A Dios le encanta el misterio
David Brandt Berg
A Dios le encanta el misterio. Primero Él nos presenta un rompecabezas misterioso, y luego nos da pistas e indicios que nos acercan a la solución, para ayudarnos a resolverlo, a veces poco a poco. Nosotros nos ponemos muy orgullosos, y Él también de nosotros, cuando nuestro montoncito de hallazgos y soluciones empieza a aumentar, se empieza a ver la figura del rompecabezas y empezamos a comprenderlo y resolverlo.
Al Señor le encanta el misterio. Y seguro que a ustedes también les fascina todo lo que es misterioso. Las novelas de misterio son de las que más se venden en todo el mundo. Y la misma Biblia está llena de misterios y enigmas.
Yo creo que a Dios casi le gusta fastidiarnos con esos misterios, porque nos hacen orar para averiguar la solución, para resolver los acertijos y enigmas que Él nos plantea. A veces lo permite cuando estamos tratando de averiguar Su voluntad, mientras contemplamos muchas opciones y tenemos muchas opiniones.
Mi madre tomaba un papel y trazaba una línea por el centro cuando tenía que decidir algo. En la primera columna ponía los pros y en la segunda los contras; hacía una lista de todas las ventajas de hacer aquello y todas las desventajas, todo lo que tenía de bueno y todo lo que tenía de malo dicha decisión.
Dios continuamente nos está planteando alternativas así. Toda la vida es una sucesión de decisiones, un constante elegir. Tenemos que tomar miles de decisiones al día, decisiones de todo tipo relacionadas con el día. De tanto tomar las mismas decisiones respecto a nuestras costumbres cotidianas, acaban por convertirse en un hábito. Podemos caer en una especie de rutina, de modo que a la larga no tenemos de tomar tantas decisiones cada día.
Mi suegro se exasperaba porque nunca sabíamos lo que íbamos a hacer a continuación; le parecía que llevábamos una vida bastante desarreglada. Decía: «Tienen que tomar muchísimas decisiones sobre lo que van a hacer. Yo hago lo mismo todos los días. Me visto, desayuno a la misma hora y salgo a trabajar al mismo trabajo desde hace casi 50 años.» A mí me gusta mucho la variedad, incluso el misterio, la incertidumbre y la emoción.
A la gente le gusta el suspenso, y va a ver películas de suspenso y de terror. Hay películas de suspenso y de misterio, y en mi opinión, en la variedad está el gusto. Eso proporciona una variedad de posibilidades, de soluciones y alternativas respecto a lo que uno quiere hacer, o a lo que Dios quiere que uno haga, o incluso lo que Dios le recomienda a uno que haga.
Él no nos exige que hagamos algo concreto y determinado. Suele ofrecernos una gama de posibilidades dentro de ciertas opciones, algo similar a una radio que tiene varias frecuencias entre las cuales uno puede seleccionar la emisora que quiere escuchar. No se puede llegar más abajo de un punto determinado ni más arriba de otro, pero dentro de dicho espectro, nos ofrece una variedad de posibilidades.
A la gente le gusta el misterio, y nos entusiasman las adivinanzas, los rompecabezas, los enigmas y los acertijos. Casi todos los juegos tienen algo de eso, o bien de azar.
Los juegos de azar son misterios; son un acertijo. Nunca se sabe cuál va a ser el resultado, ni qué número va a salir con los dados, ni dónde se va a detener la bola de la ruleta. No se sabe dónde se va a parar la rueda de la fortuna. La dejamos dar vueltas y no sabes dónde se va a detener; y si se detiene en el número correcto, ganas un premio.
Al Señor le gustan los juegos que consisten en buscar algo o a alguien y los de seguir pistas, los acertijos y los misterios. Les puedo dar un versículo que lo demuestra: «Buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá; pedid, y recibiréis»[1]. A Él le gusta que tengan que buscar, indagar e investigar para saber qué puerta se va a abrir; y cuando una se abre, le gusta que tengan que pedirlo. Es parte de poner en práctica la fe que tienen en Él, en Su Palabra, en Su dirección y magnanimidad divinas, en Su amor de Padre. El hecho de buscarle y seguir Sus instrucciones aunque no sepan con qué se van a encontrar al final del camino demuestra que confían en Él.
Dios ha llenado la vida de enigmas, problemas, misterios, emoción y suspenso para estimular nuestro intelecto, espiritualidad, fe y confianza en el Señor, para estimular nuestra fibra y músculos espirituales.
Cuando jugamos con nuestros niños, nos lo pasamos bien con ellos y ellos con nosotros. Dios se divierte con nosotros, y nosotros nos divertimos con Él al participar en este gran juego que es la vida, que está lleno de misterios, de cosas que ponen a prueba nuestra imaginación, de pistas, indicios y diversas cartas y posiciones en que pueden salir los dados. Hay una cosa que no hacemos: si nos fiamos del Señor, no estamos apostando ni nos arriesgamos a perder, si le seguimos a Él.
Él nos guía paso a paso con pistas e indicaciones pero, igual que en esos juegos de mesa en los que hay que recorrer un circuito, uno nunca sabe qué va a pasar hasta que no llega a la casilla que le ha tocado. Él no explica con antelación todos los saltos que vamos a dar, ni las veces que tendremos que saltar varias casillas, ni nos dice todos los lugares en los que vamos a caer. Nos guía paso a paso para que averigüemos Su voluntad.
Le gusta que hagan uso de su fe. Le gusta que sigan adelante por fe «ciega» —como la llaman algunos—, aunque en realidad es en cierto modo una fe que ve, porque se ve actuar a Dios. Puede que no vean el resultado, que desconozcan la solución, y que ni siquiera sepan adónde los lleva ni qué van a encontrar pero, ¿qué fue lo que hizo Moisés? Lo mismo que Abraham, salió sin saber adónde iba, pero confiando en que Dios cumpliría lo que había prometido.
Moisés salió sin saber adónde iba. Dice que escogió antes ser maltratado con el pueblo de Dios que gozar de los deleites de la vista —de los deleites temporales—; porque tenía puesta la mirada en el galardón, como viendo al Invisible[2].
Debemos confiar en Dios aunque no le veamos. Hemos de seguir adelante y andar en pos de Él aunque no le veamos ni sepamos exactamente adónde nos lleva. Tenemos que seguir Sus pequeños enigmas, las pistas, indicaciones e indicios que nos va dando y va dejando caer a lo largo del camino.
A Dios le encanta el misterio, ¿y a ti?
Publicado por primera vez en septiembre de 1981. Texto adaptado y publicado de nuevo en enero del 2017.
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