Dios te moldea
Recopilación
Por medio de una gran variedad de experiencias, el Señor moldea nuestra vida de nuevas formas en diferentes períodos. El mejor plan es ver lo que sea que el Señor les haya pedido que hagan en estos momentos y determinar que no es un error, que no es un castigo, que no es una dificultad que hay que soportar nada más. Según su actitud, puede ser una experiencia positiva, una oportunidad en la que pueden hacer que se convierta en una situación que los beneficie a ustedes y a los que los rodean. Es una oportunidad en la que pueden adquirir cualidades, fortaleza, convicciones y un objetivo, algo que no obtendrían de la misma forma en otra parte.
La vida no mejora al volverse más fácil. Mejora al vivirse plenamente. Para hacerlo, es necesario tratar de experimentar alegría en cada suceso de la vida y esforzarse por sacar provecho de cada situación en la que se encuentren, independientemente de lo que les parezca a ustedes. Si lo toman así, y acuden a Dios para que les ayude a encontrar los tesoros en lo que tal vez en el momento se parezca un poquito a un muladar, descubrirán algo mucho más grande de lo que creían posible. María Fontaine
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Dios, ayúdame en mi poca fe. Cuando tengo dolor, olvido que te interesas por mí. Olvido que me has ayudado en mis sufrimientos. Olvido que me tienes en Tus brazos para mantenerme a salvo. Olvido que sientes mi dolor. Olvido que me amas. Olvido que soy importante para ti. Hazme sentir Tu presencia, Tu amor envolvente. Sana mi alma herida. Gracias por quedarte conmigo, incluso cuando me falta fe. Timothy Daley
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No tengas miedo a las dificultades; más bien, acéptalas. Acéptalas sabiendo que el Gran Tejedor tomará todas tus luchas, preguntas, desilusiones y temores y se servirá de ellas para edificar tu fe y para convertirte en alguien que se ve como Jesucristo. Ravi Zacharias
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¡Tengo la certeza de que Dios está a tu lado! Está allí, en la oscuridad. Está allí, en los padecimientos. Está presente en las pruebas. Está presente en la confusión. Está presente en las profundidades. Está presente porque te ama, porque te aprecia muchísimo.
Pase lo que pase, ¡confía en Él! ¡Clama a Dios! Estás en proceso de formación, en el que tu vida se quebranta y se moldea; todo hombre y mujer de Dios pasa por eso. David Brandt Berg
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Ésta es la palabra del Señor, que vino a Jeremías: «Baja ahora mismo a la casa del alfarero, y allí te comunicaré Mi mensaje». Entonces bajé a la casa del alfarero, y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado bien. En ese momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: «Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro?», afirma el Señor. Ustedes, pueblo de Israel, son en Mis manos como el barro en las manos del alfarero. Jeremías 18:1-6[1]
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Dios no se equivoca.
En 1502, en Florencia, Italia, dieron un enorme bloque de mármol a la iglesia de Santa María. De inmediato, la iglesia contrató a quien consideraron un profesional para que esculpiera aquella enorme roca. Al poco tiempo de iniciar aquella gran tarea, el hombre hizo un hoyo en la parte inferior, lo que destruyó el magnífico bloque de mármol. Así pues, la iglesia decidió cubrirlo con una enorme tela, sin saber qué otra cosa hacer, pues el daño en la piedra no podía arreglarse. Miguel Ángel se enteró de la existencia de aquella enorme piedra y de la manera en que había sido destruida, así que por curiosidad fue a verla y pensó: «Creo que puedo hacer algo con eso». Después de un tiempo empezó a trabajar y a esculpir la piedra. Y lo que se había pensado que era algo inservible se convirtió en una de las estatuas más destacadas que representa al David de la Biblia.
Hoy en día, muchas personas se sienten como un trozo gigantesco de mármol que quizás ha sido golpeado o le falte sustancia; tal vez sea alguien que fue desechado por ciertas personas. Sin embargo, en las hábiles manos de Dios, Señor Todopoderoso, podemos ser moldeados y convertirnos en algo bello.
Dios, el Maestro Alfarero, sabe cómo convertir las sobras en algo bello.
Él es el alfarero; nosotros somos la arcilla. Él es el pastor; nosotros somos las ovejas. Él es el amo; nosotros somos los siervos. Por muy educados que seamos, por mucho poder e influencia que nos parezca que tenemos, por largo que sea el camino que hayamos recorrido con Él, por muy importantes que pensemos que somos en Sus planes, nada de eso nos faculta para entender por qué Él hace lo que hace cuando lo hace ni la manera en que elige hacerlo. La voluntad de Dios va mucho más allá de nuestro entendimiento; sin embargo, se nos pide que pensemos y vivamos en ella.
Dios sabe lo que hace por todos nosotros. Él es el alfarero y nosotros somos Su arcilla. Nos moldeará, nos dará forma, de manera que lleguemos a ser una pieza impecable que ejecute Su voluntad, agradable y perfecta. Anónimo[2]
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Uno de los aspectos más difíciles de la vida cristiana es que el hecho de ser discípulos de Cristo no nos hace inmunes a los padecimientos y tribulaciones. […] La Biblia enseña claramente que Dios ama a Sus hijos y que «dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman»[3]. Así que debe significar que las tribulaciones que Él permite en nuestra vida son parte de todas las cosas que dispone para bien. Por lo tanto, para el creyente, todas las tribulaciones deben tener un propósito divino.
Como en todo, el máximo propósito es que cada vez más lleguemos a ser la imagen de Su Hijo[4]. Esa es la meta de un cristiano, y todo en la vida, lo que incluye las pruebas y tribulaciones, está diseñado para ayudarnos a alcanzar esa meta. Es parte del proceso de santificación, de ser apartados para propósitos divinos y de estar capacitados para vivir para Su gloria. La manera en que los padecimientos logran esto se explica en 1 Pedro 1:6-7 (NBLH): «En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas (tentaciones), para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo». La fe de los verdaderos creyentes se afirmará por los padecimientos de modo que podamos estar tranquilos al saber que nuestra fe es real y que durará para siempre.
Las tribulaciones contribuyen a que lleguemos a tener buena fibra moral, y eso nos capacita para gloriarnos «en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia (perseverancia); y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza. Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado»[5]. Tomado de gotquestions.org
Publicado en Áncora en noviembre de 2016.
[1] NVI.
[2] http://users.stic.net/fortress/pr-masterpiece1.htm.
[3] Romanos 8:28 (NVI).
[4] Romanos 8:29.
[5] Romanos 5:3-5 (NBLH).
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