Dios es Quien está al mando
David Brandt Berg
A veces Dios tiene que permitir que nos sucedan cosas con el fin de captar nuestra atención. Por ejemplo cuando estamos demasiado distraídos y nos ponemos a pensar en los afanes de esta vida, las dificultades y cosas así. Estamos tan preocupados por esto y aquello, que apartamos la mente del Señor y dejamos de confiar en Él en vez de echar sobre Él nuestras cargas y permitirle que se encargue de ellas. A mí también me pasa, así que no les estoy echando un sermón. Me limito a confesarles mis pecados y a contarles cómo Dios ha obrado en mi propia vida.
Hay un momento indicado para cada uno y para el plan de Dios para su vida. Él conoce el futuro y sabe lo que vamos a hacer. Sinceramente no creo que el Señor permita que el Enemigo les cause problemas a Sus hijos a menos que nosotros se lo permitamos o que el Señor lo permita por alguna buena razón. Le sucedió al joven profeta que se dejó convencer de desobedecer al Señor[1]. Él conocía al Señor y había escuchado Su voz. No había disculpa; sabía que no debió dejarse distraer y desobedecer las instrucciones específicas del Señor.
Solía decirles a mis estudiantes de secundaria: «¡Dejen de decir que el Diablo hizo esto y lo de más allá!» Le estaban dando la gloria al Diablo como si este fuera todopoderoso y pudiera saltarse a Dios y a Sus ángeles para salirse con la suya. «El Diablo permitió que el auto se dañara. Fue obra suya.» Y yo les respondía: «Por el amor de Dios dejen de darle la gloria al Diablo y de proclamar sus obras. El espíritu que más problemas les causa a ustedes es su propio espíritu, ¡no es el Diablo ni sus espíritus malignos!»
Si contamos con la protección de Dios, de Sus santos ángeles que acampan a nuestro alrededor y también con una gran nube de testigos que son buenos espíritus que oran por nosotros, nos cuidan y nos ayudan ¿cómo puede el Diablo siquiera ponernos un dedo encima a menos que de alguna forma se lo permitamos? O a menos que el Señor lo permita a modo de prueba para saber cuánto queremos algo, cuán decididos estamos, cuánta fe tenemos y cuánto conocemos la Palabra y nos apoyamos en ella.
¡El mío es un Dios todopoderoso que reina sobre todo lo que existe! No permitirá que el Enemigo, ninguno de sus diablillos ni el propio Satanás toquen un solo cabello de su cabeza a menos que de alguna forma se justifique o sea parte del plan divino. ¡El poder de Dios es ilimitado! En el plano espiritual Dios es todopoderoso. Sin Su permiso el Diablo no puede hacer nada por insignificante que sea, ni permitírselo a ninguno de sus diablillos.
¿Por qué creen que Dios le permitió al Príncipe de Persia retrasar a Gabriel? Estoy convencido de que jamás hubiera podido hacerlo sin Su permiso. ¿Por qué creen que Dios permitió que el mensaje se retrasara? ¡Para mí que fue para poner a prueba la fe de Daniel! Dios quería saber lo insistente, perseverante y decidido que estaba por obtener la respuesta[2].
Daniel por ser un hombre valiente, decidido y lleno de fe pudo pasar la prueba del tiempo durante tres semanas en respuesta a su oración. A veces Dios permite situaciones así para probarnos, para fortalecer nuestra fe y la confianza que tenemos en Su Palabra y Su poder. Muchas veces a lo largo de la vida permite que se nos ponga a prueba para saber si vamos a continuar confiando en Él.
Daniel pudo haberse dado por vencido al no haber recibido respuesta alguna por espacio de tres semanas. Hubiera podido rendirse y exclamar: «Dios mío, me fallaste. Señor, te rogué que lo hicieras por mi pueblo, ¡pero me defraudaste y te negaste a hacerlo!» En eso fallan muchos cristianos. Suelen decir: «Señor, lo intenté. Traté de portarme bien, de ser un cristiano. ¡Traté de servirte, pero no lo logré debido a que Tú no me ayudaste, no me sacaste adelante ni respondiste mis oraciones!» En muchos casos si tan solo hubieran aguantado un poco más demostrando que iban a confiar en Dios aunque los matara, al igual que Job, Dios les habría salido al encuentro[3]. Pero no tuvieron la fe, ni la paciencia ni la determinación.
Tomás debió de tener poca fe, pues de lo contrario no hubiera puesto los dedos sobre las heridas de Jesús. Tomás lo llamó Señor y Él le dio una prueba puesto que era obvio que la necesitaba. Era débil en la fe, por eso el Señor quiso alentarlo. No obstante, le dejó claro: «Más bendecidos son los que sin haber visto, creyeron»[4].
Dios elogió a Moisés debido a que «se sostuvo como viendo al Invisible»[5]. Que sepamos, lo único que Moisés pudo ver de Dios fue Su trasero y eso fue una sola vez en toda su vida[6]. Pasaron 40 años antes de que pudiera tener prueba alguna. Vivió derrotado durante 40 años. Pero el Señor tuvo misericordia puesto que Moisés iba a ser el salvador de Su pueblo. Después Dios tuvo que esperar otros 40 años para enseñarle humildad a Moisés —el que habría de liberar a los israelitas, el pueblo escogido de Dios— mientras cuidaba ovejas.
Como solía decir, a veces Dios permite que nos sucedan algunas cosas para humillarnos, para que aprendamos a ser humildes, y más adelante puede que permita que nos vuelvan a suceder cosas para asegurarse de que seguimos siendo humildes.
¡Tuvo que humillar a Moisés durante casi 80 años antes de permitirle ver prueba alguna! Moisés jamás vio milagro alguno; no vio nada aparte de la maravillosa creación de Dios, la cual de por sí es un milagro. Dios tuvo que enseñarle a Moisés a conducir ovejas. Le enseñó paciencia y puso a prueba su fe antes de darle una señal. Luego, al ver que Moisés estaba listo, le empezó a dar señales. Moisés tuvo que esperar 40 años en el desierto antes de ver alguna señal de Dios, de que se iba a valer de él.
¿Qué dice Dios acerca de las pruebas de fe? «La prueba de vuestra fe es más preciosa que el oro»[7]. Y «no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese. ¡Sino gozaos!» ¿Por qué? «Por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo»[8]. ¿Por qué permitió Dios que Cristo sufriera? «Aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió obediencia»[9]. Dios permitió que Jesús sufriera para que aprendiera obediencia e incluso lo que es el pecado —aunque nunca pecó—, debido a que era necesario que sufriera por nuestros pecados[10].
¡Dios es el Ser Supremo, todopoderoso, omnisciente y omnipresente! Puede que a veces le cueste hacernos entender las cosas a algunos mortales por culpa de nuestras distracciones, terquedad y por muchos otros motivos. Pero hay una razón en todo lo que hace o permite que suceda en la vida de sus hijos. «Todas las cosas ayudan a bien a los que aman al Señor»[11].
Publicado por primera vez en diciembre de 1985. Texto adaptado y publicado de nuevo en marzo de 2016.
[1] 1 Reyes 13.
[2] V. Daniel 10.
[3] Job 13:15.
[4] Juan 20:29.
[5] Hebreos 11:27.
[6] Éxodo 33:23.
[7] 1 Pedro 1:7.
[8] 1 Pedro 4:12–13.
[9] Hebreos 5:8.
[10] 2 Corintios 5:21.
[11] Romanos 8:28.
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