Crecimiento espiritual
Recopilación
[Your Spiritual Growth]
Ir sumando años sin llegar a estar más cerca de Dios es como andar en círculos; te mueves, pero no avanzas. Te invito a examinar tu corazón y pedirle a Dios que te muestre cuánto has progresado, cuánto has crecido como cristiano.
¿Recuerdas la visión que Dios te dio en otro tiempo sobre cómo quería que vivieras? ¿Las grandes expectativas de victorias, la enorme emoción que embargaba tu alma y tus grandes propósitos de vivir cerca de Él?
Me pregunto si puedes afirmar como Pablo: «No fui rebelde a la visión celestial» (Hechos 26:19). ¿O será que te has conformado con un cristianismo de bajo nivel, una vida mediocre, común, de persona derrotada?
Tengo amigos que están radiantes y triunfantes en su cristianismo victorioso. También sé de algunos que profesan ser cristianos y se sienten frustrados. Son como la señora ya entrada en años que exclamó: «¡No soy sino un pobre gusano!» A mí no me haría ninguna gracia considerarme un pobre gusano en lo que a mi cristianismo se refiere. Dios dice que somos más que vencedores (Romanos 8:37).
En la vida cristiana no es posible quedarse inmóvil. O avanzas o retrocedes. Si fueras sincero contigo mismo en este momento, ¿reconocerías que tu vida como cristiano es irrelevante, que estás vencido y desilusionado?
¿Qué dirías si sometieras tu corazón a una inspección espiritual, si Dios le hiciera una radiografía a tu alma? En la búsqueda de un diagnóstico, ¿descubrirías que estás creciendo? La Palabra de Dios contiene maravillosas referencias a la vida abundante. ¿Estás avanzando victoriosamente en esa dirección?
En realidad, cada uno de nosotros es como tres personas: la persona que uno cree ser, la persona que los demás creen que es y la persona que Dios sabe que es. Si algo sabemos es que tenemos que crecer, ¿no es verdad? La Palabra de Dios dice en Apocalipsis 11:1: «Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: “Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él”». Le dijeron que midiera a los que adoran.
Nuestra vara de medir es la Palabra de Dios. En 2 Corintios 10:12 dice: «No nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos». No medimos nuestro crecimiento comparándonos con los demás, sino por la Palabra de Dios. En el Salmo 139 dice: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad» (Salmo 139:23,24).
Yo doy gracias por cualquier cosa que me obligue a hacer examen de conciencia. Vivimos en una era de prisas, en la que no queda tiempo para meditar o reflexionar. Pero es preciso que hagamos pausas y que examinemos nuestra vida sin minimizar nada, sin engañarnos, sin tomarnos a la ligera nuestro estado espiritual. La Palabra de Dios dice: «Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación» (Romanos 12:3).
¿Sabes qué necesita un bebé para crecer? Aire, comida, agua y amor, lo mismo que un cristiano. El aire es la oración; la comida, la Palabra de Dios; y el agua, la sed que hay en nuestra alma; y luego está el amor eterno y el poder de Dios que hay en nuestro corazón. ¿Quieres saber si estás creciendo? Mira si estás creciendo en amor.
Por ti mismo no lograrás crecer espiritualmente. Por mucho que te esfuerces no lo conseguirás. Es algo que se produce como consecuencia de vivir cerca de Jesús, de permanecer en Su Palabra, absorbiendo Su amor, llenándote de Su Espíritu y comunicándote sinceramente con Él.
El crecimiento espiritual es el resultado de vivir en Él y en Su Palabra, en dulce comunión con Él. A base de empeño y esfuerzos no crecerás, fiándote de tu propia capacidad; solo si te encomiendas por completo a Él. El centro del cristianismo es Jesús, una persona viva y amorosa. Lo que te dará victorias y el crecimiento al que aspiras en tu vida como cristiano es tu comunión con Él. Virginia Brandt Berg
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Estudiando cómo ayudaba Jesús a las personas a crecer espiritualmente, Rick Warren desarrolló las siguientes ocho leyes del crecimiento espiritual.
El crecimiento espiritual es intencional, no accidental. Debes tener la intención de crecer. Es una decisión que tienes que tomar. […]
El crecimiento espiritual es gradual. Sabemos que el crecimiento físico es así; ¿por qué no el espiritual? Sabemos que los niños pasan por diversas fases de desarrollo: primero aprenden a respirar, luego a comer, luego a caminar, luego a hablar. Ningún niño lo hace en otro orden. Son fases de desarrollo.
Lo mismo se aplica a nuestra espiritualidad. El orden de las fases […] ayuda a las personas a acercarse cada vez más a Cristo: primero es conocer a Cristo, luego amarlo, luego crecer en Él, luego servirlo, y luego darlo a conocer. Esos son los pasos sistemáticos para crecer espiritualmente.
El crecimiento espiritual es individual. Es imposible producir discípulos en serie, porque cada persona es diferente. No hay una única fórmula de crecimiento espiritual. Ser un discípulo es ser un aprendiz, ese es el significado literal de la palabra discípulo. Cada persona es distinta, y cada una aprende a su manera. Por ejemplo, unos aprenden mejor escuchando, otros leyendo, otros conversando, otros haciendo. […]
El crecimiento espiritual es comportamental. Dios nos propone formas prácticas de participar en el crecimiento que Él propicia. Uno de los objetivos de la iglesia es ayudar a las personas a crecer cultivando buenos hábitos espirituales. […]
Por ejemplo, las animamos a adquirir el hábito de pasar un rato con Dios todos los días. La oración también es un hábito espiritual. El estudio de la Biblia es otro. Diezmar y participar en un grupo reducido son también hábitos espirituales. Al final, nos convertimos en aquello que hacemos habitualmente. Tratar de ser un discípulo de Jesús sin cultivar hábitos de discípulo es simplemente imposible.
El crecimiento espiritual es relacional. Solo crecemos cuando estamos en comunidad con otros. […] La Biblia dice en Hebreos 10:24,25: «Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos».
El crecimiento espiritual es multidimensional. Hemos constatado que en el crecimiento intervienen los cinco propósitos. El compañerismo nos vuelve más cálidos; el discipulado, más profundos; el culto, más fuertes; el servicio, más abarcadores; y la misión, más grandes. […]
El crecimiento espiritual es estacional. Nadie crece a un ritmo constante todo el tiempo. […] A lo mejor estás pasando por un invierno: «Me da la impresión de que no estoy creciendo mucho ahora mismo, a pesar de que hago todo lo que se requiere para crecer». Está bien. La vida es así. De hecho, en invierno ocurren ciertas cosas que no suceden en primavera ni en verano. En otoño y en invierno las raíces se hacen más profundas en preparación para la primavera, cuando llega la siguiente fase de crecimiento y fructificación.
El crecimiento espiritual es encarnacional. La pura verdad es que el crecimiento no tiene nada que ver con tus logros, sino con la persona de Jesucristo que vive en ti. Gálatas 2:20 dice: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a Sí mismo por mí».
Tu objetivo como cristiano es vivir como Jesús. No tratar de ser como Él, sino tener la confianza de que Él vive en ti. El secreto de la vida cristiana no es la imitación, sino la encarnación: dejar que Cristo viva a través de ti. ¡Nadie puede vivir como Jesús mejor que Él! Tom Holladay[1]
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Dios vio crecer a Su Hijo, desde cuando era un bebé en un pesebre hasta que se convirtió en un hombre con una misión. Y cuando Jesús fue bautizado, descendió como una paloma para decirle: «Tú eres Mi Hijo amado; en Ti tengo complacencia» (Lucas 3:22).
Así como Dios vio crecer a Jesús, también a ti te observa. Te ve crecer en sabiduría estudiando Su Palabra. Te ve crecer en fortaleza cuando confías en que Él te fortalezca. A medida que vas creciendo, tu orgulloso Papá, tu Abba, te dice: «Tú eres Mi hijo amado; en ti tengo complacencia». Tama Fortner
Publicado en Áncora en abril de 2023.
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