El arte oculto de la comunicación con los hijos
Recopilación
¿Recuerda este dicho: «El silencio es oro»? Es un concepto que nos cuesta entender a los padres. Creemos que cuando un hijo dice algo, que implícitamente quiere que respondamos. Y, claro, lo hacemos, al pensar que es importante la comunicación con nuestro hijo. Sin embargo, le entrego este nuevo concepto: No tiene que contestar algo a todos los comentarios de su hijo. A veces, la forma más eficaz de comunicación es guardar silencio. Hay casos en que está bien que el niño diga la primera, la última y la única palabra.
En particular se aplica a las veces en que los niños llegan y anuncian algo que parece una queja, tal vez hasta sean comentarios que lo sorprendan y parezcan culparlo a usted de manera injusta. Por lo general, los padres responden a esos comentarios con una sugerencia, una aclaración o, simplemente, expresan su desacuerdo. Sin embargo, esas respuestas aparentemente inocentes tienen posibilidades de iniciar una lucha por el poder ya que sin darse cuenta desafían a los chicos a hacer más hincapié en una cuestión.
En vez de responder, limítese a escuchar. Demuestre que pone atención, pero no se sienta obligado a hacer un comentario cuando no sea necesario. Recuerde que a menudo el silencio es una valiosa técnica de comunicación. […] El silencio es [una] manera de reconocer lo que le preocupa o molesta a su hijo sin hablar del tema. Usted no es hostil ni manifiesta rechazo; al mismo tiempo no se coloca en el papel de chivo expiatorio de la ira de su hijo. Aunque no lo crea, en la mayoría de los casos los chicos dicen algo solo para desahogarse y en realidad no esperan que usted haga nada.
Tenga presente esas palabras fáciles de olvidar e infravaloradas: «Ah, mmmhhh, ¿ah sí?, ¡no me digas!» Esas palabras son un salvavidas que le evitarán una pelea. Esas palabras que se pasan por alto son tan versátiles como cortas. Puede emplearlas de muchas maneras. El secreto está en el tono de voz y la puntuación que le ponga. Es posible que quiera ponerle un punto final que signifique: «Fin de la discusión»; un signo de exclamación que signifique «tu comentario causó un impacto en mí»; o un signo de interrogación que signifique «quiero más información».
Cuando emplee las técnicas «el silencio es oro» y «que sea breve y sencillo» puede:
— detener una batalla antes de que se inicie.
— comunicar a su hijo que lo ha escuchado.
— evitar ponerse a la defensiva.
— evitar involucrarse en un asunto que no tiene intención de resolver. Evonne Weinhaus y Karen Friedman[1]
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La importancia de llegar a ser buenos para escuchar lo dice directamente Santiago, un hombre que conocía bien a Jesús: «Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar»[2]. Los dos escuetos mandamientos al principio de ese versículo encajan muy bien. Cuando nos damos el tiempo de escuchar con atención —y evitamos caer en el error de responder con declaraciones autoritarias— será mucho menos probable que nuestros hijos nos den respuestas defensivas y expresadas de manera muy desagradable. A su vez, eso reduce la tensión y es muy posible que nos evite intercambios llenos de ira. Dr. Bob Pedrick[3]
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Escucha lo que tengo que decirte acerca de tus hijos. Es un don que te he otorgado para facilitar tu labor de padre o madre. Es un cheque de regalo que no caduca jamás, no tiene una suma tope y es canjeable en cualquier hora y lugar.
Te puedo indicar las razones por las que tus niños exhiben determinada conducta, los móviles que tienen, el origen de su comportamiento y la solución a todo ello. Te puedo comunicar las palabras que puedes dirigirles y que los ayudarán e incentivarán. Te puedo señalar las virtudes por las que los puedes elogiar y las debilidades que debes ayudarlos a superar. Te puedo consolar y dar aliento cuando te sobrevenga el cansancio y el desaliento. Puedo infundirte paciencia y fe cuando éstas te hagan falta. Jesús, hablando en profecía[4]
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Los niños se portan de forma más responsable y madura si se les habla con el mismo respeto que se le tiene a una persona mayor. Si un niño percibe que contamos con que se va a comportar de manera responsable, lo más probable será que intente estar a la altura de lo que se espera de él. Debemos hacer todo lo posible por ponernos en el lugar de los niños y dirigirnos a ellos de la manera en que nos gustaría que la gente se dirigiera a nosotros si estuviéramos en su lugar. María Fontaine[5]
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¿Cómo se sentiría usted si una persona que fuera su superior se alterara y le gritara? A lo mejor querría encogerse y esfumarse de allí. Pongamos que hubiera espectadores en el lugar: sería bochornoso y mortificante. Y aunque usted se apresure a hacer lo que ese superior le haya pedido, lo despreciaría por la vergüenza que le hizo pasar.
Los niños no difieren mucho de los adultos en este aspecto. No les gusta que los desprecien y los denigren, y menos delante de un público.
Mejor sería poder contenerse antes que se irrite tanto que esté a punto de soltar un grito. Le proponemos algunas ideas:
Cuando su hijo no esté prestando atención la primera o segunda vez que usted le habla, pruebe a bajar la voz en lugar de alzarla. Acérquesele, mírelo a los ojos y repítale suavemente lo que quiere decirle.
Usted tal vez quiera llevar esto un poco más lejos y aplicar el método del silencio. Acérquese y póngase al lado de su hijo sin decir ni mu hasta que él se vuelva y lo mire. Cuando el chico ya esté prestando plena atención, haga su pedido. A veces basta con dejar reposar la mano suavemente en la espalda del niño y esperar hasta que esté prestando atención.
Una vez que tenga la atención de su hijo, presente su petición con claridad y firmeza. De ahí, cerciórese de que su hijo haga lo que usted le ha pedido. Verá que actuando así su hijo estará más dispuesto y tendrá un mayor deseo de obedecer, sin que haya efectos colaterales dañinos. ¡Y al mismo tiempo se sentirá usted mucho mejor después de haberse calmado y atenuado el mal humor! Dr. Kay Kuzma[6]
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¿Alguna vez te sientas con tu hijo o hija y hablas unos minutos de lo que le preocupa? Dedicar unos minutos a diario para hacer esto reportará excelentes beneficios a fin de que llegues a tener una relación de confianza afectuosa con tu hijo.
¿De qué hablarías? ¿Qué le interesa más a tu hijo? Los que son buenos conversadores dirán que se puede hablar durante horas con alguien de cualquier edad, de cualquier nivel intelectual, adulto o niño, y mantener a esa persona cautivada. Todo lo que hay que hacer es manifestar interés sincero en esa persona y hacerle preguntas que te ayuden a explorar ese interés. ¿Qué hace esa persona? ¿Cómo lo hace? ¿Cómo es ella? ¿Por qué?
Si quieres que la gente manifieste un interés motivado por el amor respecto a lo que a ti te interesa, piensa cuánto más tu hijo quiere que como padre o madre que eres, la persona más importante para él, manifiestes interés amoroso por lo que a él le interesa.
¿Qué decir exactamente en esos valiosos ratos de charlas con tu hijo? Eso depende de lo que tu hijo haya hecho. ¿Acaba de llegar del colegio? ¿Es hora de leer un cuento antes de ir a la cama? ¿Acaba de romper un plato favorito? ¿Tu hija tiene una pataleta? ¿Tu hijo te contesta con insolencia? ¿Tu hija acaba de entrar a la casa llorando porque sus amigas no la trataron bien?
Para empezar, ten en cuenta las circunstancias. Ese siempre es un buen punto para comenzar, porque en ese momento es lo que más le interesa a tu hijo. Luego, parte de ahí. V. Gilbert Beers[7]
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El charlatán hiere con la lengua como con una espada, pero la lengua del sabio brinda alivio. Proverbios 12:18[8]
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El sabio de corazón controla su boca; con sus labios promueve el saber. Panal de miel son las palabras amables: endulzan la vida y dan salud al cuerpo. Proverbios 16:23–24[9]
Publicado en Áncora en julio de 2013. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Stop Struggling with Your Child (Harper Collins, 1998).
[2] Santiago 1:19.
[3] The Confident Parent (David C. Cook Publishing Co., 1979).
[4] Publicado por primera vez en abril de 1998.
[5] Publicado por primera vez en febrero de 1993.
[6] A Hug and a Kiss—And a Kick in the Pants (LifeJourney Books, 1987).
[7] Parents: Talk with Your Children (Harvest House Publishers, 1988).
[8] NVI.
[9] NVI.
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