verdad.
Sin duda, es grande el misterio de la religión cristiana; no es un misterio oculto como en las historias de CSI, sino un misterio revelado. La descripción que Pablo hace de Jesús está tan llena de verdades inescrutables como de pruebas contundentes: «El fue manifestado en la carne, vindicado en el Espíritu, contemplado por ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria»[4]. Las pruebas de las cumbres y profundidades de esa verdad divina y misteriosa sin duda se reciben como las huellas dactilares, definitivas, que se atienen a los hechos. Sin embargo, también son pistas que señalan a una Persona multidimensional, incansable, llena de gracia y de verdad. Jill Carattini
Publicado en Áncora en junio de 2015.
[1] Juan 13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20.
[2] Juan 1:1-3.
[3] CSI: Crime Scene Investigation (también llamada CSI: Las Vegas o CSI: En la escena del crimen) es una serie de ficción de la televisión estadounidense.
[4] 1 Timoteo 3:16 LBLA.
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