Dar a Dios, 1ª parte
Tomado de la serie Roadmap (hoja de ruta)
Un aspecto importante que hay que considerar al edificar una vida de valor y satisfacción es la manera en que administramos nuestro dinero. Si estamos dispuestos a poner en práctica algunos principios fundamentales con respecto a la economía, eso puede marcar una gran diferencia en cómo alcanzamos nuestras metas y logramos ejercer toda nuestra capacidad latente.
También lo contrario es cierto; la falta de principios con relación a la economía puede obstaculizar en gran medida nuestro progreso, éxito y felicidad.
Algunos de esos principios son: la fe y esperar que Dios provea lo que necesitamos, ser generosos al dar a la obra de Dios, obediencia a Su voluntad, integridad en las transacciones económicas, elaboración de presupuestos y no gastar más allá de nuestras posibilidades, la buena administración, la austeridad y el respeto de los bienes personales.
Dar a Dios y Su obra es otro de esos principios básicos comprobados por el tiempo, con una fórmula sencilla, pero potente: «Den, y se les dará. […] Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes»[1]. Una aplicación importante de la generosidad es dar de tu ingreso a Dios y Su obra. En muchos casos, en la Biblia se hace referencia a ello como diezmos y ofrendas.
Muchas iglesias animan a sus fieles a entregar el diezmo. Muchas personas eligen diezmar; otras, eligen dar ofrendas, y otras más, dan ofrendas además de su diezmo. Los versículos de la Biblia que se citan más frecuentemente acerca de diezmar están en el libro de Malaquías, en el Antiguo Testamento:
«¿Robará el hombre a Dios? Pues ustedes me están robando. Pero dicen: “¿En qué te hemos robado?” En los diezmos y en las ofrendas. Traigan todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en Mi casa; y pónganme ahora a prueba en esto; dice el Señor de los ejércitos, si no les abro las ventanas de los cielos, y derramo para ustedes bendición hasta que sobreabunde». Malaquías 3:8, 10[2]
Sin embargo, ¿cómo se aplica el mensaje de entregar el diezmo del Antiguo Testamento a los cristianos en la actualidad? ¿Cuáles son las expectativas de Dios con respecto a dar a Dios y Su obra?
Pablo dijo: «De manera que la ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. Pero ahora que ha venido la fe, ya no estamos bajo un guía»[3]. En la vida de Jesús y Su muerte se cumplió la ley mosaica. Gálatas 4:4-5 dice: «Cuando se cumplió el tiempo señalado, Dios envió a Su Hijo, que nació de una mujer y sujeto a la ley, para que redimiera a los que estaban sujetos a la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos»[4]. Es posible que ahora mismo estés pensando: «Si Jesús cumplió la ley y nos libró de la ley, ¿todavía se espera que entreguemos el diezmo conforme a las normas del Nuevo Testamento?»
Buena pregunta. Esta es otra pregunta: «¿El principio espiritual de diezmar y dar a la obra de Dios quedó obsoleto cuando Jesús murió en la cruz? ¿O sigue siendo vigente en la actualidad?» El mismo Jesús dio ejemplo de dar mucho más de lo que era el deber según las leyes del Antiguo Testamento: «Ustedes conocen la gracia generosa de nuestro Señor Jesucristo. Aunque era rico, por amor a ustedes se hizo pobre para que mediante Su pobreza pudiera hacerlos ricos»[5].
En términos sencillos, como no se nos exige por la ley del Antiguo Testamento que diezmemos, entonces lo que damos para apoyar la obra de Dios y a los que trabajan para Él es una ofrenda, algo que damos por amor al Señor y a los demás.
Aunque diezmar no se exige específicamente en el Nuevo Testamento, se nos indica que demos con alegría[6], con generosidad[7], y de corazón[8]. Lo que cambió del Antiguo al Nuevo Testamento es nuestra motivación al dar. En el Antiguo Testamento era obligatorio dar: el 10%. En el Nuevo Testamento se nos indicó que diéramos con alegría, como queramos dar, no como un requisito[9].
Muchos cristianos creen que diezmar es un principio esencial para alcanzar el éxito y vivir feliz. No solo eso, también muchos piensan que se espera que demos incluso más que el 10%, que diezmar es solo el punto de partida de la generosidad. Es una cuestión de convicción personal y de escuchar lo que dice el Señor acerca de lo que Él quiere que hagas sobre este asunto. Algo que hay que tener en cuenta con respecto a las normas del Nuevo Testamento y por qué Jesús no habló tanto de diezmar es que en el plan del Nuevo Testamento a los creyentes se les anima a darlo todo. Y, en cuanto a dar, Jesús elogió a la pobre viuda que dio al templo, a la iglesia de esa época, todo lo que tenía para vivir[10].
Podemos preguntarnos: «¿Cuánto estamos dispuestos a dar a Dios y Su obra?» ¿Estamos dispuestos a dar más de lo que se pide? Jesús dio de esa manera; Jesús lo dio todo. A cada uno de nosotros nos corresponde orar a fin de que examinemos nuestro corazón y nuestras razones, y veamos si creemos que dar a Dios y Su obra es necesario, importante, y en realidad, vital para que la misión de predicar el evangelio continúe y siga promoviéndose, y para el sustento de los misioneros, la publicación y distribución de la Palabra de Dios, y por último pero no por ello menos importante, para las bendiciones que recibimos personalmente al dar a Dios.
Jesús prometió: «Da y se te dará»[11]. Es posible que no siempre te remunere en metálico, con pesos y centavos. Puede que sea evitándote accidentes, desgracias o enfermedades graves que te costarían cien veces más que todo lo que has dado. Sea como sea, de un modo u otro, te recompensará.
Dios tiene un sistema perfecto de recompensas, dividendos, intereses y reembolsos: ¡da 100 veces más! ¡Dios no es avaro, no es tacaño, no es mezquino! Si das a Dios, ¡te devolverá mucho más de lo que diste! […] Esa es la ley de Dios sobre la generosidad. […] ¡Te recompensará con creces y te devolverá lo que hayas dado multiplicado en gran manera! David Brandt Berg
Diezmar y dar ofrendas es un compromiso personal. La Biblia promete que «el que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará»[12].
Reflexionemos en la historia de Charles Page, el promotor industrial y filántropo. De joven fue pobre; no tenía dinero ni trabajo. Un día se detuvo en la calle a escuchar un sermón del Ejército de Salvación. Cuando pasaron la pandereta para recoger la ofrenda, le dijo a la chica que la pasaba que le encantaría dar algo, pero que no tenía nada, ni para él mismo, ni siquiera para comer. Ella le dio un dólar y le dijo: «Tome esto. Ponga diez centavos como ofrenda, y de ahora en adelante siempre dé a Dios una décima parte de todo lo que reciba. Haga eso toda su vida, y nunca más se quedará sin dinero».
Page prometió dar su diezmo. A la larga encontró petróleo. Le dijo a alguien: «No podía equivocarme. El más grande y yo éramos socios; y Él es el creador de la geología». Con el tiempo se hizo millonario y dio mucho más que el diezmo. Construyó hospitales y ayudó de muchas formas a llevar a cabo la obra del Señor.
John D. Rockefeller, padre, relató su historia de esta manera:
Sí, diezmo, y me gustaría explicar cómo empecé a hacerlo. Siendo muy pequeño, tuve que ponerme a trabajar para mantener a mi madre. Mi primer sueldo era de 1,50 dólares semanales. Después de una semana de trabajo, llevé el dólar cincuenta a casa y mi madre, poniendo el dinero en su regazo, me explicó que se alegraría mucho de que yo le entregara al Señor la décima parte. Lo hice, y desde aquella semana hasta este día he diezmado todo dólar que me ha confiado Dios. Y me gustaría añadir que si no hubiera diezmado aquel primer dólar, no habría diezmado el primer millón de dólares que gané. John D. Rockefeller, padre
Esta es otra historia, la de un cristiano muy conocido por su generosidad. Da ejemplo de dar según lo que dice el Nuevo Testamento.
¡La pala de Dios es más grande que la mía!
Es posible que R. G. LeTourneau, cristiano, inventor, empresario y emprendedor, sea uno de los más inspiradores que el mundo haya conocido. Dejó el colegio cuando estaba en sexto grado. En su época, llegó a ser un destacado fabricante de maquinaria para el movimiento de tierras con instalaciones en cuatro continentes y más de 300 patentes registradas a su nombre. Hizo importantes contribuciones a la construcción de caminos y maquinaria pesada que cambió el mundo. Fue uno de los primeros contratistas de construcción de carreteras en utilizar maquinaria para el movimiento de tierras. Su empresa diseñó y construyó algunas de las máquinas más grandes del mundo: excavadoras, transportadores, lanzamisiles, equipo para construcción de puentes y equipo portátil de perforación mar adentro.
El éxito de LeTourneau llegó a costa de muchos fracasos y reveses al inicio de su carrera. Esos primeros años humildes fueron el telón de fondo para su salvación y para asociarse con Dios en los negocios. Como procuraba que su fe en Cristo fuera importante en su vida y trabajo, eso lo llevó a asistir a una reunión de reavivamiento religioso de su iglesia. Allí oró: «Señor, si me perdonas y me ayudas, haré lo que quieras a partir de hoy».
Era el año 1919. Como era cristiano, quería hacer más para Dios. Fue a ver a su pastor, el reverendo Devol, para que le diera un consejo. LeTourneau pensaba que quien estuviera totalmente dedicado a Cristo debía ser pastor o misionero a fin de verdaderamente llevar a cabo la gran misión. Después de una profunda oración con el pastor, LeTourneau quedó sorprendido al oír al Reverendo Devol decir aquellas palabras que lo guiaron el resto de su vida: «Dios también necesita empresarios». Para LeTourneau fue una revelación. De inmediato empezó a considerar que Dios y él eran socios.
De todos modos, LeTourneau quedó confundido en cuanto a los motivos por los que Dios lo elegiría como Su socio. En particular cuando, a los 40 años de edad, y al inicio de la Gran Depresión, salió mal un trabajo importante de construcción y quedó con una deuda de cien mil dólares. Sin embargo, más adelante, después de ver lo que Dios podía hacer para que un negocio se recupere y una vida se enmiende, señaló: «Él se vale de los débiles para confundir a los fuertes».
Entretanto, LeTourneau no había entregado lo prometido a las misiones para el año anterior; así pues, se había comprometido a compensar al Señor. Le dijo al señor Frost, su contador, que había prometido dar cinco mil dólares a su iglesia para las misiones. El señor Frost no lo podía creer. LeTourneau estaba muy atrasado económicamente, no se podía ni pensar en hacer donaciones para el Señor. El señor Frost no se daba cuenta de quién era el socio de LeTourneau. De modo increíble, la empresa se mantuvo a flote y ese año se entregó toda la ayuda prometida a las misiones.
Luego, su empresa tuvo un gran avance. LeTourneau se dedicó a la fabricación de maquinaria que él había inventado. Después de eso, las dificultades económicas quedaron en el pasado.
En 1935 su negocio de fabricación ya le daba ganancias enormes. Su esposa Evelyn le dio una sugerencia, y ellos cambiaron con el Señor la repartición a 90/10. El 90% se dio al Señor y el 10% fue para RG y Evelyn. A LeTourneau le gustaba decir: «No se trata de cuánto dinero mío doy a Dios, sino de la cantidad de dinero de Dios que guardo para mí».
Crearon la Fundación LeTourneau para administrar los donativos. En 1959, después de dar 10 millones de dólares a obras religiosas y educativas, la Fundación LeTourneau tenía un valor de 40 millones de dólares.
LeTourneau dijo: «La pala de Dios es más grande que la mía». En sentido figurado, explicaba que su generosidad se podía comparar con un hombre y una pala. LeTourneau, como un hombre con una pala, entregaba dinero a obras benéficas, iglesias y organizaciones que necesitaban ayuda. Siempre tenía mucho que dar porque Dios le entregaba dinero en cantidad, pues tenía una pala más grande. LeTourneau atribuía su éxito al Señor. Habitualmente iniciaba las charlas que daba a estudiantes y empresarios con estas palabras: «Soy solo un mecánico que Dios bendijo. Y creo que quiere que les diga a ustedes cómo puede bendecirlos».
Los contemporáneos de LeTourneau a menudo lo llamaban «el empresario de Dios». Tomado de Wikipedia y del sitio web Giants for God, texto adaptado[13].
Roadmap fue una serie de videos de LFI creada para adultos jóvenes. Se publicó por primera vez en 2010. Texto adaptado y publicado de nuevo en Áncora en febrero de 2018.
[1] Lucas 6:38 (NVI).
[2] NBLH.
[3] Gálatas 3:24-25 (RVR 1995).
[4] RVC.
[5] 2 Corintios 8:9 (NTV).
[6] 2 Corintios 9:7.
[7] 1 Timoteo 6:18.
[8] 2 Corintios 9:6.
[9] V. 2 Corintios 9:6-8.
[10] Marcos 12:44.
[11] Lucas 6:38.
[12] 2 Corintios 9:6 (NVI).
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