Dedicar tiempo al Maestro
De la serie «Una vida más feliz»
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[Taking Time with the Master]
El tema de fondo
La vida puede ser nebulosa. Buscamos respuestas, pero la mayoría de las veces terminamos con más interrogantes. ¿Para qué estamos aquí? ¿Por qué hay tanto dolor y sufrimiento en el mundo? ¿Qué nos puede ofrecer esperanza cuando parece que todo anda mal? ¿De dónde sacamos fuerzas para hacer frente a los retos que nos presenta la vida? ¿En dónde podemos encontrar una felicidad que perdure?
Las respuestas a todas estas preguntas y más se hallan estableciendo una estrecha relación personal con Jesús, que no solo nos promete vida eterna en el Cielo, sino que estará con nosotros cada hora de cada día hasta que lleguemos allá. Nos ha prometido un futuro lleno de esperanza, gozo, paz, libertad y amor eterno. La Biblia nos exhorta a «pensar» en todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre (Filipenses 4:8).
¡Dios está a favor de nosotros, está con nosotros —y lo mejor de todo—, está dentro de nosotros y nunca nos dejará ni nos desamparará (Hebreos 13:5)! El sacrificio que hizo Jesús en la cruz nos libró del peso del pecado y nos permitió «participar de la herencia de los santos en luz». Dios «nos ha trasladado al reino de Su Hijo amado, en quien tenemos redención, el perdón de los pecados», de modo que ahora Cristo mora en nosotros, «la esperanza de gloria» (Colosenses 1:12–14, 27). Dios nos ama, vela por nosotros y nos acompaña en toda situación por la que pasamos en la vida.
Durante una época de gran incertidumbre y ante la perspectiva de la guerra en 1939, en su alocución navideña, el Rey Jorge VI de Inglaterra citó el preámbulo del poema Dios sabe, escrito por Minnie Louise Haskins, que sigue hablándonos hoy en día: «Dije al guardián apostado a la entrada del año: “¡Dame una luz para internarme sin peligro en lo desconocido!” Él me respondió: “Cuando te adentres en la oscuridad pon tu mano en la mano de Dios. Te será más útil que una luz y te brindará más seguridad que andar por un camino conocido”».
Jesús es la luz del mundo, y prometió que si lo seguíamos, no andaríamos nunca en tinieblas, sino que la luz de la vida nos guiaría (Juan 8:12).
Lo que dice la Biblia…
Dios creó todas las cosas por medio de Él, y nada fue creado sin Él. La Palabra le dio vida a todo lo creado, y Su vida trajo luz a todos. La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla. Juan 1:3–5
Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus sendas. Proverbios 3:5–6
Amortiguadores
¡Uy, ese bache otra vez! Iba en el auto hacia mi casa y, como había hecho a diario durante meses, tuve que conducir muy lentamente al pasar por un hoyo en el pavimento para evitar una violenta sacudida.
Como al auto le hacía falta una revisión, lo llevé a mi mecánico de confianza. Este se sentó en la silla del conductor para meterlo en el taller, mas cuando pisó el freno, se dio vuelta y mirándome con sorpresa, me preguntó: «¿Cómo puede andar usted con el vehículo en este estado? ¡Los amortiguadores están acabados!» Seguidamente los cambió, y emprendí el regreso a casa.
Uy, el bache otra vez. Mientras llevaba a casa el auto recién reparado por el mecánico, yo iba tan ensimismado pensando en otra cosa que no me acordé de aminorar la velocidad para evitar el consabido hoyo, hasta que ya era tarde. Me afirmé para enfrentar el inevitable impacto, pero casi ni noté el bache. Estaba tan acostumbrado a conducir sin amortiguadores que se me había olvidado lo confortable que es manejar con ellos.
Cuando no se conduce sino por buenas carreteras, los amortiguadores casi no hacen falta; pero cuando el camino se torna difícil o uno se topa con uno de esos baches que le sacuden hasta los huesos, ya es otro cantar. Pues la vida es muy parecida. Gracias a Dios, el camino por lo general es bastante plano. Pero ¿qué pasa cuando perdemos a un ser querido? ¿O cuando sufrimos un revés en los negocios? ¿O cuando nos hacemos una lesión? ¿O si se produce una falla eléctrica en el momento en que estamos en el ascensor y nos quedamos ahí por horas? ¿O si nos sorprende un terremoto o una catástrofe de otra índole? ¿Qué clase de amortiguadores nos ayudarán a atenuar esos golpes y salir adelante tras incidentes como esos?
Preguntémoselo al hombre que recorrió el sinuoso y difícil camino del Calvario y dio allí la vida por todos nosotros. Jesús dijo: «Vengan a Mí, todos los que están fatigados y cargados, y Yo los haré descansar» (Mateo 11:28). «Les he hablado de estas cosas para que en Mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; Yo he vencido al mundo!» (Juan 16:33.)
Son muchas las personas que conducen por la vida sin amortiguadores, preocupándose de evitar todos los baches y hoyos que pudieran darles una sacudida. Procuran manejar por los caminos menos accidentados, pues saben que no están preparadas para baches repentinos. No tienen la paz que ofrece Jesús, es decir, amortiguadores en su vehículo terrenal. Tal vez ni se dan cuenta de que necesitan suspensión; tal vez ni son conscientes de cuánto desgaste se ahorrarían si contaran con un buen dispositivo para suavizar los golpes.
Habrá baches en el derrotero de la vida; es inevitable. Pero si las manos amorosas de Jesús te sostienen, casi ni los notarás y podrás sortearlos. Sean cuales sean los baches y obstáculos con que te topes, llegarás sano y salvo a tu destino.
Pon tu vida en las manos de Dios y notarás la diferencia. Matthew Nantes
¿Te agobia la presión?
Cuando da la impresión de que hay mucho más que hacer que tiempo para hacerlo, es fácil caer bajo presión. En momentos así es factible que pospongamos el tiempo dedicado a la Palabra de Dios, la oración y la comunión con Él. Como Marta en la Biblia, podemos llegar a preocuparnos «con muchos quehaceres», entre ellos atender y servir a los demás. Jesús le recordó dulcemente a Marta que «solo una cosa es necesaria» y que esa es «la buena parte» que nadie nos quitará. ¿Cuál es esa buena parte? María, la hermana de Marta, la ejemplificó así: «Se sentó a los pies del Señor y escuchaba Su palabra» (Lucas 10:38–42).
El estrés nos puede afectar en varios sentidos. Incrementa la tensión en nuestro sistema nervioso, lo que nos hace más susceptibles de cometer errores o tomar malas decisiones. Sofoca nuestra inspiración. Nos puede poner irritables. Puede que a la gente le resulte más difícil trabajar con nosotros. Nos puede privar de la alegría de vivir y ser contraproducente en muchísimos aspectos.
Reconocer en qué momento estamos quedando bajo presión y dar pasos firmes para revertir la situación es un hábito importante que debemos cultivar. Lo primero que hay que hacer es presentar todas nuestras cargas y preocupaciones al Señor en oración y buscar Su ayuda y Su orientación. «Dejen en las manos de Dios todas sus preocupaciones, porque Él cuida de ustedes» (1 Pedro 5:7).
Cuando nos vemos sometidos a presión, generalmente lo primero que queda relegado en nuestra apretada agenda es justamente lo que más falta nos hace: el tiempo de comunión diario con el Señor y Su Palabra. Debemos aprender a poner en manos de Dios todas nuestras inquietudes sobre el pasado, con todos sus yerros y faltas, amén de todos nuestros temores y angustias sobre el futuro. La Biblia nos anima diciendo: «Echa tu carga sobre el Señor, y Él te sostendrá» (Salmo 55:22).
Nos conviene recordar que no es posible alterar el pasado; sin embargo, sí podemos arruinar un presente perfectamente bueno preocupándonos del futuro y dejándonos dominar por una presión desmedida. Si aprendemos a tomar momentos de quietud en oración a lo largo del día y a dedicar tiempo para comulgar con Dios y leer Su Palabra, nuestras cargas se aligerarán. Al allegarnos a Él con nuestras pesadas cargas, descubriremos que Él dará descanso a nuestra alma y renovará nuestras esperanzas y alegría. Todo gracias a que confiamos en Él (Mateo 11:28–30).
Manejo del estrés
La batalla con el estrés en tu vida empieza entre un oído y otro. Se produce en el mundo de tus pensamientos. Los asuntos de los que te llenas el pensamiento determinan tu grado de estrés. Si deseas paz interior, es preciso que controles los elementos a los que das cabida en tu mente. Para la mayoría de las personas, la mente es como una autopista de libre acceso. Permiten que cualquier cosa circule por ella. […] Después se sorprenden de que su autopista mental termine contaminada con todo eso. Y se extrañan de tener una tensión tan alta.
La Biblia nos presenta otra opción. Filipenses 4:8 dice: «Piensen en todo lo que es verdadero, noble, correcto, puro, hermoso y admirable. También piensen en lo que tiene alguna virtud, en lo que es digno de reconocimiento».
Para reducir el estrés que te aqueja, piensa en otras cosas. En ese versículo la Biblia nos refiere ocho pasos para determinar a qué cosas damos entrada en nuestro pensamiento. Hazte esta pregunta: «Las cosas que voy alojando en mi mente toda la semana, ¿son buenas, dignas de elogio, verdaderas, honorables, justas, puras, bellas y admirables?» Si no lo son, es hora de empezar a llenarte el pensamiento de otro tipo de cosas.
La verdad es que cada uno de esos atributos describe a Dios. De manera que cuando piensas en cosas que son buenas, dignas de elogio, verdaderas, honorables, justas, puras, bellas y admirables, en realidad estás retratando a Dios. Isaías 26:3 dice: «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera».
Corrie ten Boom, una cristiana holandesa que vivió durante la Segunda Guerra Mundial, conocía la verdad de ese versículo. Ella y su familia ocultaron judíos en su casa para protegerlos de los nazis. Con el tiempo los sorprendieron y a ella y su familia los enviaron a campos de exterminio, donde murieron su padre y su hermana. No obstante, en esa época pavorosa Corrie descubrió el secreto de vivir con la mente en paz. Lo expresó así: «Si te fijas en el mundo, te mortificarás. Si miras para adentro, te deprimirás. Pero si contemplas a Cristo, descansarás».
Pase lo que pase a tu alrededor […], si fijas tus pensamientos en Dios, Él te guardará en completa paz. Rick Warren[1]
Reflexionemos...
- Reza el dicho que la vida es una carrera de resistencia, no de velocidad. La Biblia por eso nos enseña que hace falta perseverancia para correr la carrera que se nos brinda, con los ojos puestos en Jesús (Hebreos 12:1,2).
- Por muy ocupado que estés, acuérdate de la fórmula que proporcionó Jesús: Busca primeramente el reino de Dios y todo lo demás se te añadirá (Mateo 6:33).
- Toma tiempo para comulgar con Dios, lee un capítulo de la Biblia, encomiéndale tu jornada, y «Él dirigirá tus caminos» (Proverbios 3:6).
Lo que dice la Biblia…
Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida y el cuerpo más que la ropa? […]¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? […] Por lo tanto, no se preocupen por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas. Mateo 6:25–34
Vuelvan, quédense tranquilos y estarán a salvo. En la tranquilidad y la confianza estará su fuerza. Isaías 30:15
Publicado en Áncora en enero de 2025. Leído por Gabriel García Valdivieso.
[1] https://pastorrick.com/stress-management-starts-in-the-mind-2/
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