El Espíritu Santo
Tesoros
Toda persona que acepta a Jesús como Salvador, que se salva y nace de nuevo, recibe cierta medida del Espíritu Santo. Es más, sin el Espíritu es imposible salvarse, porque la salvación es una obra de Dios. Es lo que la Biblia llama «nacer de nuevo del Espíritu» (Juan 3:8). La salvación es un regalo de Dios. Nadie se la puede ganar a base de esforzarse y hacer buenas acciones (Tito 3:5).
Jesús dijo: «“El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva”. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en Él, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado» (Juan 7:38,39).
Poco antes de Su crucifixión y resurrección, Jesús prometió a Sus discípulos que les enviaría un consolador e intercesor, el Espíritu Santo, para fortalecerlos, empoderarlos, guiarlos y orientarlos en su vida espiritual y su relación con Él. «El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que Yo os he dicho. […] Cuando venga el Espíritu de verdad, Él os guiará a toda la verdad» (Juan14:26; 16:13).
Recibir el pleno ungimiento o bautismo del Espíritu Santo puede ser una experiencia posterior a la salvación (que es cuando decidimos creer en Jesús y aceptarlo como Señor y Salvador). En el libro de los Hechos, el apóstol Pablo pregunta a ciertos discípulos a los que acaba de conocer: «“¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” Ellos le dijeron: “Ni siquiera habíamos oído que hubiera Espíritu Santo”» (Hechos 19:2).
El vocablo griego baptizo significa empapar o sumergir plenamente. Por consiguiente, ser bautizado en el Espíritu Santo es llenarse hasta rebosar del Espíritu de Dios. Desde luego, todos necesitamos ese bautismo del Espíritu para vivir como discípulos de Jesús.
El bautismo del Espíritu Santo es un bautismo de amor: amor por los perdidos, para darles testimonio de Jesús y acercarlos a Él, para amar a todo el mundo y desear su salvación. De hecho, el Espíritu Santo es amor, porque Dios es amor (1 Juan 4:8). Al mismo tiempo, es un bautismo del poder de Dios, un poder que nos faculta para hablar de Jesús, para ser testigos Suyos, para dar a conocer el evangelio. Cuando uno se siente impulsado a hablarle a otra persona de Jesús, es por efecto del bautismo del Espíritu Santo.
Jesús dijo a Sus discípulos: «Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos» (Hechos 1:8). En el Nuevo Testamento, el libro de los Hechos narra cómo se evidenció ese poder para dar testimonio en el día de Pentecostés, cuando los primeros discípulos recibieron el Espíritu Santo y acto seguido se levantaron y predicaron con arrojo a la muchedumbre, lo cual condujo a la salvación de tres mil almas (v. capítulo 2 de Hechos).
Pedro, que tanto se había asustado cuando arrestaron a Jesús que lo negó tres veces, predicó con audacia y valentía a una gran multitud tras llenarse del Espíritu Santo. Con ello se puso de manifiesto que eso no le venía de sí mismo, sino que era obra de Cristo, que primero vivía con él y luego en él. «Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros» (2 Corintios 4:7). Todos necesitamos el bautismo del Espíritu Santo a fin de tener suficiente amor, poder y fortaleza para ser lo que Él quiere que seamos.
Los dones del Espíritu
Cuando recibimos esta maravillosa infusión del Espíritu Santo, Dios no solo nos llena de amor y poder, sino que también nos da lo que la Biblia llama «dones del Espíritu». Los más comunes vienen enumerados en el capítulo 12 de la 1ª Epístola a los Corintios: sabiduría, conocimiento, fe, dones para sanar, poderes milagrosos, profecía, discernimiento de espíritus, otras lenguas e interpretación (1 Corintios 12:8–10). Todos ellos son regalos que hace nuestro amoroso Padre a Sus hijos, para ayudarlos a entenderlo, a conocer Su voluntad y a crecer en su relación con Él.
Al igual que la salvación, el Espíritu Santo se recibe por fe. Eso quiere decir que no siempre hay muestras inmediatas de la obra del Espíritu en nosotros. Por ejemplo, no todo el mundo recibe el don de hablar en otras lenguas (o en idiomas desconocidos) en el momento de recibir el Espíritu Santo, ni es indispensable tener ese don para demostrar que se está lleno del Espíritu.
La Biblia dice: «Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo» (1 Corintios 12:4–6). Sin duda el Espíritu Santo se manifestará en tu vida, quizá en el momento, quizá más adelante. «A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para el bien de todos» (1 Corintios 12:7).
Una vez que recibas la unción del Espíritu de Dios, si permaneces en Su Palabra, la Biblia, y guardas los mandamientos de Jesús, contarás con la guía del Espíritu. «Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios» (Romanos 8:14).
Si le pides a Dios que te dé Su Espíritu Santo, sabrás que has recibido la unción prometida de la misma manera que sabes que estás salvado: porque la Biblia lo dice. «La fe es por el oír la palabra de Dios» (Romanos 10:17). Jesús dijo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá, porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7:7,8). «Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» (Lucas 11:13).
Si aún no has recibido el Espíritu Santo, si aún no te has llenado de Él, hazlo ahora mismo con la siguiente oración: Querido Jesús, lléname hasta rebosar de Tu Espíritu Santo, de manera que te ame más, entienda Tus palabras en la Biblia, te siga más de cerca y tenga más poder para hablar de Tu amor y salvación. Amén.
Tomado de un artículo de Tesoros, publicado por La Familia Internacional en 1987. Adaptado y publicado de nuevo en noviembre de 2023.
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