El sentido de los problemas
De la serie «Una vida más feliz»
[Why Problems?]
El tema de fondo
El hecho de ser cristianos no nos exime de problemas, adversidades y situaciones de apuro cada día. La diferencia reside en que nosotros contamos con la esperanza cristiana, cimentada en nuestra relación personal con Dios, nuestra salvación por medio de la fe en Cristo y la promesa de que gozaremos de un futuro eterno en el Cielo. Siendo cristianos sabemos cómo termina el relato, aun cuando nos hallamos en medio de un capítulo difícil (1 Tesalonicenses 4:13–18). Además, tenemos claro que Dios tiene un propósito en todo lo que experimentamos y ha prometido hacer que todo lo que acontezca redunde en nuestro bien (Romanos 8:28).
La Historia demuestra que las épocas de apuro, calamidad o adversidad suelen derivar en grandes progresos y actos de gran valentía y sacrificio. El escritor inglés Caleb Colton (1777-1832) escribió: «El más puro mineral se produce en el horno más ardiente y el más brillante rayo de luz emana de la más oscura tormenta».
Circula una antigua crónica griega acerca de un soldado del ejército de Antígono (382-301 a.C.) que padecía una enfermedad sumamente dolorosa que amenazaba con quitarle la vida en cualquier momento. En todas las campañas marchaba siempre en la primera línea, donde la lucha era más intensa. La inminencia de su propia muerte lo hacía actuar con absoluta intrepidez, a tentar a la muerte en el campo de batalla y realizar acciones heroicas.
El general Antígono sintió tanta admiración por la bravura de aquel hombre que lo hizo ver por un médico afamado, el cual lo curó de su mal. A partir de ese momento el valiente soldado no volvió a ser visto en el frente. Evitaba el peligro en lugar de buscarlo y le interesaba más resguardar su vida que arriesgarla en la batalla. Su tribulación había hecho de él un gran luchador, de gran coraje; su salud y bienestar minaron su rendimiento como soldado.
La Biblia dice que «tales dificultades serán una gran prueba de su fe, y se pueden comparar con el fuego que prueba la pureza del oro. Pero su fe es más valiosa que el oro, porque el oro no dura para siempre. En cambio, la fe que sale aprobada de la prueba dará alabanza, gloria y honor a Jesucristo cuando Él regrese» (1 Pedro 1:7). Tal vez, de ser instantáneamente relevados de cierta carga o sanados de alguna enfermedad o librados de alguna preocupación, nos extraviaríamos del camino por donde Dios quiere llevarnos a fin de cumplir Sus buenos designios en la vida de cada uno de nosotros (Filipenses 2:13).
Sortear las dificultades de la vida
La vida es una odisea plagada de altibajos, de alegrías y tristezas, de victorias y desafíos. Los cristianos nos embarcamos en esta travesía con una perspectiva singular, guiados por nuestra fe y confianza en Dios. Sin embargo, es importante reconocer que ser seguidores de Cristo no nos exonera de afrontar dificultades. Es más, nuestro compromiso de llevar una vida que esté en armonía con los principios divinos puede acarrearnos más apremios incluso.
Fundamentalmente debemos comprender que afrontar obstáculos no es señal de abandono o castigo de parte de Dios, sino más bien parte del crecimiento y refinación que experimentamos en Él. La Biblia nos advierte que en este mundo enfrentaremos pruebas y tribulaciones; pero a la vez nos tranquiliza, asegurándonos que contaremos con la presencia y la fidelidad de Dios a lo largo del viaje. Explorar la índole de las pruebas y obstáculos que afrontamos, el propósito que tienen en nuestro crecimiento espiritual y cómo podemos superarlos mediante nuestra fe, puede proporcionarnos ánimo y esperanza en la adversidad. […]
El que seamos cristianos no quita que se nos presenten pruebas y batallas en el camino. Antes, la Biblia nos advierte que en la vida encararemos diversos tipos de dificultades. Esas dificultades se manifiestan de distintas formas y ponen a prueba nuestra fe, entereza y perseverancia. […]
Cuando aceptamos los desafíos con una perspectiva de fe llegamos a ser testimonios vivientes del poder y la gloria de Dios. Al sortear las dificultades apoyados en la fortaleza y gracia divinas, otras personas de nuestro entorno son testigos de la maravillosa obra que Él está realizando en nosotros. Nuestros testimonios de la fidelidad y provisión divinas llegan a ser fuente de inspiración y aliento para quienes nos rodean. Emmanuel Abimbola[1]
¿Qué caracteriza a tus héroes?
¿Cómo era la vida de tus héroes? ¿Qué característica admiras tanto en ellos? Si eres como la mayoría de la gente, nuestros héroes destacan porque lidiaron con grandes problemas y triunfaron ante la adversidad. Veamos algunos ejemplos:
Abraham Lincoln, que logró grandes progresos en cuanto a la abolición de la esclavitud, lideró corajudamente la presidencia de los Estados Unidos, defendió sus convicciones pese a enfrentar enormes obstáculos y en consecuencia terminó perdiendo la vida. La madre Teresa renunció a todo para servir a los pobres e indigentes de la India. En rigor, sacrificó su tiempo, energía y aptitud para amar y cuidar a los «más pequeños».
Nuestros héroes no llegaron a serlo porque estuvieran 100% libres de problemas y pudieran sentarse todo el día a ver televisión. Nuestros héroes eran activos, participativos, y le plantaron cara a los problemas más morrocotudos que el mundo les puso delante. No rehuyeron de los problemas; al contrario, los buscaron resueltamente como el cazador acecha a su presa. Cuando los problemas cobraron proporciones gigantescas, nuestros héroes se pusieron a la altura de las circunstancias e hicieron lo que había que hacer.
Acuérdate de esta profunda verdad la próxima vez que afrontes una situación difícil y tengas ganas de darte la vuelta y salir corriendo. Sí, los problemas son complicados y estresantes; y sí, pueden ser penosos. ¿Pero qué clase de persona quieres ser? ¿La que se evade y se escabulle ante el menor problema o dificultad? ¿O quieres ser un héroe, que con valentía aborda los grandes problemas en aras de un mundo mejor? Joshua Hook[2]
Encarnar el cambio
A veces nos desanimamos y pensamos: «¿Quién soy yo? ¿Qué puedo hacer yo? Es inútil, imposible, querer arreglar los males del mundo. Parece que nada puede hacer una persona para efectuar un cambio positivo en su entorno. ¿Para qué gastar esfuerzos en ello?
A los cristianos se nos llama a ser embajadores de Cristo, a formar parte de la solución, la transformación eterna que Dios quiere operar en la vida de cada persona (2 Corintios 5:20). Quizá no podamos cambiar el mundo entero, pero cada uno sí podemos tomar parte en la transformación de nuestro rincón del mundo. Si desempeñamos nuestra función procurando alumbrar con nuestra luz a los que nos rodean de manera que puedan verla y lleguen a conocer a Dios, habremos cambiado parte del mundo y demostrado que hay esperanza para todos los demás.
El cambio empieza en nuestro propio corazón, mente y espíritu, asumiendo el compromiso de amar al Señor y amar al prójimo con el amor que Él nos da, no solo de palabra, sino de hecho y con acciones. «Ustedes son la luz del mundo. […] Así alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, de modo que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos» (Mateo 5:14–16).
La respuesta de Pablo
Si estuvieras en la cárcel, rodeado de guardias armados y privado de libertad para desplazarte a donde quieras, probablemente dirías que estás en una situación complicada, o hasta en un berenjenal. Lo más lógico en una situación así es pensar que la salida a ese enredo es obtener la libertad.
Cuando el apóstol Pablo se encontró en esas circunstancias no las consideró un impedimento. Las vio más bien como un suceso providencial en su vida. Consideró que era un privilegio que Dios le había concedido para defender y establecer el evangelio (Filipenses 1:7). Valoró las oportunidades que Dios le había otorgado de dar a conocer a Jesucristo entre la guardia de palacio y sus propios colegas de la ciudad. […] Se regocijó sabiendo que hasta en la cárcel Dios se estaba sirviendo de él.
Tal vez la mejor manera de enfrentar adversidades es verlas como oportunidades de ejercitar la fe, practicar la confianza en el Señor, comprobar la extraordinaria fidelidad de Dios y al mismo tiempo someterte a la prueba que Dios te pone. Tu fe cristiana se hace más fuerte cuando trabajas en conjunto con el Señor para dar con soluciones a los problemas de la vida. […]
Un [importante] principio en lo que respecta a la resolución de problemas desde la perspectiva cristiana es dar la gloria a Dios. «Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es Su voluntad para ustedes en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5:16–18). Alaba continuamente a Dios. Siempre que tus pensamientos no estén ocupados en asuntos imperiosos, hazte el hábito de dejar fluir silenciosamente la alabanza a Dios. Ese sencillo ejercicio transformará tu mente. Alábalo por Su fidelidad, por acompañarte en toda dificultad.
¡Divulga las Buenas Nuevas entre todos, así como lo hizo Pablo! El apóstol escribió sobre la fidelidad de Cristo cuando redactó la carta a sus amigos, los cristianos de Filipo (Filipenses 1:12). No quería que sintieran lástima de él. Dijo alegremente: «En todas mis oraciones por todos ustedes siempre oro con alegría, porque han participado en el evangelio» (Filipenses 1:4,5). Además, les relató algunas de las enseñanzas que había sacado al dejar que Dios obrara y lo librara de los aprietos por los que pasaba:
«He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre. Sé lo que es vivir en la pobreza y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4:11–13).
Al reconocer que Cristo es dueño de toda situación que nos acontece en la vida, que Él vela por nosotros y que permanentemente obra en aras de nuestro eterno bien, no podemos hacer otra cosa que alabarlo. ¡Él es digno de nuestra alabanza! Journeyonline.org[3]
Reflexionemos…
Con demasiada frecuencia deseamos un paseo por el parque en lugar de comprometernos a proseguir hacia la meta. Dios nunca prometió que la vida cristiana sería un asunto de trámite, un camino llano todos los días. Lo que Dios sí ofrece en cambio es un recurso que el mundo desconoce por completo: la esperanza cristiana. Paul Chappell
No por ser cristianos eludimos todos los contratiempos de la vida (Juan 16:33). ¡Jesús nos advirtió que pasaríamos por grandes dificultades en esta vida! Ya que los problemas de la existencia son inevitables, abórdalos de frente y aprovéchalos para tu bien. […] No repudies tus problemas como intrusos; acógelos como amigos. Los designios divinos son mucho mayores que esos problemas. Taylor Camerer
He descubierto que si seguimos a Jesús, la Biblia no nos promete una vida fácil, despreocupada; en realidad nos enseña todo lo contrario. Los creyentes en Cristo estamos destinados a sufrir más adversidades aún, teniendo en cuenta que vivimos de un modo contracultural en medio de un mundo antagónico a nuestra fe. Resultaremos afligidos, desconcertados, perseguidos y abatidos. Con todo y con eso, Pablo prometió que si le plantamos cara a la ineludible adversidad con el poder del evangelio y practicamos día a día la renovación interior, podemos cultivar una vida de resiliencia. Rebekah Lyons
Lo que dice la Biblia…
Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce perseverancia. Y la perseverancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros sin que les falte nada. Santiago 1:2–4
Y no solo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado Su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado. Romanos 5:3–5
Sé lo que es vivir en la pobreza y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:12,13
Publicado en Áncora en diciembre de 2024.
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