Cuidar nuestro planeta
Recopilación
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La Biblia nos enseña que, habiendo creado los cielos y la tierra, «Dios miró todo lo que había hecho y consideró que era muy bueno»[1]. Seguidamente encomendó a los seres humanos la tarea de velar por Su creación y administrar sus recursos, no en calidad de dueños, sino de encargados. «Tomó, pues, Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase»[2].
Muchas partes del planeta conservan su belleza prístina y funcionan tal como Él dispuso. No obstante, algunas partes sufren de gran deterioro. Las fuerzas naturales han hecho estragos, pero los seres humanos también somos responsables en parte. Algunos de los ecosistemas del mundo están fallando, especies animales y vegetales se extinguen, y los recursos se agotan rápidamente.
Como a los humanos se nos encomendó cuidar de Su creación, compartimos la responsabilidad y también sufrimos las consecuencias. La contaminación del aire y del agua ha mermado la calidad de vida de millones de personas; el calentamiento global plantea un grave riesgo para las poblaciones asentadas en zonas costeras de poca elevación; la deforestación va de la mano de la desertificación; zonas de nuestros océanos, lagos y ríos están quedando sin vida.
El planeta, que es la casa de todos, corre peligro, y es tarea de cada uno de nosotros hacer lo posible por cuidarlo, ya que para eso se nos encomendó.
Trabajando juntos, y con la ayuda de Dios, podemos mejorar las cosas. Podemos hacer la parte que nos corresponde para ser fieles a la comisión que nos encomendó Dios. Keith Phillips
Razones para cuidar el planeta
La Biblia nos da tres razones fundamentales por las cuales debemos cuidar el medio ambiente. En primer lugar, Dios mismo dice que Su creación es muy buena. A Dios le interesa el mundo material; Él lo sostiene en todo momento. Sin Dios, el mundo se hundiría en el caos. «Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten»[3]. Por tanto, si descuidamos, abusamos y arruinamos el medio ambiente, estaremos dañando algo muy precioso para Dios.
La segunda razón, e incluso más importante, de por qué debemos velar por el medio ambiente se encuentra en Génesis 1:28 y 2:15, Dios le ordenó específicamente a la humanidad que lo hiciera. Nos pidió que cuidáramos tanto de la creación viviente como de la inanimada. Debemos trabajar en regir y ordenar la creación como buenos administradores sin abusar de ella para nuestros propios fines egoístas. Al cuidar apropiadamente de la tierra, le permitimos ser fructífera y cumplir con el rol de glorificar a Dios. Eso forma parte de nuestra forma de adorar a Dios.
La tercera razón es que un día el cosmos va a ser renovado y creado otra vez como los nuevos cielos y la nueva tierra, que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento aguardan con ilusión[4]. Ello traerá la plenitud de vida que Dios ideó y quiso para Su creación: un lugar donde la gente se sentirá realmente en casa, donde Dios morará con Su pueblo, y tanto ellos como toda la creación le adorarán y le honrarán.
Por eso la forma en que tratamos el medio ambiente ahora debería ser un adelanto o, si prefieren, una carrera de entrenamiento, de lo que haremos en la nueva creación. La firme esperanza de una futura creación renovada no nos da licencia para abandonar el cuidado de la actual. Por el contrario, debería incentivarnos a fomentar y utilizar el buen fruto y el bien innato de este mundo físico para hacer lo que es agradable para Dios donde sea que nos encontramos en la actualidad. Se cree que Lutero dijo: «Si yo creyera que Jesús volvería mañana, aun así, hoy plantaría un árbol».
La mismísima existencia del universo es el resultado de la actividad creativa de Dios. Y su destino final, redimidos por el sacrificio de Cristo en la cruz, es ser renovados junto con todos los creyentes para entrar en la eterna gloria de Dios. Bob White[5]
Buenos administradores
Siendo que la humanidad fue creada a Su imagen, Dios les concedió al hombre y a la mujer un lugar privilegiado entre todas las criaturas, y les ordenó que fueran mayordomos sobre la tierra[6]. La mayordomía implica cuidar, no abusar. Debemos manejar con inteligencia los recursos que Dios nos ha dado, usando de gran diligencia para preservarlos y protegerlos. Esto se hace patente en el Antiguo Testamento, donde Dios manda que los campos y los viñedos se debían sembrar y cosechar durante seis años para luego dejarlos descansar el séptimo año a fin de permitir que los nutrientes del suelo se renovaran, tanto para darle un descanso a la tierra como para asegurar la continua provisión para Su pueblo en el futuro[7].
Además de cumplir con nuestro rol de cuidadores debemos apreciar la funcionabilidad y belleza del medio ambiente. En Su increíble gracia y poder, Dios ha puesto en este planeta todo lo que hace falta para alimentar, vestir y dar casa a miles de millones de personas que han vivido en él desde el huerto de Edén. Todos los recursos que Él ha provisto para nuestras necesidades son renovables y Él continúa proveyendo el sol y la lluvia necesaria para sustentar y renovar dichos recursos. Y por si esto no fuera suficiente, Dios ha decorado el planeta de estupendos colores y de una belleza escénica que atrae nuestro sentido de la estética y llena de asombro nuestro espíritu. Hay una tremenda variedad de flores, de aves exóticas y otras encantadoras manifestaciones de Su gracia hacia nosotros.
Al mismo tiempo, la tierra que habitamos no es un planeta permanente y nunca lo fue… Dios va a crear un nuevo cielo y una nueva tierra[8].
Debemos ser buenos administradores de la tierra mientras dure, que será mientras sirva a los planes y propósitos soberanos de Dios. Tomado de gotquestions.org[9]
La tierra es del Señor
¿Por qué debería importarnos el medio ambiente? No solo por los daños que enfrentamos por la contaminación, el cambio climático u otros problemas del medio ambiente, aunque todo eso es serio. Para los cristianos es un tema más de fondo: Sabemos que Dios creó el mundo y le pertenece a Él, no a nosotros. Debido a eso, solo somos mayordomos o administradores de la creación de Dios y no debemos abusar de ella ni descuidarla. La Biblia dice: «Del Señor es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan»[10].
Cuando no vemos el mundo como creación de Dios, terminamos abusando de él. El egoísmo y la codicia asumen el control y dejan de preocuparnos el medio ambiente o los problemas que estamos creando para futuras generaciones.
Espero que no perdamos el interés por estos temas, pues son importantes. Pero no perdamos de vista algo que es aún más importante: nuestra relación con Dios. ¿Está Cristo en primer lugar en tu vida y lo sigues cada día? Billy Graham[11]
Tenemos que ser responsables y rendir cuentas
¿Cómo se vería una expresión de interés por el medio ambiente genuinamente cristiana y bíblica? Desde nuestro punto de vista, tendría que comenzar por una confesión de fe basada en una de las escrituras… «Del Señor es la tierra y su plenitud; el mundo y los que en él habitan»[12].
Especialmente los cristianos entendemos que no somos dueños del mundo en el que vivimos. La tierra, como el viñedo de la parábola de Jesús[13], nos la ha confiado Su Hacedor y Propietario. Dios nos ha confiado la tarea de cuidar Su jardín. Le debemos un buen rendimiento a Su inversión.
Dios le dio al hombre dominio o gobierno sobre la creación en Génesis 1:28. Pero eso no significa que el ser humano es libre de depredar o abusar de los recursos de la tierra. Por el contrario, dominio supone responsabilidad y rendir cuentas. Es un mandato cuidar del mundo de Dios, tal como Él cuida del mundo.
Entre otras cosas, esto significa hallar maneras de devolver a la naturaleza por lo menos tanto como sacamos de ella. Como todo buen agricultor sabe, un campo fértil se convierte en un desierto si el agricultor no logra mantener y renovar el suelo. De igual manera, la industria puede resultar útil cuando provee para las necesidades básicas del ser humano. Pero, en el proceso, debería actuar responsablemente haciendo lo posible por preservar los recursos naturales. Eso es administrar bien los bienes del Maestro.
Todo cristiano tiene el deber de cuidar a fondo del mundo natural. No solo debemos hacerlo por el bien del medio ambiente, sino también como un modo de servir a la humanidad. Nuestra relación con el medio ambiente debería tener como meta mejorar la vida de los demás y aliviar el sufrimiento de hombres, mujeres y niños que han sido creados a imagen de Dios. Focus on the Family[14]
Publicado en Áncora en enero de 2021. Leído por Miguel Newheart.
[1] Génesis 1:31.
[2] Génesis 2:15.
[3] Colosenses 1:16–17.
[4] Isaías 65:17–25, Apocalipsis 21.
[5] https://www.eauk.org/church/resources/theological-articles/why-should-christians-care-for-the-planet.cfm. Bob White es profesor de geofísica en el Departamento de Ciencias Terrestres en Cambridge.
[6] Génesis 1:26–28; Salmo 8:6–8.
[7] Éxodo 23:10–11; Levítico 25:1–7.
[8] 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1.
[9] https://www.gotquestions.org/environmentalism-Christian.html.
[10] Salmo 24:1.
[11] https://billygraham.org/story/billy-grahams-my-answer-global-warming-and-the-environment/
[12] Salmo 24:1.
[13] Mateo 21:33–46.
[14] https://www.focusonthefamily.com/family-qa/christians-and-the-environment/.
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