Cómo disfrutar de una íntima relación con Dios
Rick Warren
La intimidad con Dios no resulta indispensable para edificar un ministerio próspero. Pero será temporal. Todo el mundo puede aparentar por poco tiempo, pero para llegar hasta el final se requiere pasión por la vida devocional y una verdadera cercanía a Jesús. La mayoría de pastores permiten que las ocupaciones del ministerio, los estudios y la preparación de los sermones reemplacen la relación íntima y personal con Jesús. Pero Dios busca lo mejor para cada uno de nosotros.
Para acercarse a Jesús se necesita…
1. Tiempo.
Se necesita tiempo para conocer a alguien. En la actualidad conozco mucho mejor a Jesús que hace cinco, diez o veinte años. Sencillamente requiere tiempo. Pasar más tiempo con Jesús no equivale a una mayor religiosidad. Todo lo contrario. Los que más se acercan a Jesús exhiben absoluta naturalidad. La verdad es que Dios ni siquiera desea religiosidad. Quiere que seamos tal como somos.
No se puede lograr una estrecha relación con una muchedumbre. Mi esposa me lo recuerda todo el tiempo. Me encanta saludar a los feligreses en el patio de la iglesia y conversar con 100 personas distintas. Entretanto, Kay prefiere sentarse con una persona y conversar por horas. Suele decir: «No se puede conocer bien a una muchedumbre». Se puede aprender de ellos, pero la única manera de conocer a alguien es dedicándole tiempo. El mismo principio se aplica a Dios.
2. Conversación.
Las relaciones se nutren de la comunicación. Es otra de las lecciones que me ha enseñado mi maravillosa esposa. El matrimonio se va a pique cuando se deja de hablar. La relación prácticamente desaparece —se vuelve nula— sin comunicación. De la misma manera, la comunicación nos permite conocer a Dios.
Quienes me escuchan hablar con el Señor todos los días, descubren que dista mucho de una prédica. Sin embargo, me comunico con Él todo el tiempo. Le dirijo palabras y pensamientos a toda hora. Ni siquiera es una conversación espiritual. Podría entrar a un establecimiento de Taco Bell y pensar: «Jesús, cuánto me alegra sentarme a comer. Tengo hambre». La felicidad no tarda en disiparse cuando uno se dirige a Dios en términos sombríos y solemnes todo el tiempo.
El apóstol Juan se refiere a nuestra comunicación con Jesús cuando dice en el capítulo 16: «Hasta ahora nada habéis pedido en Mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo». La abundancia de oración produce abundante alegría. No hay gozo sin oración. Mientras más se comunica uno con Dios, más profunda se vuelve la intimidad con Él.
Se necesita TIEMPO, CONVERSACIÓN y…
3. Confianza.
La confianza es la base de toda relación. Mi esposa y yo nos llevamos estupendamente porque confiamos el uno en el otro. No nos ponemos de acuerdo en todo, pero goza de mi confianza incondicional. Cuando recién nos casamos, teníamos infinidad de normas: la manera de doblar las toallas, de sacar la pasta de dientes y muchas más. ¿Saben cuántas reglas tenemos ahora en la casa? Ninguna. La cantidad de normas es inversamente proporcional a la intimidad de la relación.
Dios desea que depositemos nuestra confianza en Él. Por ello permite tantos problemas. Es una manera de demostrar su fiabilidad. El apóstol Pablo escribió que su mayor ambición era… ¿edificar iglesias? No. ¿Obtener recompensas eternas? No. ¿Ganar personas a Cristo? Tampoco. Dijo: «Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús». Lo escribió casi al final de su vida. ¿Acaso no conocía a Dios? Por supuesto que sí. Pero anhelaba conocerlo mejor. Nunca cesó en sus ansias de Cristo.
Las ansias de Cristo se representan de distintas maneras, dependiendo de la personalidad. Las personas con tendencia a lo místico buscan a Dios de forma mística. Las personas con mentalidad práctica buscan a Dios de manera práctica. Los más ruidosos buscan a Dios de forma ruidosa. Los que tienden a ser emocionales buscan a Dios de manera emocional. Evitaré referirme a la manera en que cada uno lo haga. Sencillamente busquen a Dios. Nuestra mayor ambición debe ser incrementar nuestro conocimiento de Cristo.
Escrito por el Pastor Rick Warren de Saddleback Church de California. Tomado de http://pastors.com/thriving-intimacy Traducción: Sam de la Vega y Antonia López.
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