Dominio propio y evitar la tentación, 2ª parte
Tomado de la serie Roadmap (hoja de ruta)
A algunas personas les afectan mucho sus emociones. Eso no es del todo malo, a menos que las emociones sean negativas. Si tienes tendencia a enojarte y desahogarte, a conducir rápido porque tienes frustración o molestia, a beber en exceso cuando estás triste o sientes soledad, u otras acciones parecidas, es importante que aprendas a controlar tus emociones. Eso no significa que ya no sientas nada ni que ya no te expreses.
Controlar las emociones significa:
No reaccionar de forma exagerada a las situaciones.
Darte un momento para ver la verdadera dimensión de las cosas.
Mantener un control firme, de modo que tus emociones mejoren tu vida, en vez de arruinarla.
Hacer que tus emociones te ayuden. No que te perjudiquen. Burke Hedges, You, Inc.[1]
Examinemos detenidamente esta historia verídica.
Cuando el atleta era niño, a todos les resultaba evidente que tenía dotes excepcionales. Le encantaban todos los deportes y destacaba en todos los que participaba.
Cuando tenía nueve años, su padre le entregó una raqueta de tenis. Era de madera. Desde el primer movimiento de la raqueta, ¡al niño le encantó! Al poco tiempo ya derrotaba a todos los chicos de su edad en distintas partes del país.
A los 12 años, derrotaba con frecuencia a los mejores jugadores adultos de su país. Y hacía sudar tinta a los tenistas profesionales. Todos predecían que algún día llegaría ser campeón mundial. Es decir, si lograba aprender a controlar su mal genio.
Cuando algo salía mal, como cuando no lograba hacer un tiro fácil o el árbitro se equivocaba al cobrar una falta, al chico le daba un berrinche. Al no poder mantener sus emociones a raya empezó a perder partidos que debería haber ganado.
Un día, su padre fue a verlo a la final de un torneo importante. En efecto, el chico empezó a perder los estribos. Gritó, maldijo, arrojó la raqueta. Después de 10 minutos de ver ese comportamiento detestable, el padre entró a la cancha y anunció a todos los presentes: «Este partido ha terminado. Mi hijo se va». Seguidamente, se acercó a su hijo y le dijo con voz severa: «Ven conmigo».
Al llegar a la casa el padre puso la raqueta en un armario y le dijo: «No vas a tocar esa raqueta ni ninguna otra por seis meses. Se acabó la discusión».
Transcurridos los seis meses, el padre entregó la raqueta a su hijo con estas palabras: «Si vuelves a decir una sola palabrota, o veo que arrojas la raqueta por enojo una sola vez, ya no te la devolveré. O mantienes tus emociones a raya o yo lo haré por ti».
El chico estaba tan feliz de jugar que lo hizo con más pasión que nunca. A los 16 años, ya ganaba torneos profesionales en toda Europa.
En cada torneo, el joven mejoraba. ¡Y la prensa empezó a llamarlo el ángel adolescente! Después de que su padre no lo dejó jugar por un tiempo, el chico aprendió a controlar sus emociones, incluso en situaciones muy estresantes.
Si se trataba del primer punto de un partido fácil o el último punto estresante de una final muy reñida, su expresión y comportamiento eran los mismos. Controlaba completamente sus emociones.
Llegó a ser lo que muchos expertos consideran el mejor jugador de todos los tiempos. En total, ganó 14 campeonatos importantes, entre otros, seis títulos del Abierto de Francia, el primero cuando solo tenía 18 años y cinco títulos seguidos de Wimbledon. El que había sido un tenista malcriado y que más adelante fue llamado el «ángel adolescente», es Bjorn Borg.
Borg sería el primero en reconocer que aprender a controlar sus emociones fue el paso crucial en su carrera de tenis, si es que no en toda su vida.
Si tienes cinco años, o 55, controlar tus emociones significa entender que no siempre puedes controlar lo que te sucede. Sin embargo, como aprendió Bjorn Borg, PUEDES controlar tu respuesta emocional. Burke Hedges, You, Inc. (texto adaptado)
Bjorn Borg aprendió a controlar sus emociones en su adolescencia. Y los resultados fueron un gran éxito y un carácter excelente. El padre de Borg intervino y le enseñó con ejemplos reales. Es posible que nuestro Padre celestial haga lo mismo en algunos casos, si es necesario, a fin de enseñarnos templanza y dominio propio. Otras veces, sin embargo, es posible que permita que sigamos en la dirección equivocada que hemos elegido hasta que a la larga veamos a dónde nos llevó nuestra falta de dominio propio, que por lo general no es donde queríamos ir en primer lugar. Si queremos aprender rápido, no esperaremos a que el Señor intervenga, ni esperaremos que siempre lo haga. A veces, de hecho a menudo, el Señor está dispuesto a permitir que aprendamos a base de nuestros errores. Así pues, es importante que aprendamos a ser responsables de nuestros actos y emociones.
Actuar motivados por emociones sin control tendrá consecuencias. No pensar bien las cosas puede tener repercusiones que cambian la vida. Y lamentablemente, a menudo esas consecuencias ya no se pueden deshacer. Tampoco se pueden revertir las repercusiones.
La sociedad actual ofrece más libertad y más opciones. Asimismo, enfrentamos más tentaciones, más distracciones y más permisividad. Por lo tanto, es fundamental que entendamos plenamente y respetemos el poder de nuestras emociones, que aprendamos a asumir la responsabilidad de ellas y que las controlemos bien.
Nunca es demasiado tarde para aprender a controlar el mal genio ni las emociones. Para hacerlo, hay muchos consejos prácticos que pueden ser eficaces, pero la manera más eficaz es mejorar en este aspecto al tener comunión con el Señor, al orar, al leer la Palabra de Dios, y al encomendarle a Él nuestra vida y emociones.
Vivir sin remordimientos
Otro aspecto de controlarse está relacionado con la disciplina. Por ejemplo, ¿te dominas lo suficiente como para alejarte de algo que parece atrayente o «divertido» pero que sabes que está mal? O bien, ¿te resistes a hacer una locura, como aceptar el reto peligroso de un amigo? ¿Te dominas lo suficiente como para evitar excederte en la bebida o hacer el ridículo? ¿O para evitar algo peor, como causar un daño grave? Digamos que con tu comportamiento al haberte emborrachado hayas dañado la relación con tu pareja. O que tal vez destruiste tu auto, o heriste a alguien, o perdiste el empleo. Es posible que no aprobaras el año escolar o que hayas causado que alguien ponga en tela de juicio tu carácter.
Tomar las riendas de tu vida requiere disciplina. Sí, montones de disciplina. Sin embargo, la disciplina no se obtiene ni se mantiene fácilmente. Hace falta fortaleza mental a fin de vencer pasiones vanas y malos hábitos. Además hace falta fortaleza para resistir tantas tentaciones que de otra forma nos llevarían a otras atracciones sin sentido. Sobre todo, exige que nos concentremos de manera incesante en lo que más importa. Stephen Covey[2]
Los investigadores han descubierto veinte cosas que hacen los jóvenes de las que probablemente se arrepentirán cuando tengan cuarenta años. Entre ellas está fumar, poner fotos atrevidas en Internet, ser imprudentes en las redes sociales, hacerse tatuajes en lugares visibles, hacerse perforaciones para ponerse joyas en el cuerpo (piercing), gastar excesivamente y adquirir deudas, relaciones sexuales sin protección y al azar, abandonar el colegio y estar demasiado atareados o no poner interés en pasar tiempo con las personas amadas.
Hay una gran variedad de opiniones sobre la validez de esas acciones, y algunas personas tal vez no estén de acuerdo en que esas cosas son riesgos o que se deben evitar. Pero se trata de esto: No siempre tendrás el mismo modo de pensar, la misma actitud o enfoque hacia la vida que tienes hoy. Algún día tal vez darás una mirada retrospectiva a lo que haces ahora, actos de los que no puedas retractarte ni deshacer y dirás: «¿En qué estaba pensando?»
Los líderes no deben preocuparse en gran medida por los errores que cometan de vez en cuando, pero deben guardarse de lo que les haga sentirse avergonzados. Jon Huntsman
Ahora tomamos decisiones que afectarán el curso del resto de nuestra vida. Sin duda, queremos que ese curso sea bueno. Por esa razón es importante que en primer término sepamos qué es lo que el Señor quiere, además de a dónde nos dirigimos y por qué, a fin de que luego tengamos buenos hábitos y la disciplina adecuada que hace falta para que sigamos ese camino. Cada uno de nosotros tenemos nuestro futuro en las manos; nuestras decisiones diarias determinan ese futuro.
Dios nos ha dado este día para que lo empleemos como queramos. Puedo desperdiciarlo o emplearlo para bien. ¡Pero lo que hago hoy es importante porque por ello entrego un día de mi vida! Cuando llegue el mañana, este día se habrá ido para siempre, dejando en su lugar algo por lo que lo cambié. Quiero que sea ganancia y no pérdida; bien y no mal; éxito y no fracaso; a fin de que no me arrepienta del precio que tuve que pagar por él. Texto atribuido a W. Heartsill Wilson
Roadmap fue una serie de videos de LFI creada para adultos jóvenes. Se publicó por primera vez en 2010. Texto adaptado y publicado de nuevo en Áncora en mayo de 2017.
[1] Burke Hedges, You, Inc. (Tampa: INTI Pub, 1996).
[2] Stephen Covey, Everyday Greatness (Nashville: Rutledge Hill Press, 2006), 101.
Artículos recientes
- Vencer el temor con fe
- La descuidada virtud de la gratitud
- La fe y los desafíos
- Un puesto en la mesa del Padre
- La asombrosa gracia de Dios
- Cómo enfrentar y superar la adversidad
- Obras en curso
- Respuesta cristiana en un mundo polarizado
- La viuda de Sarepta: Un relato de esperanza
- Superar el temor y la preocupación