¿Cómo dejas a la gente?
Compilación
Cuando nos marchamos, la gente se queda…
- energizada o agotada
- animada o desanimada
- con ánimo de enfrentar el siguiente desafío o con la intención de rendirse
¿Cómo dejas a la gente? Michael Hyatt[1]
*
Amado Jesús, ayúdame a diseminar Tu fragancia a dondequiera que vaya.
Inunda mi alma con Tu espíritu y Tu vida.
Penetra y posee todo mi ser,
de modo que mi vida sea solo un resplandor de Ti.
Brilla a través de mí, permanece tanto en mí
que cada alma con la que tenga contacto
sienta Tu presencia en mi alma.
Que mire hacia arriba y ya no me
vea a mí, ¡sino solo a Jesús!
Quédate conmigo y entonces empezaré a brillar cuando Tú resplandezcas,
a brillar de tal modo que sea una luz para otros;
Jesús, la luz vendrá de Ti solamente; nada de esa luz será mía;
Serás Tú quien alumbre a otros a través de mí.
Por lo tanto, déjame alabarte de la manera que más te agrada: al dejar que Tu luz brille sobre los que me rodean.
Que hable de Ti sin tener que predicar, que no lo haga con palabras, sino con mi ejemplo,
a través de la fuerza que atrae, de la influencia cordial en todo lo que haga,
de la evidente plenitud del amor que tengo por Ti.
Amén. John Henry Cardinal Newman
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He aprendido que la gente olvidará lo que hemos dicho, la gente olvidará lo que hemos hecho; sin embargo, la gente nunca olvidará cómo los hicimos sentir. Maya Angelou
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El mejor obsequio que podemos darnos mutuamente es poner suma atención a la existencia de la otra persona. Sue Archley Ebaugh
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Hay tres cosas importantes en la vida del ser humano: la primera es ser amable, la segunda es ser amable; y la tercera es ser amable. Henry James
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A menudo son los pequeños detalles —las sonrisas, los actos de amabilidad, los cumplidos, los favores— los que nos alegran la vida; e incluso pueden cambiarnos la vida. Linda Kaplan Thaler and Robin Koval[2]
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Las palabras amables no cuestan mucho. Nunca hacen ampollas en la lengua ni en los labios. Hacen que quien las escucha sea afable. Además, producen su propia imagen en el alma de los hombres; y es una bella imagen. Blaise Pascal
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Todos somos inseguros, desde el conserje sordo hasta el duro entrenador de fútbol. Frecuentemente, mientras más brillante es el barniz de éxito y confianza de una persona, más hambre tiene de afirmación. Descascara un poco y descubrirás que en el caso de toda mujer y hombre, independientemente de lo pulido que esté o de los elogios que reciba, muy en lo profundo es una niñita que anhela saber que es bella o que vale la pena, o un niño pequeño ansioso de oír que es guapo o capaz.
Claro, esa necesidad se puede manipular. Con frecuencia es así. La atención fingida puede ser una daga asesina en manos de arribistas ambiciosos, depredadores sexuales y otros charlatanes. La atención sincera sigue una vía muy distinta. Expresa respeto genuino, interés, y valía más que ninguna otra forma de comunicación. Cuando alguien recibe la atención entusiasta de otra persona, de pronto le parece que es importante; que es valiosa. En ese momento, de una manera muy real, le parece que se le ha llevado a un punto en que ha llegado a la existencia.
Por ese motivo la gente responde a la atención casi como si fuera magia. Es un beso que efectivamente transforma ranas en príncipes y princesas; cambia el comportamiento, abre los corazones e inspira lealtad.
Casi todos pensamos que sabemos escuchar. Hazte esta pregunta: ¿Después de hablar contigo la gente se va con la sensación de que procuraste escucharla y que trataste de persuadirla para que hablara?
Recuerda: Al prestar atención ofreces un regalo que se necesita con urgencia. Muchos están ansiosos de recibirlo. Hasta para los más confiados y seguros será una bendición muy preciada. Jedd Medefind y Erik Lokkesmoe[3]
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Todo el mundo está ávido de que se le manifieste sincero aprecio. A todos nos vienen bien las palabras de aliento. Sin embargo, muchas veces no expresamos ánimo y agradecimiento en medida suficiente a quienes nos rodean.
«Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad»[4]. Nos conviene aprender a aplicar este principio con quienes nos rodean. Procuremos pensar constantemente en las virtudes y puntos fuertes de las personas y elogiémoslas como se merecen. María Fontaine[5]
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La mayoría de nosotros no queremos ser desconsiderados. Lo que pasa es que estamos tan ocupados interpretando el papel estelar de nuestra propia película que nos olvidamos de que todos los demás también son las estrellas de su película. Por eso es de suma importancia que nos veamos como nos ven los demás: como un actor que tiene un papel secundario en la película de ellos. Así pues, haz un inventario de todas las personas de tu vida, y pregúntate qué clase de personaje tendrías en su película. ¿Eres una hija adulta, amorosa, que adora a sus padres, o una hija distraída y ausente? ¿Eres el novio tierno, que apoya, o el novio necesitado, egoísta? ¿Eres quien resuelve problemas en la oficina o eres una persona muy dramática? Para cada relación escribe cinco formas en las que puedas hacer que tu personaje sea más comprensivo. Linda Kaplan Thaler y Robin Koval[6]
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El propósito de la vida no es ganar. El propósito de la vida es crecer y compartir. Cuando se mira en retrospectiva todo lo que se ha hecho en la vida, se tiene más satisfacción por el placer que se ha llevado a la vida de otras personas que por las veces en que les ganamos y las derrotamos. Rabbi Harold Kushner
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A diario alguien pasa debajo de tu ventana. ¿Has hallado por amor alguna forma de ayudarlo? David Brandt Berg[7]
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Hasta que no somos amados, somos personas sin importancia, inexistentes, nada, sin tiempo, sin espacio, sin emoción, incompetentes.
Luego, alguien llega y el mundo comienza. Yo comienzo.
Porque me doy cuenta de que no soy solo un producto de mi propia imaginación. Solo cuando veo el brillo en los ojos de otro sé que estoy en llamas. Solo cuando veo la explosión en la vida de otro, veo mi propia fuerza.
Entonces y solo entonces puedo decir: «¡Qué tal! ¡Mírame!»
A menudo hacemos girar nuestras virtudes, cualidades, talentos. Hacemos girar nuestra idea de «nosotros», acerca de nosotros; giramos y giramos, y de vez en cuando nos asomamos con cierta confusión y temor, porque no estamos seguros de lo que hacemos. No podemos ver en otra persona un reflejo de «nosotros».
Luego se rompe la cáscara y alguien se asoma y saluda. Seguidamente, todo es real porque otra persona lo tiene.
De repente, «nosotros» existe en el exterior del cascarón, afuera de nosotros. Allí está: Lo podemos ver, sentir su poder, observar su influencia. Y es estupendo observarnos a nosotros mismos desde el exterior.
¿Qué haces? ¿Ríes, lloras, cantas, o te das la mano?
¿Te aferras a ese bendito evento o caminas alrededor negando con la cabeza?
Haces todo eso y mucho más, hasta que te llega este pensamiento: ¡Por eso Jesús es mi hermano y Señor! Porque me ama.
Un yo que solo esté presente.
Un yo que solo sea físico o incluso animado, no es un yo que sea mucho.
Pero cuando Él se asoma y saluda,
cuando toma ese «nosotros», lo examina, lo mira con detenimiento y dice: «Te amo»,
entonces tengo un yo que existe de verdad,
tengo tiempo,
tengo espacio,
tengo vida (y si quieren, estoy vivita y coleando).
Por eso Dios dijo que seríamos Su pueblo, Su desposada, Su viña y la niña de Sus ojos.
Cuando nos amó, empezamos a existir como nuevas creaciones, como personas, no como cosas.
El Evangelio dice que debemos ser como nuestro hermano Jesús. Pues bien,
ve y ama a alguien.
Ve y crea a alguien.
Ve y haz que alguien cobre vida.
Deja que vean en ti ese «nosotros». Hermana Robin Stratton[8]
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Dios es nuestro sol. Nosotros somos su luna. Lo único que hacemos es reflejar su luz. ¿Y cuándo debemos reflejar más Su luz? ¿Cuándo brilla más la luna? De noche, cuando ya no vemos el sol. A medida que el mundo se sume más y más en la oscuridad espiritual, debemos seguir resplandeciendo para iluminar el mundo con el reflejo de la luz de Dios.
También somos como los rayos del sol. Cada uno de nosotros que ha recibido a Jesús como nuestro Salvador se asemeja a un rayo de sol, a un pequeño rayo de sol que proviene del Señor. Cada uno de nosotros espiritualmente se ha convertido en parte de Su luz y parte de Su poder.
La Biblia también nos dice que Dios es amor[9]. El amor es el poder y la luz de Dios. Así pues, cuando ustedes dan el amor de Dios a la gente, les muestran Su luz. David Brandt Berg[10]
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Si alumbras a la gente con la luz de Dios, Él se encargará del resto. Cumplirá Su propósito en su vida, en su corazón y en su mente. David Brandt Berg[11]
Publicado en Áncora en marzo de 2013. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] http://michaelhyatt.com/how-are-people-left.html.
[2] The Power of Nice (New York: Doubleday, 2006).
[3] The Revolutionary Communicator (Relevant Books, 2004).
[4] Filipenses 4:8.
[5] Las muchas caras del amor (Aurora Production, 2010).
[6] The Power of Nice (New York: Doubleday, 2006).
[7] Ambassadors of Love (Aurora Production, 2007).
[8] Brennan Manning, Souvenirs of Solitude (NavPress, 2009).
[9] 1 Juan 4:8.
[10] More Like Jesus (Aurora Production, 2001).
[11] Ambassadors of Love (Aurora Production, 2007).
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