Confianza en tiempos angustiosos
María Fontaine
Aunque los tiempos difíciles son claramente parte del mundo que nos rodea, como ha sido para muchos de los hijos de Dios a lo largo de la Historia, ¡la buena noticia es que no tienen que pensar obsesivamente en los problemas! Como saben, el Señor ha prometido que nunca nos dejará ni nos abandonará.
Cuando enfrentan la posibilidad de problemas de cualquier índole, es posible que tengan la tentación de quedar abrumados por las preocupaciones de lo que eso significa o por lo que podría pasar, pero no tienen que seguir esa senda. Una opción es buscar las soluciones que el Señor pone a su disposición y alegrarse por todo lo bueno.
Decidan poner su confianza en Jesús, sin importar cuales sean las circunstancias. Elijan mirar más allá de los problemas, a todo lo bueno que Jesús ha prometido que saldrá de todo eso. No busquen solo las bendiciones evidentes, sino las que aparentemente están ocultas, como la sabiduría, la experiencia y la fe más firme que puede salir de estos tiempos, y orar por esas cosas.
El Señor los rodea y los lleva ahora mismo a pesar de los problemas, o quizá debido a ellos. En el páramo de los problemas actuales y en el desierto de los tiempos que vienen, el Señor ha prometido hacer un camino para que andemos con Él y darnos ríos del agua viviente de Su Espíritu que nos sustente[1].
Siempre pueden elegir cómo pasarán por cada situación. Nada, ni todos los poderes del infierno, pueden evitar que tomen decisiones.
Tratar de esconderse de los problemas, o preocuparse por ellos, solo les da más influencia en su vida; al preocuparse no los superan. Solo añaden más estrés, tensión y tristeza a la situación. En la mayoría de los casos, también hay mucho bien mezclado con los problemas. Decidan buscar ese bien, y devuelvan el golpe con él; por ejemplo, pueden alabar al Señor por las bendiciones.
El Señor quiere que Sus seguidores, independientemente de nuestra edad o circunstancias, perseveremos a pesar de los problemas, que dependamos de que Él nos sacará adelante como le parezca conveniente. Ya sea que se trate de problemas actuales o de los que podría haber en el futuro, el Señor quiere que confiemos en Él, con la certeza de que está ahí mismo, acompañándonos. Independientemente de cuáles sean nuestras cargas, podemos ser consolados.
Una canción, que es una de mis favoritas, dice: «Más gracia nos da cuando añade otra carga; más fuerzas nos da al aumentar la labor. A más sufrimiento, más misericordia; a más aflicciones, más paz interior»[2]. El Señor está con nosotros a cada paso del camino. Nunca nos dejará ni nos abandonará. El bien siempre está a nuestro alcance, si nos negamos a centrarnos en las olas y, en cambio, ponemos atención en Jesús y en Sus bendiciones.
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Cómo ver las situaciones con fe
La fe no nos hace inmunes a los problemas, los temores ni las preocupaciones por lo que podría pasar en el futuro. La fe no vence lo que no ha ocurrido todavía. Sin embargo, ahí es cuando más te hace falta, cuando enfrentas directamente algo que te supera.
Solo necesitas confiar en Mí y hacer lo que te indico en el momento. Confía en Mí con respecto al pasado, porque no lo puedes cambiar. Aférrate a Mí para hoy, porque crees en Mi amor y Mi promesa de hacer que todo redunde en tu bien. Aférrate a Mí con relación al futuro, porque en última instancia está en Mis manos.
En este mundo no puedes poner tu fe en nada, porque en este mundo tarde o temprano todo fallará. Solamente Yo tengo la capacidad de hacer que todo redunde en tu bien. Verás que lo que he prometido sucederá.
Aunque tiembles de miedo, nada de eso importa, porque no eres tú el que tiene que vencer con tus propias fuerzas. Y aunque te parezca que no tienes las fuerzas para aferrarte a Mí, he prometido no soltarte.
Cuando pregunté a Mis discípulos si ellos también se alejarían de Mí, después de que muchos tropezaran por Mis palabras y se fueran, Pedro dijo sin vacilar: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna»[3].
Es el equivalente a decir: «¡Ya estoy preocupado y con miedo indescriptible de lo que te harán a Ti! ¿Y si a mí me hacen lo mismo? ¿Y si en el futuro no tengo fuerzas cuando más las necesite? Sin embargo, aunque ahora tengo miedo, confío en Ti, porque sé que eres la verdad. Así pues, ¿qué otra opción tengo? Sé quién eres Tú; el resto tendrá que resolverse cuando llegue el momento. Ahora me guardas, así que puedo estar contigo en este momento. Lo que sea que ha de venir, vendrá. Todo lo que importa es el hecho de que hoy me sostienes».
Esa actitud de aferrarse es un elemento fundamental para fortalecer tu fe cada día. Que tu confianza en Mí te motive a orar por otros y las dificultades que enfrentan ellos y a levantar las manos que están caídas, incluso si las tuyas tiemblan.
La esencia de la fe es el amor, tu amor y confianza en Mí, en que Yo camino contigo con amor. Es confiar en el hecho indisputable de que Yo nunca te dejaré ni te abandonaré.
(María:) Los momentos difíciles de nuestra vida son muy reales. En muchos casos, es muy difícil soportarlos. Sin embargo, hacer una pausa para recordar que no estamos solos en esta lucha y que otros han recorrido este camino antes y han logrado salir adelante, puede dar un gran impulso a nuestra fe.
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Saldrás adelante
Para José, el pozo fue en forma de una cisterna. Quizás en tu caso haya llegado en forma de un diagnóstico, una casa de acogida o una lesión traumática.
José fue arrojado a un hoyo y fue despreciado. ¿Y en tu caso? Fuiste arrojado a una fila de desempleados y quedaste en el olvido. ¿O fuiste lanzado a un divorcio y engañado, o a una cama y sufriste abuso?
El pozo. La vida se reduce a una búsqueda: salir y que nunca vuelvan a hacerte daño. No es tan sencillo. No es fácil salir de los pozos.
La historia de José empeoró antes de mejorar. El abandono dio paso a la esclavización, cayó en una trampa y finalmente fue encarcelado. Recibió un golpe a traición. Fue vendido, maltratado. Hubo personas que le hicieron promesas y no las cumplieron. Le ofrecieron regalos y se los quitaron después. Si el dolor fuera una ciénaga, entonces José fue sentenciado a una vida de trabajos forzados en los Everglades.
Pero nunca se dio por vencido. El resentimiento nunca se apoderó de él. La ira nunca se convirtió en odio. Su corazón nunca se endureció; su determinación nunca desapareció.
José no solo sobrevivió, sino que prosperó. Al final de su vida, fue el segundo hombre más poderoso de su generación. Su vida nos ofrece esta enseñanza: en las manos de Dios lo que se planea para mal, en última instancia se convierte en un bien.
José sería el primero en decirte que la vida en el pozo, apesta. Sin embargo, por toda su podredumbre, ¿qué hace el pozo? Te obliga a mirar hacia arriba.
Alguien desde allá arriba debe bajar al pozo y tenderte la mano. Dios lo hizo por José. En el momento preciso, de la manera correcta, Él hará lo mismo por ti.
Recopilación de artículos de María Fontaine publicados en 2019 y 2020. Texto adaptado y publicado de nuevo en Áncora en mayo de 2022.
[1] Isaías 43:19.
[2] He Giveth More Grace, texto adaptado, Annie J. Flint (1866-1932).
[3] Juan 6:68.
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