Corre la carrera con esperanza
Ruth Davidson
En el inicio de una etapa, visualizamos nuevos horizontes con esperanza y expectativa. La definición del diccionario de esperanza es esperar, anticipar, buscar, querer, desear, anhelar. El Nuevo Testamento ofrece una definición más firme y certera: «Desear un bien y esperar obtenerlo».
Al pensar en la palabra esperanza, me viene a la mente expectativa y que el resultado será el cumplimiento de algo maravilloso. Tan solo pensarlo me brinda la alegría necesaria para seguir mirando hacia arriba. Para quienes somos creyentes, se podría comparar con lo que sentiremos cuando Jesús venga a través de las nubes en Su segunda venida.
Del mismo modo, podemos esperar con ilusión un nuevo proyecto a causa de todas las posibilidades que aún no se han explotado. Tal vez muchas de las cosas que no pudimos lograr ayer las podremos realizar hoy, mañana o en el futuro. Cuando la paciencia se combina con la esperanza, pueden suceder cosas estupendas.
Siento que el momento más extraordinario del día es cuando me despierto por la mañana. Es cuando me siento más renovada y la vida está llena de nuevas expectativas, nueva esperanza. El día se puede comparar con una capa de nieve blanca intacta antes de ser marcada por una huella. A todos se nos ha otorgado la majestuosidad del libre albedrío para elegir cómo abordaremos y viviremos cada día, que es el primer paso que nos lleva al futuro venidero. «Hoy es el mañana con el que soñamos ayer».
Nuestra esperanza más grande es conocer a Jesús. «Cristo en ustedes, la esperanza de gloria»[1]. «Para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros. Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario.»[2]
Nuestra esperanza se cumplió en Él. Jesús fue el cumplimiento, la manifestación y la encarnación de la esperanza. Recibimos el regalo de la esperanza de Jesús porque Él poseía esta virtud en Sí mismo. Jesús tenía la certeza y la garantía de que resucitaría de entre los muertos, como explicó a los apóstoles antes de Su crucifixión y resurrección[3].
Siendo totalmente humano, Cristo tuvo la habilidad de crecer en Su gracia: «Y Jesús siguió creciendo en sabiduría y en estatura y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente»[4]. A pesar de las dificultades, luchas o confusión que enfrentemos, cuando tenemos a Cristo en nosotros, podemos aferrarnos a la promesa de la esperanza de gloria.
La esperanza requiere fe. Hace falta fe para tener esperanza. En el capítulo 11 de Hebreos, vemos que todos los grandes gigantes de la fe esperaban cosas que nunca habían visto, que estaban por venir. Noé esperó ver tierra seca. Abraham habitó en la tierra prometida y buscó o esperó un país celestial, la Nueva Jerusalén. Moisés tuvo «por mayores riquezas el oprobio de Cristo que los tesoros de los egipcios, porque tenía puesta la mirada en [esperaba] la recompensa»[5].
Hemos escuchado la frase prudente: «Los retrasos de Dios no son negativas». A menudo cuando oramos por algo, es posible que recibamos una respuesta inmediata a nuestra petición. Pero en otras ocasiones puede tomar días, semanas o incluso años que Dios cumpla Su voluntad. Su cronograma no es igual al nuestro. Él ve el panorama infinito. Nosotros consideramos lo temporal. Es posible que deseemos que algo suceda a nuestra manera y en el momento que nos parezca oportuno, pero puede haber muchos factores que están fuera de nuestro alcance y que primero deben entrar en juego. «Debemos aceptar la decepción finita, pero nunca perder la infinita esperanza»[6].
Como dijera el sabio rey Salomón: «La esperanza que se demora es tormento del corazón»; y continúa diciendo, «árbol de vida es el deseo cumplido»[7].
Algunos símbolos de esperanza son:
- El arco iris: «He colocado Mi arco iris en las nubes, el cual servirá como señal de Mi pacto con la tierra»[8]. El arco iris también simboliza nuevos comienzos, esperanza y la promesa de Dios.
- La vida después de la vida: «Si se derriba un árbol, queda al menos la esperanza de que retoñe y de que no se marchiten sus renuevos»[9].
- La paloma: el pájaro que regresó con una ramita de olivo donde estaba Noé[10].
- El ancla: «Los cristianos adoptaron el ancla como un símbolo de esperanza en la futura existencia porque el ancla se consideraba en la antigüedad un símbolo de seguridad. Cristo es la esperanza inquebrantable de todos los que creen en Él.»[11]
«Olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante Su llamamiento celestial en Cristo Jesús»[12].
Sigamos, pues, la exhortación del apóstol Pablo y «corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios»[13].
«Mientras aguardamos la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo»[14].
[1] Colosenses 1:27. Los versículos son de la NVI de la Biblia a menos que se especifique algo diferente.
[2] Hebreos 6:18–19.
[3] V. Mateo 16:21.
[4] Lucas 2:52.
[5] Hebreos 11:7–10, 26 (RV1995).
[6] Martin Luther King, Jr.
[7] Proverbios 13:12 (RV1995).
[8] Génesis 9:13.
[9] Job 14:7.
[10] V. Génesis 8:11.
[11] https://Quizlet.com/86976090/Early-Symbols-of-Christianity-Flash-Cards.
[12] Filipenses 3:13-14.
[13] Hebreos 12: 1,2 (RV1995).
[14] Tito 2:13 (RV1995).
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