Cosmovisión cristiana
Recopilación
Yo nací y vine al mundo para dar testimonio de la verdad. Todos los que aman la verdad reconocen que lo que digo es cierto. Juan 18:37[1]
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El cristianismo no se limita a dar sentido a una pequeña parte de la vida, sino que es una visión del mundo que da auténtico sentido al ser humano. Descifra algunos de los grandes misterios de la humanidad y lidia con los temas más espinosos de nuestra historia: la vida después de la muerte, los orígenes del universo, la existencia y el carácter de Dios, el conflicto universal entre el bien y el mal. Todo eso y más se resume en el mensaje que denominamos Evangelio. Stuart McAllister
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Una cosmovisión es un marco de ideas y creencias por las que una persona interpreta el mundo y se relaciona con él. En síntesis, una cosmovisión se ha descrito no como lo que alguien ve, sino algo con lo que alguien ve. Recorrer exitosamente el laberinto de la cosmovisión y en el rompecabezas de la vida llegar a un punto en que encajen todas las piezas, se puede llevar a cabo al hacer dos cosas sencillas: formular las preguntas pertinentes y llegar las conclusiones correctas. Creemos que cuando se hacen las preguntas adecuadas y se descubren las respuestas correctas, veraces, solo el cristianismo provee un camino por el laberinto de la cosmovisión que tiene sentido, y que permite al que busca la verdad recoger todas las piezas del rompecabezas de la vida y hacerlas que encajen de manera adecuada y coherente al final. Robin Schumacher
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El clima cultural, social, intelectual, secular y moral, sumado al aumento generalizado del cuestionamiento, escepticismo y rechazo de los criterios y valores que durante años constituyeron lo aceptado, ha generado un cambio fundamental en los valores, ética, perspectiva del mundo, relación con la autoridad y trato con los demás de gran parte de la población. Para muchos es más difícil saber en quién confiar. Hay personas que se ven atraídas al mensaje del Evangelio debido a las condiciones del mundo y la sociedad, pero para otros, ese mismo clima hace que les resulte mucho más difícil identificarse con el Evangelio, aún más difícil creerlo o aceptarlo.
Esto genera un buen número de retos para aquellos de nosotros que estamos consagrados a la difusión del Evangelio, entre ellos el reto no menor de difundir el mensaje de un hombre que vivió, murió y resucitó hace 2000 años, y de afirmar al mismo tiempo que ese mensaje es el más importante que habrá de recibir la persona en su vida. Por consiguiente, es de vital importancia que el cristiano con vocación misionera encuentre métodos nuevos y creativos para expresar y entregar el mensaje imperecedero del amor de Dios de una manera que capte la atención de los habitantes del mundo de la actualidad. De más está decir que los cristianos de otras épocas también tuvieron sus retos, pero el nuestro es el reto del mundo actual. Peter Amsterdam
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Desde la cosmovisión cristiana, más concretamente, Dios no permanece distante ni alejado del mal; en realidad, en la persona de Jesucristo, Dios se adentra en este mundo de maldad, sufrimiento e injusticia. En representación de Dios, Jesús entabló amistad con los marginados, curó a los enfermos y proclamó esperanza para los que estén en un callejón sin salida y lo sigan. Jesús murió desnudo en una cruz, resucitó para demostrar que lo que dijo era verdad y ha prometido regresar para corregir todos los males del mundo y dar vida a una nueva creación, donde ya no habrá injusticia ni maldad. Paul Copan
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Es tan radical la transformación instantánea, milagrosa y sobrenatural que se produce en la mente, alma y vida de una persona, por el poder del Espíritu de Dios, cuando acepta a Su Hijo Jesús en su corazón, que la Palabra de Dios la compara a un renacer espiritual. Ese hijo de Dios que acaba de nacer entra entonces por primera vez en un universo totalmente distinto e inicia una flamante vida nueva en el increíble reino espiritual de Dios.
Esas experiencias de renacimiento o conversión constituyen un milagro de Dios que ha sido muy común a lo largo de la historia. Jesús lo llamó «nacer de nuevo» de Su Espíritu; y Pablo se refirió al nuevo nacimiento, con el que «las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas», y dijo: «Nuevas criaturas sois en Cristo Jesús». La Biblia también habla de despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo. En muchos casos, el auténtico cambio de personalidad que se produce es tan notable que la Palabra de Dios compara esa transformación con la muerte y sepultura de lo viejo y la resurrección de lo nuevo a una existencia y un modo de vivir enteramente distintos[2].
Cuando Jesús se hace parte de nuestra vida, no solo nos renueva, purifica y regenera el espíritu, sino también el pensamiento. Desmantela antiguas conexiones y reflejos, y gradualmente reconstruye nuestra mente hasta convertirla en una nueva computadora, dándonos un concepto netamente distinto de la vida, un nuevo modo de ver el mundo y nuevas reaccionas ante casi todo lo que nos rodea.
Cambia toda la vida del creyente, su temperamento, su mentalidad, sus sentimientos y todo lo demás. Suele ocurrir que su actitud, sus deseos y aspiraciones se vuelven muy distintos de los que tenían antes. Le da la impresión de haber entrado en un mundo enteramente nuevo, un paraíso terrenal comparado con la vida que llevaba anteriormente. ¡Es así de fabuloso! David Brandt Berg
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Una adecuada visión del mundo debe ser más que la búsqueda de los placeres y el aumento de las ganancias personales. Debe encontrar sentido a los mayores interrogantes que nos acechan en la quietud y oscuridad de la noche. Por ejemplo: «¿Por qué estamos aquí? ¿Qué sigue? ¿Cómo deberíamos vivir? ¿Qué se requiere para la salvación?»
En la actualidad, mucha gente no busca reflexión en su vida, sino estimulación constante y cada vez mayor. Es posible que nunca dedique tiempo a examinar su concepción del mundo, y que al pasar de una actividad a otra, aparte la sensación persistente de que algo falta en su vida. Es por ello que muchos tal vez no comprenden —al menos no durante mucho tiempo— que obran con una perspectiva del mundo muy simplificada, por así decirlo, una perspectiva que resalta el placer y el poder, pero que ignora todo aquello que perdura.
Una buena cosmovisión es la que corresponde bien con la realidad. Vale la pena adoptarla porque aborda lo «verdadero». […] Entonces, la mejor visión del mundo que se debe adoptar es la verdadera, la que se ajusta completamente a la realidad. […] El cristianismo no promete una vida perfecta aquí y ahora. Es más, seguir a Cristo es una garantía de que habrá pruebas y dificultades. […] Pero si lo que se desea es una vida digna —bien vivida—, y la garantía de alcanzar la perfección mediante Aquel que la define, entonces la cosmovisión cristiana será el destino final. Al Serrato
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Entonces Pablo, de pie ante el Concilio, les dirigió las siguientes palabras: «Hombres de Atenas, veo que ustedes son muy religiosos en todo sentido, porque mientras caminaba observé la gran cantidad de lugares sagrados. Y uno de sus altares tenía la siguiente inscripción: “A un Dios Desconocido”. Este Dios, a quien ustedes rinden culto sin conocer, es de quien yo les hablo.
»Él es el Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él. Ya que es el Señor del cielo y de la tierra, no vive en templos hechos por hombres, y las manos humanas no pueden servirlo, porque Él no tiene ninguna necesidad. Él es quien da vida y aliento a todo y satisface cada necesidad. De un solo hombre creó todas las naciones de toda la tierra. De antemano decidió cuándo se levantarían y cuándo caerían, y determinó los límites de cada una.
»Su propósito era que las naciones buscaran a Dios y, quizá acercándose a tientas, lo encontraran; aunque Él no está lejos de ninguno de nosotros. Pues en Él vivimos, nos movemos y existimos. Como dijeron algunos de sus propios poetas: “Nosotros somos su descendencia”. Y, como esto es cierto, no debemos pensar en Dios como un ídolo diseñado por artesanos y hecho de oro, plata o piedra.
»En la antigüedad Dios pasó por alto la ignorancia de la gente acerca de estas cosas, pero ahora Él manda que todo el mundo en todas partes se arrepienta de sus pecados y vuelva a Él. Pues Él ha fijado un día para juzgar al mundo con justicia por el hombre que Él ha designado, y les demostró a todos quién es ese hombre al levantarlo de los muertos». Hechos 17:22-31[3]
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En cierto modo, nuestra cosmovisión es, en última instancia, la óptica con que observamos la realidad. Eso es lo que más me gusta de la fe cristiana. Corresponde con la realidad, es coherente como una visión del mundo. Es lógicamente consecuente. La puedo poner a prueba y da relevancia a la vida en las actividades más esenciales. Ravi Zacharias
Publicado en Áncora en enero de 2016.
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