El mensaje de Navidad
Recopilación
El mensaje de la Navidad es el mensaje de Juan 3:16, y yo agregaría también el versículo 17: «Pues Dios amó tanto al mundo que dio a Su único Hijo, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de Él»[1].
Todo el que crea. Para que el mundo se salvase por medio de Él. La salvación está al alcance de todos. Es un regalo que Dios nos hace a todos por medio de Jesús; es el regalo de Navidad de Dios a la humanidad.
Dios ha hecho el regalo, pero nuestra tarea como cristianos, es ayudar a hacer entrega del mismo. En jerga navideña, podría decirse que venimos a ser como Santa Claus, la persona que hace entrega del regalo. Me recuerda a algo que dijo el apóstol Pablo: «Porque “todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”. Ahora bien, ¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique?»[2]
¿Cómo se enterarán del regalo transformador de Navidad que está a su disposición? ¿Cómo sabrán que está ahí? ¿Quién se lo dirá? ¿Quién será Papá Noel, y les llevará el regalo más valioso que se haya dado jamás, la vida eterna? La respuesta es: todos nosotros, los cristianos. Nosotros somos esos predicadores, esos testigos, esos mensajeros. Y en Navidad somos los «papá noeles» que se encargan de entregar el regalo.
Él dejó atrás la gloria del Cielo para poner la salvación a disposición de todos. Pagó el precio de manera que pudiéramos recibir gratuitamente Su regalo, y lo hemos recibido. Tenemos las riquezas de la vida eterna. Hay quienes no las poseen. Y lo más maravilloso es que tenemos el privilegio de dar esas mismas riquezas a otros, de compartir el mejor regalo que se haya dado jamás. Claro que cuesta darlo. Requiere tiempo y esfuerzo iniciar esa conversación con un extraño o profundizar con algunos de nuestros amigos o compañeros de trabajo; o pedir contribuciones o juntar juguetes u otros artículos para repartir entre los necesitados.
La razón por la cual hacemos esos esfuerzos es para poder ofrecer el regalo, porque aquel que es el Regalo nos lo pide. Lo amamos. Lo servimos. Lo seguimos. Él vino a salvar al mundo, y como discípulos Suyos tenemos la responsabilidad de darlo a conocer a los demás. No solo tenemos la gran alegría que nos da nuestra propia salvación, sino la alegría adicional de poder participar en la salvación de otras personas.
Todo esfuerzo, grande o pequeño, que se haga a fin de entregar el mejor regalo —Jesús— a los demás, es importante, porque cada esfuerzo hace posible que alguien más llegue a conocer a Jesús. Es maravilloso compartir ese regalo con los demás. «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!»[3] Peter Amsterdam
De palacios de marfil
A este mundo, a un mundo frío y sombrío, llegó nuestro Dios. El Señor no fue librado del dolor ni de la pena y descendió a un mundo donde la pobreza, la violencia y el dolor eran algo cotidiano en la existencia humana de Dios, en la persona de Jesucristo.
De palacios de marfil a un mundo de maldad,
solo Su eterno y gran amor hizo que viniera mi Salvador.
A este mundo, a nuestro mundo sombrío y frío, llega Dios. Llega en medio de dolor y sufrimiento, dudas y decepciones, anhelos y soledades para hacer un hogar junto a nosotros, para estar a nuestro lado gracias a Su «gran y eterno amor». El evangelio de Juan nos dice que Dios no quedó ajeno a nosotros o a nuestros sufrimientos, sino que «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros»[4]. Para aquellos que la Navidad está lejos de ser la época más hermosa del año, Emanuel, Dios con nosotros, viene para consolarnos.
Y para los que celebran esta temporada como la época más linda del año, pueden demostrar su belleza, alegría y celebración ayudando a los que pasan por un invierno sombrío, haciendo la parte que nos corresponde, entregándonos de lleno y dando de corazón. Margaret Manning[5]
La Navidad trata de la eternidad
Si durante esta Navidad enciendes la televisión o navegas por la internet encontrarás todo tipo de mensajes navideños. Pero para Aquel que inventó la Navidad existe un solo mensaje que realmente importa:
Dios quiere compartir la eternidad con nosotros.
De eso trata la Navidad. No fuimos creados solo para vivir 80 o 90 años aquí en la tierra para luego morir. Para Dios somos mucho más valiosos que eso. Dios tiene planes a largo plazo para nosotros, pues nos hizo para que viviéramos para siempre.
Algún día nuestro corazón se detendrá. Ese será el fin de nuestro corazón, pero no de nosotros como persona. Viviremos para siempre, durante trillones de años. Dios quiere que formemos parte de Su familia.
Envió a Jesús a la tierra como un bebé para que un día Él pudiera morir por nuestros pecados, para que luego vivamos para siempre con Él.
Esa es la gran noticia de la Navidad y es una oferta que está disponible para cualquiera. La Biblia dice de Jesús: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios»[6].
Dios quiere pasar la eternidad contigo, de modo que hizo que el camino a Él fuera sencillo: Creemos, y recibimos. Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados y lo recibimos en nuestra vida. Dios envió a Su Hijo a la tierra hace dos mil años para morir por nosotros. Ese es el primerísimo regalo de Navidad de Dios, que nos envió miles de años antes de que naciéramos. Rick Warren[7]
La esperanza de la Navidad
Para mucha gente la Navidad es una temporada feliz de familia, compañerismo, comidas y de dar regalos con alegría. La mayoría de cristianos ven esta fecha como una celebración y agradecimiento adicional por el más grandioso regalo jamás dado, el Señor Jesucristo, «Dios con nosotros»[8], por eso la temporada navideña desborda de alegrías y celebración.
Pero para otros, la Navidad es justamente lo contrario. Puede ser un intenso recordatorio de la pérdida de seres queridos o no tienen a un familiar cercano con quien celebrar. En vez de sentir alegría, mucha gente tiene una abrumadora y aparentemente insoportable carga de ansiedad y depresión. La Navidad puede ser potencialmente una época de desesperanza y soledad.
Aunque algunos de nosotros nos podamos sentir solos o aislados durante las fiestas navideñas, es importante que recordemos la esperanza que trae Jesús. La encarnación, cuando Dios se vuelve hombre, es la razón por la que tenemos esperanza. La Escritura dice: «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según Su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos»[9]. Esta esperanza viviente es la esperanza y promesa de la vida eterna[10], por medio de Jesucristo, «nuestra esperanza»[11]. Tenemos esperanza porque Jesús vino como hombre, vivió, murió y resucitó.
Jesús vino en carne como un pequeño bebé aquella primera Navidad para que pudiera llevar nuestro castigo en la cruz, para luego conquistar la muerte resucitando de los muertos. Algún día podremos vivir con Él para siempre en un lugar donde «Dios enjugará toda lágrima de sus ojos; ya no habrá más muerte, ni dolor ni llanto. Ya no habrá más sufrimiento, porque las cosas viejas pasaron.»[12]
La soledad y la depresión se acabarán para siempre. Qué esperanza tan bendita que podemos esperar con ilusión. Aunque algunos de nosotros no tengamos o estemos aislados de nuestra familia, los que han puesto su confianza en Cristo forman parte de la familia de Dios. Tenemos hermanos y hermanas en Cristo en todas partes del mundo con quienes podemos fraternizar. Y aunque estemos lejos de ellos, nunca estamos solos. Jesús está con nosotros. El Señor promete: «Nunca te dejaré, ni te desampararé»[13]. Jesús vino a la tierra para ser nuestro Emanuel, el «Dios con nosotros» prometido en el Antiguo Testamento[14], y sigue estando con nosotros hoy en día[15]. Avery Foley[16]
Publicado en Áncora en diciembre de 2020.
[1] NTV.
[2] Romanos 10:13–14.
[3] Romanos 10:15.
[4] Juan 1:14.
[5] https://www.rzim.org/read/a-slice-of-infinity/out-of-ivory-palaces.
[6] Juan 1:12.
[7] https://www.crosswalk.com/devotionals/daily-hope-with-rick-warren/daily-hope-with-rick-warren-december-24-2017.html.
[8] Mateo 1:23.
[9] 1 Pedro 1:3.
[10] Tito 1:2.
[11] 1 Timoteo 1:1.
[12] Apocalipsis 21:4.
[13] Mateo 28:20; Hebreos 13:5.
[14] Isaías 7:14.
[15] Gálatas 2:20.
[16] https://answersingenesis.org/holidays/christmas/jesus-the-hope-of-christmas.
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