El arte desaparecido de repartir folletos del Evangelio
Katherine Pittman
[The Lost Art of Handing Out Gospel Tracts]
Hace muchos años el Señor me trajo a la mente una compañera de trabajo. Durante semanas, traté de hablarle del Señor durante los descansos y mientras escaneábamos pedidos de comestibles. Eventualmente, le regalé un evangelio de Juan de bolsillo y le sugerí que lo leyera. Al principio, no leyó el librito. Pero un día se me acercó durante el trabajo y me dijo: «Leí tu librito y anoche asistí a un grupo juvenil de un amigo e hice una oración…». Con eso bastó. El resplandor de su rostro lo decía todo.
Mi esposo también se salvó al leer un folleto. Es verdad. Una noche estando a solas, decidió leer un aburrido folleto y a continuación hizo la oración genérica del respaldo. De pronto el Señor inundó su corazón y eso lo cambió todo. Busquen brevemente en la Internet y descubrirán que muchas personas famosas, e incluso otras de las que nunca han oído hablar, se salvaron gracias a un folleto. De veras funcionan. La gente los lee. Meseros, cajeros. Personas que casualmente los encuentran en el supermercado o en algún banco de un parque. Hasta leen los que yacen abandonados en algún baño.
(Lean el artículo aquí: https://gcdiscipleship.com/article-feed/the-lost-art-of-handing-out-gospel-tracts. Este enlace está en inglés.)
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