El siervo fiel y el infiel
Peter Amsterdam
[The Faithful and Unfaithful Servant]
La parábola del siervo fiel y del infiel la narran los Evangelios de Mateo y Lucas, con mínimas variaciones. Contextualicemos esta parábola: Jesús hablaba a Sus discípulos poco antes de Su detención y crucifixión. Se encontraban en el Monte de los Olivos, en un lugar retirado de la gente, cuando los discípulos le preguntaron: «¿Qué señal habrá de Tu venida y del fin del siglo?» (Mateo 24:3). Para responder esa pregunta, Jesús habló de sucesos del futuro, incluido el momento de Su regreso: «Verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria» (Mateo 24:30).
De ahí Jesús pasó a relatar esta parábola en el contexto de Su retorno (lo que se conoce como parusía), y dijo a Sus seguidores que nadie sabe cuándo ocurrirá Su retorno: «Del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo Mi Padre» (Mateo 24:36). Jesús también alertó a los creyentes para que siempre estuvieran preparados de cara a aquel día: «Por tanto, estén preparados también ustedes, porque a la hora que no piensen, vendrá el Hijo del Hombre» (Mateo 24:44).
Jesús refirió entonces una parábola que pone de relieve la importancia de vivir de tal manera que en todo momento estemos prevenidos y preparados para Su retorno. Establece un contraste entre dos actitudes en conflicto, una alternativa entre dos opciones que enfrentan los creyentes. Dio comienzo a la parábola planteando una pregunta:
«¿Quién, pues, es el siervo fiel y prudente, a quien su señor lo puso sobre los criados de su casa, para que les diera alimentos a su debido tiempo? Bienaventurado será aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciéndolo así. De cierto les digo que lo pondrá sobre todos sus bienes» (Mateo 24:45-47)
Leemos en este pasaje sobre un siervo al que su señor pone a cargo de su casa en su ausencia. Se le otorga a ese siervo autoridad sobre el resto del personal doméstico y se le encomienda la tarea de administrar el hogar. Al parecer es una casa con muchos sirvientes, y así se le delega una tarea de gran responsabilidad.
El mencionado siervo no presta mayor atención al momento en que regresará su señor, ya que eso no influye para nada en el trabajo que realiza; simplemente cumple sus deberes con fidelidad. El hombre que se ha desempeñado así recibirá altos elogios al retornar su señor. Aparte de recibir honores, será ascendido al puesto de mayordomo, a cargo de todas las posesiones de su amo.
Una vez que se nos presenta un marco hipotético de un siervo que ha actuado con integridad en el cumplimiento de sus deberes, se nos presenta el caso contrario y se describe lo que podría pasar si ese siervo optara por actuar de otra manera y las consecuencias que tendría dicha decisión.
«Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: “Mi señor tarda en venir”, y comienza a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes» (Mateo 24:48-51).
En este pasaje vemos que el siervo sostiene una conversación interna, que razona consigo mismo. El amo está ausente y por alguna razón no regresará cuando estaba previsto en un principio. De ahí que el siervo se sienta libre de actuar con impunidad. A su juicio, haber quedado a cargo en calidad de regente significa que no tiene que rendirle cuentas a los demás y que sus actos no tendrán consecuencias. Se comporta como si el señor de la casa no fuese a regresar nunca y como que jamás tendrá que hacerse responsable de sus decisiones. Ese siervo empieza a actuar con injusticia, su autoridad transitoria se le sube a la cabeza y golpea cruelmente a sus consiervos, y empieza a comer y beber con los borrachos.
Se nos revela que el señor sí regresa, sin previo aviso, y que toma al siervo completamente desprevenido. De alguna manera ese criado perdió de vista el hecho de que si bien la ausencia de su señor se extendió más de lo previsto, no significaba que no iba a regresar nunca. Efectivamente regresó, y se nos cuenta que las acciones del siervo —su mala gestión, el trato áspero y la maldad que tiene con los demás— dieron motivo a que se le juzgara y se le condenara.
Algunas versiones describen el castigo diciendo que se lo cortará en pedazos o se lo cortará por medio. Para unos intérpretes eso significa que se lo cortará de en medio del pueblo, refiriéndose a que se lo separará de la comunidad de creyentes. Otros consideran que se puede interpretar metafóricamente, mientras que otros piensan que significa simplemente que será castigado con severidad. Según muchos exégetas bíblicos, no parece que el término se emplee en sentido metafórico, sino que se debe tomar literalmente como un castigo brutal, empleado con la intención de horrorizar a los oyentes y motivarlos a tomar las decisiones acertadas.
La frase pondrá su parte con los hipócritas del Evangelio de Mateo, en Lucas se presenta como y lo echará con los incrédulos (Lucas 12:46). La palabra en este contexto probablemente debe considerarse como un término generalizado aplicado a quienes toman decisión contra Dios. El lloro y el crujir de dientes expresa profunda tristeza y emoción. Esta frase se emplea siete veces en el Nuevo Testamento, y en todos los casos aluden a quienes han rechazado a Dios y son excluidos de Sus bendiciones en el tiempo del fin.
Esta parábola presenta dos modos opuestos de vivir uno su fe. Una opción es ser como el primer siervo, que con fidelidad y constancia realiza su trabajo día tras día y noche tras noche. Para él no tiene nada que ver en qué momento volverá su amo, puesto que ha realizado continuamente lo que se le ha pedido. Cuando el señor regrese, él estará preparado.
La segunda opción es adoptar la actitud del siervo malvado. Prestó muy poca atención al hecho de que el señor retornaría; al contrario, actuó como si este nunca volvería o que su regreso tendría lugar en un futuro tan lejano que no había por qué preocuparse mucho de ello. La cuestión es que el señor sí regresó y decretó un juicio y un ajuste de cuentas.
Aunque podría parecer que esta parábola trata de dos siervos distintos —uno que decide actuar bien y otro que no—, lo cierto es que trata de un mismo siervo puesto a escoger entre dos opciones. Con ello se infiere que cada creyente enfrenta una alternativa. ¿Seremos fieles al Señor? ¿Viviremos de acuerdo con Sus enseñanzas?
¿Estaremos listos cuando Él regrese o cuando nuestra vida toque a su fin? ¿O, por el contrario, asumiremos la actitud del siervo que vivió como si no tuviera que rendir cuentas, para luego descubrir, ya demasiado tarde, que sí debe rendirlas y que sí se nos hace responsables? La Biblia nos dice: «De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí» (Romanos 14:12).
La decisión correcta es evidentemente la primera: optar por basar nuestra vida en las enseñanzas de Jesús, mantener una sana relación con Dios, amarlo a Él y amar al prójimo, y ser fieles al hacer lo que Él nos ha pedido que hagamos. Al optar por este modo de vivir Dios nos bendecirá, no solo en el presente, sino por la eternidad.
Publicado por primera vez en febrero de 2018. Adaptado y publicado de nuevo en julio de 2024.
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