Dios con nosotros
Recopilación
«Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!» Salmo 139:13–14[1]
Quizá algunos pensemos que tendríamos más éxito en nuestro servicio a Dios si pudiéramos cambiar algo de nosotros; tal vez nuestra personalidad, nuestra inteligencia, nuestra profesión, nuestro ingenio, talentos o incluso nuestra apariencia. ¡Si pudiéramos hacer gala de algo que impresionara y atrajera a los demás hacia Cristo! Sin embargo, tal y como están las cosas, nos parece que nos falta muchísimo de lo que sería eficaz y fructífero.
Cuando el profeta Samuel elegía el segundo rey de Israel para reemplazar a Saúl, Dios lo envió a la casa de Isaí en Belén. Isaí tenía ocho hijos, y cuando Samuel vio al primer hijo, Eliab, pensó: «Sin duda que éste es el ungido del Señor»[2]. Eliab era alto, fuerte y guapo; sin embargo, Dios no lo aceptó. Pasaron delante de Samuel los otros seis hijos de Isaí. Todos ellos parecían merecedores del nombramiento; pero Dios también los rechazó. Samuel dijo a Isaí: «¿Son éstos todos tus hijos?» Isaí respondió: «Queda el más pequeño, pero está cuidando el rebaño». Samuel le dijo: «Manda a buscarlo, que no podemos continuar hasta que él llegue»[3].
El último de los hijos de Isaí era David, un sencillo pastor al que le encantaba la poesía; también escribía canciones y tocaba el arpa. Sin duda parecía el que menos probabilidades tenía de ocupar el trono de Israel. Sin embargo, Dios le dijo a Samuel: «Éste es; levántate y úngelo»[4]. David resultó ser un hombre que agradaba a Dios y se convirtió en el modelo de todos los reyes de Israel. Estuvo 40 años en el trono.
Dios no solo nos creó a cada uno de manera individual, sino que también tiene un plan para nuestra vida. Aunque quisiéramos tener más confianza, ser más hábiles, más entendidos o extrovertidos, debemos aceptar quiénes somos, que somos una creación admirable[5]. Cualesquiera que sean nuestros defectos, fracasos y debilidades, para Dios son de poca transcendencia. No somos los que llevaremos a cabo Sus planes para nosotros. Solo somos instrumentos por medio de los cuales Él obra, y cuando somos débiles, Dios es fuerte. Lo único que debemos hacer es estar dispuestos, confiar, obedecer y decirle a Dios: «estoy disponible». Charles Price
Dios en lo común
«Cuando hagan cualquier trabajo, háganlo de todo corazón, como si estuvieran trabajando para el Señor y no para los seres humanos». Colosenses 3:23[6]
Dios hizo lo común y corriente. No entiendo por qué eso le afecta tanto a la gente y se sienten como don nadies, y que no valen nada a los ojos de Dios o del mundo. Dorcas era más valiosa que Berenice, la afamada hija de Herodes, y en la Biblia encontrarás muchos personajes que llevaron vidas comunes y corrientes.
La Palabra de Dios dice: «Teniendo sustento y abrigo, estemos contentos. Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar»[7]. Son palabras difíciles de aceptar para los que codician ser el número uno, llegar a la cúspide, tener fama y notoriedad, y detestan lo cotidiano. Pero la Palabra de Dios es veraz, y está repleta de relatos sobre cosas comunes y corrientes.
Para la mayoría de nosotros, el día a día se repite incansablemente. El despertador nos llama a realizar la misma rutina, y nos parece que no existe posibilidad alguna de realizar algo heroico o por lo que valga la pena vivir.
Me pregunto cuándo aprenderemos a apreciar que llevar a cabo los pequeños quehaceres de la vida de forma precisa, puntual, concienzuda, respetuosa, no buscando los elogios de los hombres, sino que el Señor nos diga: «Bien hecho». No por la paga, sino porque Dios nos ha dado una pequeña obra que hacer en Su gran mundo. No por obligación, sino porque queremos. No como esclavos de las circunstancias, sino pensando en el Señor y haciéndolo «como para el Señor y no para los hombres», como personas a quienes Cristo liberó[8].
Muy por debajo de esa vida común y corriente, se asientan las bases del carácter, mucho más hermosas y duraderas que el coral, que se erige ante las miradas de hombres y ángeles hasta convertirse en una hermosa isla esmeralda con toda su belleza perenne que resuena con las melodías del paraíso. Por eso, debemos ser muy cautelosos de no quejarnos de las tareas cotidianas. Estamos formando el carácter que tendremos por la eternidad.
Hay que dar por sentado que somos personas con habilidades ordinarias, existe solo una posibilidad entre mil de que lleguemos a un puesto muy importante. Por eso, ¿no es una lástima que pasemos toda la vida lamentándonos y quejándonos, negándonos a realizar las tareas sencillas como para el Señor con una actitud alegre y gentil?
Es mucho más valioso realizar una tarea insignificante por amor a Dios, la verdad y el prójimo, que una labor relevante sin el Espíritu de Dios. Es mucho mejor sufrir pacientemente cada día mil alfiletazos que morir como mártir en la estaca. Una vida anónima ofrece muchas más oportunidades de desarrollar un carácter más elevado, es un terreno propicio para las virtudes cristianas, brinda más ocasiones que cualquier grandeza, calificada así por el mundo. Virginia Brandt Berg
Guiados por el Espíritu
«Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu». Gálatas 5:25[9]
A quien parece preocuparle que vaya a pasar por alto la voluntad de Dios le repito esta máxima: Dios desea que llegues a donde Él quiere incluso más que tú. ¡Y Dios es muy bueno para hacernos llegar allí! Así que respira hondo y relájate. Él ordena tus pasos, cada uno de ellos. Tu trabajo sencillamente es este: estar en sintonía con el Espíritu de Dios. Todo lo que debes hacer es dejar que el Espíritu te guíe y obedecer Sus indicaciones. A veces eso significa dar unas palabras de ánimo. Otras veces, significa guardar silencio. […]
Dios se propone colocarnos estratégicamente en el lugar indicado y en el momento oportuno. A eso lo llamo sincronía sobrenatural. Y son más que solo coincidencias, ¡son obra de la divina providencia! Si creo firmemente en algo, es en que Dios ordena nuestros pasos. Y no solo en el día de nuestra graduación o de nuestra boda. ¿Podemos dar traspiés? ¡Claro! Pero mientras más tiempo vivo, más me maravilla la capacidad que tiene Dios para planear encuentros.
A Dios le interesa cada paso. Concierta citas. Todo lo que necesitamos hacer es seguir Sus indicaciones, tener un poco de paciencia y dar un paso a la vez. Mark Batterson
Publicado en Áncora en junio de 2016.
[1] NVI.
[2] 1 Samuel 16:6.
[3] 1 Samuel 16:11.
[4] 1 Samuel 16:12.
[5] Salmo 139:14.
[6] PDT.
[7] 1 Timoteo 6:8, 7.
[8] Colosenses 3:23.
[9] NVI.
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