¿Decepción? ¿O Su elección?
Recopilación
[Disappointment? Or His Appointment?]
¿Has notado lo olvidadizas que pueden ser las personas? Muy pronto olvidan todas las maneras en que otros las han ayudado y terminan quejándose más adelante.
Los niños olvidan lo que sus padres hicieron por ellos. Las parejas dejan de valorarse el uno al otro. Los jefes cambian de empleados.
Así es la naturaleza humana.
Muchos pastores han vivido esa experiencia. Pese a años de fiel servicio, sus congregaciones no recuerdan sino sus fracasos. Son pastores que trabajan con ahínco, pero nadie parece darse cuenta.
Es posible que estés pasando por eso ahora. Pero no estás solo. Moisés también sintió esa clase de decepción.
Apenas tres días después de que Moisés guiara al pueblo de Dios por el Mar Rojo —uno de los mayores milagros de la historia—, la Biblia dice: «Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?» (Éxodo 15:24). El pueblo de Israel olvidó rápidamente lo que Moisés había hecho por ellos.
A la primera señal de problemas, los israelitas se quejaron. Durante el tiempo que pasaron en el desierto su lema era: «En caso de duda, refunfuña contra Moisés». Un momento Moisés era un héroe, al siguiente no valía para nada. […]
Dios es el maestro de revertir el daño. Las decepciones son en realidad Sus elecciones. Romanos 8:28 dice: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados». Nada ocurre en la vida de un hijo de Dios sin el permiso expreso de su Padre celestial.
Dios permite que ocurran demoras, dificultades y decepciones para llevar a cabo grandes propósitos. A Dios no le sorprende cuando [otros] olvidan todo lo que has hecho. La mayoría tampoco recuerda lo que Él ha hecho por ellos.
La buena noticia es que Dios no abandonó a Moisés ni a los sedientos israelitas. En Éxodo 15:25 descubrimos que Dios le mostró a Moisés un trozo de madera que fue la respuesta a sus problemas, porque «Moisés echó la madera al agua, y el agua se volvió potable». Muchos quedamos tan inmersos en las decepciones que no vemos las soluciones frente a nosotros. Menos mal que Dios siempre es fiel, aun cuando nosotros pasamos las cosas por alto.
Con la ayuda de Dios, nuestras decepciones pueden ser oportunidades para conocerle y confiar en Él de un modo más profundo. Rick Warren[1]
*
Últimamente me viene mucho a la mente la palabra «decepción». Cada uno reaccionamos de manera distinta al enfrentar una desilusión. Pero algunas personas han crecido tanto en la fe en el Señor Jesucristo y son cristianos tan maduros que no se preocupan al enfrentar una situación así.
Sin importar con cuánta ilusión aguarden algún evento o acontecimiento esperado, si las cosas no se dan como esperaban y lo que querían no llega a suceder, no parecen verse afectados. Son como el apóstol Pablo. Son cristianos tan firmes e inamovibles que pueden asegurar: «De ninguna cosa hago caso» (Hechos 20:24).
Hoy recordé un pequeño poema que he leído muchas veces. Dice: «Cambia unas letras en la palabra decepción y verás que se convierte en Su elección». Decepción. Si a decepción le cambias un par de letras, queda Su elección. Los cristianos maduros, firmemente cimentados en la Palabra, pueden tomar las desilusiones como oportunidades divinas.
Cuanto más conozco a mi Señor, más real compruebo que es,
más anhelo que otras almas vengan también para poderle conocer.
Tomado de «Él no es una decepción», escrito por Mary W. Booth
Querido amigo, ¡Jesús jamás te desilusionará! Pon todo en Sus manos, y cuando sufras alguna decepción comprobarás que al final redundará para tu bien, gracias a Él. Amén. Virginia Brandt Berg
***
DECEPCIÓN o Su elección,
cambia unas letras y verás
que los desvíos de tu ruta
son la mejor opción que Él te da.
Su elección siempre es bendición,
aunque venga disfrazada;
pues la conclusión desde el principio
está en Su sabiduría guardada.
Decepción o Su elección;
¿de quién? Del Señor que más me ama,
que entiende y me conoce a fondo,
y que prueba mi fe y mi llama.
Como un padre de amor sincero,
el Señor se alegra al ver
que Sus hijos aceptan con esmero
lo que Su sabiduría les puede ofrecer.
Decepción o Su elección;
ningún bien Él retendrá,
de las negativas obtenemos
tesoros de amor sin par.
Él sabe que cada sueño roto
produce un ánimo firme y certero,
y el final de todos Sus senderos
demuestra que Dios es sabio y sincero.
Decepción o Su elección;
Señor, así lo tomo yo,
como el barro en manos del alfarero,
me rindo a Tu mano por entero.
Todo el plan de mi vida es Tu moldear,
no debe haber elección mía;
déjame responder sin titubear:
Padre, «No mi voluntad, sino la Tuya».
Decepción o Su elección;
cambia esas letras, querido amigo,
y acepta con alegría y corazón
el amor que tu Padre te envía consigo.
Pronto la fe se tornará en visión,
y en gloria al fin entenderás
que «Su elección» era el camino
que a Casa te llevó sin más.
Laura Sophia Soole[2]
*
¿Quién no se ha sentido decepcionado alguna vez? Puede ser que un amigo o amiga te falló; a lo mejor esperabas en tu trabajo cierto reconocimiento que nunca llegó; quizás el amor que pensaste que era para toda la vida acabó precozmente en divorcio; a lo mejor tenías un porvenir soñado para tus hijos y ellos terminaron tomando otro rumbo.
Nos decepcionamos porque albergamos ciertas expectativas sobre algo o alguien y estas no se cumplen. Cuando eso pasa nos desanimamos, perdemos la confianza y hasta nos encerramos en nosotros mismos. Eso puede llegar a producirnos desdicha, resentimiento, amargura y rabia. Si bien esas reacciones son normales, hay una mejor manera de hacer frente a las desilusiones. Es más, estas no tienen por qué dejarnos destrozados; al contrario, pueden enseñarnos mucho.
Procura ver el lado positivo de cada situación y preguntarte: «¿Qué puedo aprender de esto? ¿Cómo le puedo sacar provecho?» Si buscas a Dios en cada circunstancia, puedes dar un giro positivo a un desenlace aparentemente desfavorable. Gloria Cruz
*
Cuando las cosas parecen no salir bien en tu vida, puedes sentirte tentado a pensar: «Jesús, ¿dónde estás cuando más te necesito?», o preguntarte si te he fallado o si Mi amor y paciencia se han agotado. En momentos como ese, tu fe es puesta a prueba y es entonces cuando debes tomar una determinación de fe y depositar tu confianza en Mí, sin importar lo inestable que parece el suelo que pisas.
Uno de los secretos para mantener el optimismo pese a las circunstancias es confiar en Mi amor y en las promesas de Mi Palabra, así como aprender a acudir a Mí en tiempos de necesidad. No es que tu fe nunca vaya a ser puesta a prueba, pero sabrás adónde acudir para obtener la ayuda necesaria cuando todo parece desmoronarse.
La clave para superar los tiempos de adversidad es prepararse para los tiempos difíciles fortaleciendo tu fe cuando todo va bien. Procura encontrar Mi amorosa mano obrando maravillas a tu alrededor. Cuenta tus bendiciones. Desarrolla una actitud de fe, confianza y agradecimiento. Ten la certeza de que, cuando el camino se ponga rocoso y duro, he prometido estar siempre al lado tuyo. Jesús
Publicado en Áncora en septiembre de 2024.
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