Conoceréis la verdad
Compilación
Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Juan 8:32[1]
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Para un cristiano, la máxima expresión de la verdad se encuentra en la Biblia, en Jesús, que dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»[2]. Claro está que la mayoría de los filósofos y escépticos rechazan lo que Él afirmó; pero para el cristiano, Él es el pilar de la esperanza, la seguridad y la guía. Jesús, que caminó sobre el agua, declaró ser divino, se levantó de entre los muertos y dijo que Él era la verdad y el originador de la verdad. Si Jesús se equivocó, no deberíamos hacerle caso. Pero si estaba en lo cierto, tenemos que prestarle oído. Los testigos oculares dejaron constancia de lo que vieron. Ellos estaban con Él. Lo vieron realizar muchos milagros, sanar a los enfermos, calmar una tormenta con una simple orden e incluso resucitar. Matt Slick
¿Qué es la verdad?
Hace casi 2.000 años, un gobernador romano decidió hacerle una profunda pregunta a un hombre que estaba a punto de ser ejecutado.
—¿Qué es la verdad?
La mayoría de las personas se plantean alguna vez esa misma pregunta, sobre todo en momentos críticos en que les preocupa cuál es el sentido de la vida. A fin de cuentas, hallarle sentido a la existencia es una necesidad básica de los seres humanos, y la vida no puede tener sentido si no hay una verdad suprema. Instintivamente sabemos que la verdad suprema está de alguna manera relacionada con la existencia de Dios. De hecho, es interesante que quienes niegan la existencia de Dios sean los mismos que dicen que no hay una verdad absoluta y que todo es relativo. Pero algo en nuestro interior nos dice que no es así. Algo nos dice que Dios existe y que en Sus manos está la clave de la verdad. […]
Poncio Pilato fue el gobernador romano que hace casi 2.000 años miró a los ojos a Jesús y le preguntó:
—¿Qué es la verdad?
Pilato se estaba dirigiendo a la Verdad, a la encarnación de Dios, por medio de quien habían sido creados los mundos.
«Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres», había proclamado Jesús. Pero la verdad no estaba liberando a Pilato aquel día, porque él no deseaba sinceramente conocerla. De modo que en aquel momento, en su palacio, mientras la Historia contenía el aliento, teniendo a la Verdad justo delante de él, Pilato aún tuvo que preguntar, quizá displicente, quizá tristemente:
—¿Qué es la verdad?
Nunca lo supo. El corazón humano que no está dispuesto a someterse a la verdad nunca la llega a conocer.
Jesús no solo afirmó ser el Mesías, sino que demostró el poder de Dios —Su poder— mediante muchas «señales y prodigios». Reveló Su autoridad sobre la creación al convertir el agua en vino y ordenar a la tormenta que cesara, y hacerla cesar. Reveló la compasión que sentía por las personas al sanar a las multitudes y devolver la vista a los ciegos, el oído a los sordos y la salud a los enfermos. Resucitó muertos. Por último, después que lo crucificaron y sepultaron, se levantó físicamente de entre los muertos y más tarde se apareció a más de 500 personas. En cada fase de Su vida —desde Su concepción hasta Su resurrección— cumplió profecías de cientos de años antes, con lo que convenció a quienes lo rodeaban —que conocían y creían las Escrituras— de que Él era el Mesías. Anónimo[3]
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La Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable. Y hemos visto Su gloria, la gloria del único Hijo del Padre. Juan 1:14[4]
Cierto para usted, pero no para mí…
El filósofo cristiano J. P. Moreland escribió acerca de un esclarecedor intercambio que tuvo con un estudiante en la Universidad de Vermont. Moreland estaba hablando en una residencia estudiantil, y un alumno relativista que vivía allí le dijo:
—Todo lo que es cierto para usted es cierto para usted, y todo lo que es cierto para mí es cierto para mí. Si algo a usted le da resultado porque lo cree, fantástico. Pero nadie debe imponer su punto de vista a los demás, puesto que todo es relativo.
Cuando Moreland ya se iba, desconectó el estéreo del estudiante y se dirigió con él hacia la puerta. El alumno protestó:
—¡Eh! ¿Qué hace?… No puede hacer eso.
Moreland le contestó:
—No me vas a obligar a creer que está mal que robe tu estéreo, ¿no?
Seguidamente le señaló al estudiante que las personas, cuando les conviene, dicen que no les importa la moral sexual ni hacer trampa en los exámenes. Sin embargo, se vuelven absolutistas morales a toda prisa cuando alguien les roba sus cosas o viola sus derechos. Es decir, son relativistas morales selectivos.
Lo interesante es que pocas semanas después ese mismo alumno decidió seguir a Cristo porque entendió la conexión entre Dios y la dignidad y los derechos de los seres humanos, por el hecho de que Dios nos hizo a Su imagen. Me encanta anunciar en las iglesias que este podría ser un estupendo método de evangelización. Se llamaría «robar estéreos por Jesús». Paul Copan
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Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo. Colosenses 2:8[5]
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«Cierto para usted, pero no para mí» es un argumento que se viene a tierra por su propio peso y por lo tanto es falso. Hoy mismo puedes probarlo de forma concluyente. Solo tienes que manejar a 140 por una vía que tenga un límite de 80 y, cuando un poli te pare por sobrepasar el límite, dile:
—Eso será cierto para usted, pero no para mí.
Acto seguido, arranca a toda velocidad. Como no es cierto para ti, no puede ponerte una multa, ¿verdad? Frank Turek
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El cristianismo, si es falso, no tiene ninguna importancia, y si es cierto, tiene una importancia infinita. Lo único que no puede ser es moderadamente importante. C. S. Lewis
Lo dice la Biblia
Como cristianos, estamos convencidos de que Dios existe, de que este es Su mundo y de que el ser humano está hecho a Su imagen. Si tenemos razón, resulta que la verdad está estructurada de una manera muy específica, y ningún escéptico se libra de ella. Esa es la otra parte. A menos que uno sufra una verdadera patología, su lenguaje y su conducta siempre traicionarán sus creencias más profundas sobre el mundo. Por supuesto, sus emociones, sus prejuicios y su cabezonería pueden llevarlo a negar lo que salta a la vista salvo cuando defiende su postura ideológica. Pero toda persona, cuando tiene la guardia baja, entiende que la estructura básica del mundo es tal como la presenta la Biblia, al menos a grandes rasgos. Sencillamente, la razón y la racionalidad siguen siendo importantes, incluso para los posmodernistas, por mucho que lo nieguen. Greg Koukl
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Desde una cosmovisión cristiana, no es que Dios nos diga simplemente lo que es justo; Él es justo. La bondad y la justicia son atributos inherentes a Su personalidad. Aunque sea tentador pensar que no hay nada que Dios no pueda hacer, no es ese el caso. Dios no puede actuar de una manera que no encaje con Su personalidad, ni ordenar nada que no se ajuste a ella. Él es intrínsecamente lógico y moral: es imposible que cree círculos cuadrados o solteros casados, del mismo modo que le resulta imposible pecar. Las verdades morales objetivas no son más que un reflejo de la existencia eterna de Dios. No son reglas o leyes que Él haya creado (y que por tanto podría imprudentemente alterar), sino que son cualidades inmutables y confiables de Su naturaleza que se reflejan en nuestro universo. Son así porque Dios existe (no porque Él las creara o reconociera más tarde). La Biblia describe a Dios como omnipotente y capaz de hacer cualquier cosa que se proponga. Sin embargo, Sus decisiones siempre son coherentes con Su naturaleza moral y lógica. Nunca se propone nada que sea contrario a Su naturaleza como Dios. J. Warner Wallace
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En la vida humana, el conocimiento desempeña una función única e irremplazable. A diferencia de cualquier otra habilidad humana, autoriza a las personas para actuar, dirigir y enseñar, y su ausencia descalifica a cualquiera en esos mismos aspectos. […] Por consiguiente, el conocimiento es la base para abordar la realidad con confianza y éxito, y como tal es de lo más valioso que se puede adquirir. La Biblia dice: «Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento»[6], precisamente porque sin él es inevitable que haya encuentros desastrosos con la realidad, o que simplemente no se den encuentros; y lo más importante es que tales encuentros tienen que ver con Dios, con Su reino y con la posibilidad de gozar de vida eterna. Dallas Willard
Hay verdades absolutas
En todos los campos de las ciencias, las matemáticas, el arte, la música, la historia, la filosofía y la religión han procurado minar la confianza y la fe en lo absoluto a fin de debilitar la fe en que hay principios seguros, principios que son necesariamente ciertos o verdaderos. Su lema es: «No tiene por qué ser así. Lo que uno lee en la Biblia no es necesariamente cierto. De entrada, la Biblia no tiene por qué ser cierta; la historia no tiene por qué ser como dicen; la religión no tiene por qué ser de cierta manera, y la filosofía tampoco». Lo mismo han hecho con todo, sin excepción. «La creación no tuvo por qué ser como dicen; y ni la música ni la pintura ni nada tiene por qué ser, necesariamente, de cierta manera, porque no hay nada fijado». En otras palabras, no hay nada cierto, y por lo tanto la verdad no existe.
Pilatos le preguntó a Jesús: «¿Qué es la verdad?» Jesús le respondió: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»[7]. Si nada tiene por qué ser de cierta manera, entonces nada es cierto, ¡y por lo tanto no hay ni verdad ni Cristo! Para refutar la existencia de Dios tuvieron que refutar que existiera la verdad y que hubiera armonía, orden, un plan, leyes, normas, etc. […]
En estos tiempos, una enseñanza revolucionaria sería una que nos hiciera volver a Dios. ¡Eso sí que sería revolucionario hoy en día! Que nos hiciera volver a Dios en la creación, a la verdadera fe en la religión, al creacionismo en la ciencia, a un propósito en la historia, a la belleza en la pintura, a la armonía en la música, a las reglas en la enseñanza de la lectura, al bien y al mal en el comportamiento, al orden en el gobierno y a Dios en todo —el Creador de todas las cosas, el diseñador de todo, el planificador por excelencia—, de modo que la vida vuelva a significar algo. […]
Sería volver a la razón, a una pauta de vida elaborada por el diseñador divino, que traza los planes siguiendo ciertas reglas, pone orden, da sentido al universo y propósito a los planetas, y nos regala amor, paz interior, salud, reposo espiritual, felicidad, alegría y la sabiduría para entender que «el temor de Dios es el principio de la sabiduría»[8], y que no basta con tener conocimientos, sino que más importante es saber utilizarlos para la gloria de Dios.
Debemos ver a Dios en todo para descubrirles a las cosas su sentido, su razón de ser, su finalidad, de acuerdo con un plan, un diseño y un objetivo, y conocer la paz, el orden y un modelo de vida dispuesto para nosotros por el gran diseñador mediante Sus reglas y leyes sobre el bien, el mal y los principios absolutos, sin todo lo cual no puede haber paz, ni orden, ni felicidad.
Gracias a Dios por las verdades absolutas y las normas que nos dio el Legislador para que sepamos distinguir entre el bien y el mal y así encontremos la felicidad mediante Su amor, Sus amorosas leyes y Sus reglas sensatas. Que Dios te ayude a conocerlo, pues conocerlo es tener vida eterna[9]… ¡y absoluta! David Brandt Berg
Publicado en Áncora en febrero de 2015.
[1] RVR 95.
[2] Juan 14:6.
[3] Tomado de cbn.com.
[4] NTV.
[5] RVR 95.
[6] Oseas 4:6.
[7] Juan 14:6.
[8] Proverbios 9:10.
[9] Juan 17:3.
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