El libro de la naturaleza
Compilación
Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas. Romanos 1:19-20[1]
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Algunas personas indagan sobre la naturaleza de Dios en las páginas de libros. Pero Él ha escrito un tratado mucho más extenso: la apariencia misma de todo lo que ha sido creado. Levanten la mirada. Diríjanla a sus pies. Miren a su alrededor. Léanlo. Dios no escribió ese libro con papel y tinta, sino que puso ante nuestros ojos Su mismísima creación. ¿Podría existir una voz más clara? El cielo y la tierra misma anuncia: Soy obra de Dios. San Agustín (354-403)
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La prueba más obvia con que contamos para apreciar la existencia de un creador divino es el mundo y el universo que nos rodean, la creación natural o física.
El doctor Robert A. Millikan fue un reconocido científico norteamericano que obtuvo el Premio Nobel de física. En cierta ocasión, durante un banquete celebrado en su honor, se le acercó un joven periodista, que le dijo: «Dr. Millikan, no cabe la menor duda de que es usted un científico brillante, un gran conocedor de la física; sin embargo, corren rumores de que sigue sosteniendo el antiguo concepto de la Creación, es decir, ¡de que usted cree en Dios! ¿Es verdad tal cosa?»
Millikan guardó silencio por unos instantes y luego sacó del bolsillo de su chaleco un elegante reloj de cadena, y respondió: «Así como este reloj es obra de un diseñador y relojero inteligente, ¡la compleja precisión y sincronización de este grandioso universo tiene que ser lógicamente obra de un gran Creador!»
La Biblia, el libro sagrado de las tres grandes religiones, afirma al respecto: «Porque las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas»[2]. Dicho de otro modo, la existencia de un Creador invisible se manifiesta o hace evidente a través de este mundo maravilloso hecho por Él, de la creación, de todo lo que podemos ver. ¡La mejor carta de presentación del Creador es Su hermosa obra!
El mar, el cielo, las montañas, los valles, los árboles, las flores; todo nos dice algo. Al alzar los ojos al cielo en una noche despejada y contemplar las estrellas, los planetas y las maravillas que contiene el cosmos, resulta innegable admitir que afirma: «¡Dios existe! Fíjate en las maravillas que ha creado.»
En la Biblia dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos»[3]. Toda la creación de Dios no solo da testimonio de Su existencia, poder y majestad, sino también del amor, el interés y el cariño que nos ha mostrado al darnos un mundo tan hermoso para que vivamos en él. Adaptación de La búsqueda de la verdad, publicado por La Familia Internacional
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El mundo visible es un mapa que apunta a los cielos. […] Se divisa al Creador al contemplar la belleza de Sus criaturas. El mundo físico irradia con fuerza la bondad, la sabiduría y el incontestable poder de Dios. Y el intelecto humano… puede descubrir el trazo del Artista en las maravillosas obras que deja a su paso. El raciocinio puede llegar a Dios mediante el libro de la naturaleza. Papa Juan Pablo II
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He descubierto que contemplar la creación de Dios viene a ser como contemplar Su rostro, ver lo maravilloso y prodigioso que es todo lo que ha creado por nuestro bien, por nosotros, por el amor que nos tiene. Tal como dicen las Escrituras, todo esto demuestra que Dios existe. Dice que los incrédulos y los que lo rechazan no tienen excusa, porque las cosas que se ven son prueba de Dios, que no se ve[4].
Ese versículo siempre me ayudó mucho, porque demuestra que la gente puede llegar realmente a conocer a Dios por medio de Su creación, que Su creación demuestra que Dios existe. Por eso tuvo que inventarse el Diablo el evolucionismo, para ver si así conseguía menoscabar la fe en Dios. Como la mejor prueba de la existencia de Dios es Su creación, el Diablo, por medio de Darwin, se inventó esa idea de que «el mundo no lo creó Dios, evolucionó solo». Es una de las doctrinas más diabólicas que han podido existir, porque cuando la gente tenía en cuenta la prueba de la Creación, le resultaba muy difícil no creer en Dios. Pero cuando llegó Darwin y le dio otra explicación, que «al final resulta que el mundo no lo creó Dios», les dio la excusa que querían para no tener en cuenta la prueba de la Creación.
Les parece muy lógica la explicación que da un científico, considerado el mejor del mundo, en sus libros de texto. Sobre todo a los que no tienen verdadera fe, no crecieron conociendo la Biblia y desconocen las respuestas de Dios. Para ellos es una explicación lógica y razonable sobre la existencia del mundo y del universo. «Simplemente sucedió». La idea de que la creación se creó sola es de lo más ridículo que puede haber. David Brandt Berg
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Pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano del Señor la hizo? En Su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano. Job 12:7-10[5]
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Dios nos ha provisto de dos grandes fuentes de información: la Biblia y la naturaleza. ¿Cuál es el método más eficiente de combinar el estudio de la Biblia con la apreciación de la naturaleza? ¿Cómo aumentar nuestro amor por Dios y por los demás? ¿Qué principios nos ayudarán a alcanzar esas metas? Cabe añadir que la Biblia es fundamental en lo tocante a las enseñanzas más importantes de la vida: amar a Dios y aprender a vivir y amar como Él desea. Pero no resulta necesario tomar una decisión tajante y elegir una de las dos cosas. Cuando empleamos ambas fuentes de información, nuestra comprensión de la realidad total (la espiritual y la física) se vuelve más completa y exacta. ¿Cómo podemos valernos de las revelaciones de Dios con prudencia? El Salmo 19 ofrece un buen ejemplo, donde una noción de las revelaciones duales de Dios en la naturaleza («los cielos cuentan la gloria de Dios») y en las Escrituras («la ley del Señor es perfecta, que convierte el alma… alegra el corazón») inspira una dedicación personal: «Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Señor, roca mía, y redentor mío». Craig Rusbult
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La creación es como una morada espléndida y espaciosa, provista de todo lo que resulta exquisito y con el más abundante amoblado. Todo lo que hay en ella habla de Dios. John Calvin
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La naturaleza es el arte de Dios. Thomas Browne, Religio Medici, 1635
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El libro de la naturaleza es como un enorme y bello tapiz. Se encuentra enrollado, por lo que no se percibe en su totalidad, sino que debemos contentarnos con descubrir poco a poco su belleza y simetría, al desenrollarlo o permitirle revelarse lentamente. Robert Boyle (1627-1691)
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Me gusta imaginar la naturaleza como una emisora ilimitada de radio, por la que Dios nos habla en todo momento, si tan solo nos detenemos a escuchar. George Washington Carver
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Dios no escribió el Evangelio solamente en la Biblia, sino en los árboles, las flores, las nubes y las estrellas. Martín Lutero
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El que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre Su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra, el Señor Dios de los ejércitos es Su nombre. Amós 4:13[6]
El escritor C. S. Lewis describe la ocasión en que vio el jardín miniatura que su hermano cultivó en una caja de aluminio cuando eran niños. Describe el sentimiento de nostalgia, y la alegría profunda y real que sintió, aunque fue pasajera. Aunque en aquel entonces no sabía describirlo, Lewis despertó de manera gradual al poder y el papel de la belleza, una influencia que empleó mucho en sus escritos.
De manera similar, John Calvin le recordó al mundo que Dios le ha dado a Sus criaturas dos libros: la palabra de Dios y el libro de la naturaleza. Para el cristiano, ambos libros no son iguales en autoridad ni en poder de revelación, pero es una gran negligencia concentrarse en uno a expensas del otro.
La naturaleza es una fuente de inspiración para muchos en el mundo actual. Les encanta caminar por el bosque, visitar la campiña y absorber la belleza del mundo que los rodea. Se diría que convierten la naturaleza en un fin mismo. Celebran su magnificencia, pero tienden a considerarla el resultado aleatorio del azar y la necesidad. Algunos cristianos, debido a su negligencia, actúan casi de la misma manera…
El salmista, los celtas y muchas otras personas y civilizaciones a través de las eras aprendieron a ver la mano de Dios en la naturaleza, y a celebrar la bondad y provisión divinas por medio de ella. Por eso, tómense hoy unos momentos para contemplar los pájaros, los árboles; para disfrutar de una buena caminata y detenerse a oler las flores. Es posible que —al igual que muchos antes que nosotros— vislumbren en todo ello una pequeña parte de la gloria de Dios. Stuart McAllister
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Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de Sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras. Salmos 19:1-4[7]
Publicado en Áncora en marzo de 2015.
[1] Reina-Valera.
[2] Romanos 1:20.
[3] Salmo 19:1.
[4] Romanos 1:20.
[5] Reina-Valera.
[6] Reina-Valera.
[7] Reina-Valera.
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