Creador de caminos
Steve Hearts
Escuchar la canción Waymaker (Creador de caminos) de Michael W. Smith me motivó y levantó el ánimo. La había escuchado antes, pero era la primera vez que meditaba en el poder y la verdad de su mensaje.
Creador de caminos
Obrador de milagros
Garante de promesas
Luz en la oscuridad
Mi Dios
Eso es quien Tú eres.
Esas palabras aumentaron mi fe, aún más porque en este momento de mi vida necesito «crear caminos» para ver el cumplimiento de ciertas promesas que me ha hecho el Señor.
En los últimos meses he batallado con sentimientos de estar atrapado o acorralado. Me he sentido rodeado por altas murallas que impedían mi progreso, un sentimiento exacerbado por las restricciones puestas para frenar la expansión del Covid-19. Pero esta maravillosa canción me dio el impulso que necesitaba y me recordó todo lo que Dios es y lo mucho que hace. También me hizo pensar en los numerosos relatos de la Biblia en los que Él demostró ser un creador de caminos, como el de Josué y la batalla de Jericó.
En ocasiones, es normal sentirse abrumado al asimilar la realidad física de circunstancias y condiciones negativas. Supongo que Josué y sus seguidores debieron sentirse así al acercarse a la ciudad de Jericó y descubrir que era una fortaleza impenetrable. Al levantar la mirada a esas enormes y macizas murallas, donde incluso sus habitaciones construían moradas[1], es probable que se sintieran momentáneamente intimidados. Así es como me hubiera sentido yo de haber estado en el ejército de Israel.
Pero la fe de Josué fue fortalecida al recibir la visita de un comandante de los ejércitos del Cielo, espada en mano, momentos antes que los israelitas llegaran a Jericó[2].
Es más, Rajab explicó a los espías de Israel que los habitantes de Jericó estaban atemorizados luego de escuchar de los milagros de conquista y liberación que el Señor había obrado por Su pueblo[3].
De manera que Josué y su ejército entendieron que Dios estaba obrando y obedecieron Sus instrucciones de marchar alrededor de la ciudad siete días. Al séptimo día, debían marchar siete veces alrededor de las murallas y gritar fuertemente al terminar. En ese momento, Dios derribó las murallas de la ciudad para que el pueblo de Israel la conquistara.
Lo que me ha enseñado ese relato es que, en vez de dar vueltas a una situación en mi mente y pensar cuán difícil o imposible se ve, puedo hacer círculos de oración alrededor de la situación y encomendársela al Señor con regularidad. También puedo elevar gritos de alabanza a Dios en mi corazón. Al hacerlo, libero el poder de Dios para derribar las murallas que me impiden lograr todo lo que Él me tiene reservado.
También sé que debo ser paciente y perseverar en la fe, sobre todo cuando no veo el accionar de la mano de Dios. Por eso me encanta la siguiente estrofa de la canción que mencioné antes:
Aunque no lo vea, estás obrando.
Aunque no lo sienta, estás obrando.
Nunca te detienes, nunca dejas de trabajar.
Si en algún momento te sientes abrumado o rodeado por murallas altas e impenetrables, recuerda que pertenecemos al Creador de caminos. Lo único que debemos hacer es buscarlo con paciencia y obedecer Sus instrucciones. Al hacer círculos de oración alrededor de las situaciones difíciles y proclamar gritos de alabanza y vítores a Su nombre, podemos saber que, en Su perfecto tiempo, derribará las murallas —sea lo que sea— y nos ayudará a obtener lo que nos tiene reservado. Él aún está dividiendo aguas, derribando murallas y creando caminos donde no los hay.
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