Dar a conocer nuestra fe
Palabras de Jesús, a menos que se indique lo contrario en los párrafos correspondientes
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¿Qué has hecho hoy para salvar un alma? ¿Te has planteado hoy esta pregunta? ¿Has hecho tu parte para salvar algún alma? No solo con hechos, sino ¿has hecho tu parte en oración y súplica?
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«Ustedes conocen el dicho: “Hay cuatro meses entre la siembra y la cosecha”, pero Yo les digo: despierten y miren a su alrededor, los campos ya están listos para la cosecha. A los segadores se les paga un buen salario, y los frutos que cosechan son personas que pasan a tener la vida eterna. ¡Qué alegría le espera tanto al que siembra como al que cosecha!» Juan 4:35–36[1]
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Alcen los ojos y miren los campos, porque ya están blancos para la siega. La mies es abundante, y los árboles están repletos de fruto maduro, pero éste ya cae al suelo y perece, porque no hay quien lo coseche. Alcen los ojos y miren los campos. No se queden gozando egoístamente de sus bendiciones, sino compadézcanse de los que están afuera. De los que no conocen la verdad, los que desconocen al Salvador, los que mueren de hambre y frío por falta del calor de Mi Espíritu y de Mi amor.
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¿Acaso no he prometido que los entendidos entre el pueblo instruirán a muchos?[2] Sean fieles dándoles lo que han recibido ustedes. De gracia recibieron, den de gracia[3]. Les concederé denuedo y convicción para ir a dar la Palabra de Dios a tantas personas que la buscan con afán.
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La única causa que es lo bastante grande como para satisfacer el anhelo más profundo del corazón es la causa de Jesucristo, y su bandera es el cuerpo teñido de sangre que fue resucitado en la cruz del Calvario para la redención del mundo. La invitación a ser un discípulo es la causa más emocionante que podríamos imaginarnos. Piensa en esto: ¡El Dios del universo nos invita a ser Sus compañeros para reclamar el mundo para Él! Cada uno de nosotros podemos participar valiéndonos de los dones singulares y oportunidades que Dios nos ha dado. Billy Graham
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Con varios años de anticipación, comienzo a obrar en la vida de quienes no me conocen. Voy obrando en su corazón y en su vida con vistas a prepararlos, de modo que se hallen en el lugar preciso, en el momento adecuado, que estén preparados mental y anímicamente para recibir Mis palabras de vida.
También requiere de las oraciones de ustedes, pues sus oraciones influyen. Yo no obligo a nadie a hacer lo que no quiere, pero mediante las oraciones de ustedes se realza el poder del Espíritu que le habla a esa persona al corazón.
Son tiempos de escepticismo, tiempos de temor, pero mayor es el que está en ustedes que el que está en el mundo[4]. Les he dado gran amor para vencer al espíritu que pretende envolver al mundo en frialdad y tinieblas. Pues el amor de muchos se enfría, como predije hace siglos por boca de los profetas[5].
A medida que oran y derraman lágrimas por quienes aún no son salvos, haré que arda el fuego de la fe e ilumine en gran medida y dé calor a los corazones de muchas personas.
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«La luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo». Juan 1:9[6]
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Yo di Mi vida por ustedes por el amor tan grande que les tengo y por la compasión que siento por ustedes. Me acerqué a ustedes en su hora de necesidad, cuando les parecía que estaba todo perdido, cuando sentían una gran desesperación y les parecía que no encontraban sentido a la vida, sino que era vacía. Me acerqué a ustedes y los abracé por medio de alguien que quiso transmitir Mi amor y el mensaje de la salvación que inundaban de alegría su corazón.
Así que a cambio les pido que salgan al encuentro de los perdidos, a los solitarios, pues ellos claman a Mí en las tinieblas y el frío. Si no hacen un esfuerzo por comunicar el mensaje a quienes pongo en su camino, se puede perder o demorar ahora la oportunidad de experimentar el gozo, la libertad, la compasión, la comprensión, la sabiduría y el gran amor que tengo para ellos.
¡Despiértense, pues, y no se vuelvan satisfechos de ustedes mismos! Proclamen el nombre y las palabras del Señor ante los perdidos y los solitarios. Vayan por los caminos y por los vallados y reúnanlos en Mi seno. Hay gran agitación y confusión, mucha falta de amor en el corazón de muchos que están en el mundo, que anhelan soluciones, las que solo hallarán en Mi Salvación.
Den y se les dará. A medida que se esfuercen para dar a los necesitados espiritualmente, los ungiré y les daré más poder y más fuerzas. ¡Su fe se multiplicará y su gozo se desbordará!
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Somos las biblias que el mundo lee;
somos el credo que el mundo necesita:
somos los sermones que el mundo escucha. Billy Graham
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Veo el amor por Mí y por el prójimo que albergas en tu interior. Veo tu deseo de ser una bendición y servirme con toda el alma. Por ese amor y fidelidad te bendeciré.
Te parece que no tienes mucho que dar, pero dentro albergas tesoros, mucho más de lo que alcanzas a comprender. Son tesoros que vienen de Mí, y si los das a los demás, si los repartes, te será añadido más. Así podré valerme de ti en mayor medida para dar más fruto, y haré que tu servicio a Mí te proporcione mayor gozo y satisfacción.
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No es necesario que un misionero vaya a otro país que no es el suyo; ni siquiera a otro estado o a otra comunidad. Un verdadero misionero solo necesita pensar en otras personas. Anónimo
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Dios nos ha dado dos manos: una para recibir y la otra para dar. No somos cisternas fabricadas para acumular; somos conductos creados para dar. Billy Graham
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Te he llamado y escogido para la misión que ahora te encuentras realizando. He puesto en tu corazón el deseo de ser representante de Mi amor para los perdidos y los que todavía no me conocen ni han descubierto Mi amor. Has aceptado de buena voluntad el llamamiento y has aceptado lo que Yo quería para ti, y eso me complace.
Gracias por responder a Mi llamado, por seguir la senda que te indico. Eres la boca por la que hablo palabras de amor, una vía por la que transmito Mi amor a los demás; eres las manos con las que consuelo y doy alivio a los corazones quebrantados, llenos de esperanzas y sueños frustrados; eres los pies con los que llevo Mi mensaje a los que todavía no saben de Mí; eres los ojos con los que derramo lágrimas de alegría por cada alma que me encuentra. Se te ha concedido un gran privilegio: ser Mi representante. Grande es tu galardón.
Artículo publicado por primera vez en 1997 y adaptado en agosto de 2013.
Leído por Carlos Ortiz. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
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