Buenas noticias para el año nuevo
Recopilación
Siempre son alentadores los pasajes de las Escrituras acerca de los nuevos comienzos, pues dan una nueva perspectiva a medida que se inicia una nueva fase en tu vida. Todos los años tendrás el amor eterno de Dios y Su protección; y estos versículos de la Biblia servirán únicamente como recordatorios de ese hecho. […] El año nuevo trae un nuevo capítulo en tu vida; pero ten la certeza de que Dios será siempre protagonista en el libro.
2 Corintios 4:17,18: «Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades! Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre».
Las buenas noticias: Los malos tiempos siempre pasan, y lo que nos espera en el futuro siempre será más glorioso de lo que podemos imaginar.
1 Pedro 1:3: «Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo que, por Su inmenso amor y mediante la resurrección de Jesucristo triunfante de la muerte, nos ha hecho renacer a una esperanza viviente».
Las buenas noticias: Gracias al sacrificio de Cristo, tenemos el poder de siempre empezar de nuevo sin el peso del pasado. […]
Lamentaciones 3:22,23: «¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es Su fidelidad; Sus misericordias son nuevas cada mañana».
Las buenas noticias: el amor de Dios hacia nosotros es tan seguro como la llegada de un nuevo día, y como Dios permanece firme incluso frente al cambio, siempre podemos confiar en Su misericordia. Jackie Frere y Corinne Sullivan[1]
Flores, proyectos y metas para el año nuevo
Aunque disfruto mucho ocupándome de mi jardín, a veces las flores me presentan un dilema. Me encanta comprar unas cuantas cada primavera y disfrutar de su belleza en los largos días de verano, mientras las riego y les dedico cuidados. Pero me cuesta desprenderme de ellas cuando amarillean y se marchitan.
Al ver mis plantas devastadas al final de la temporada, me dan ganas de olvidarme del bendito jardín. Sin embargo, la primavera nunca deja de asombrarme. Los primeros retoños que brotan de la tierra me recuerdan que todavía hay vida allí. El germen de la semilla está allí. Solo tengo que tener paciencia. Debo confiar en las semillas. Lo único que necesitan es que las deje tranquilas para que puedan terminar su ciclo y convertirse en plantas nuevas y magníficas.
Eso me recuerda una promesa eterna, que se encuentra en el libro de Lamentaciones en la Biblia: «¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es Su fidelidad; Sus misericordias son nuevas cada mañana» (Lamentaciones 3:22,23).
Es como mis ideas, sueños y objetivos para cada año: a veces simplemente tengo que renunciar a ellos o dejarlos un tiempo en suspenso. Debo confiar que en el momento señalado todas esas ideas comenzarán a germinar y tendré un proyecto entre manos, que cobrará vida si lo atiendo con diligencia y cariño.
En vista de eso, este año no voy a llorar la muerte de mis plantas y proyectos. Voy a dejarlos tranquilos y darles tiempo. Cuando llegue el momento propicio, cuando el sol brille con fuerza y vuelvan las tenues lloviznas, tendré el privilegio de ver el comienzo de algo nuevo y hermoso. Joyce Suttin
Hecho trizas
Este año, para mí la llegada del nuevo año fue bien sonada. El 31 de diciembre mi teléfono, en un arranque de depresión, decidió saltar de mi mano y darse un porrazo. Lo recogí enseguida pensando que no le había pasado nada. Había caído sobre una alfombra, y ya me había pasado varias veces sin que sufriera daños.
En cuanto le di la vuelta y vi en la pantalla las rajaduras a modo de telaraña se me fue el alma al piso. Todavía funciona, aunque está prácticamente inservible. Y la garantía se venció hace rato.
El incidente me enseñó algo, y justo a tiempo para el año nuevo. En primer lugar, que no podemos confiar demasiado en los planes o experiencias de ayer. El día de hoy todo puede dar un viraje, y la verdad es que es muy probable que así sea. Tenemos que avanzar día a día y estar abiertos a lo nuevo que Dios pueda depararnos. De lo contrario, estaremos mal preparados para una sorpresa.
En segundo lugar, me enseñó que en la vida pasa de todo. Por definición misma, la vida es un proceso continuo de movimiento y transformación. Tal vez nuestro Padre permite esos percances porque, en Su sabiduría, sabe que harán de nosotros mejores personas. Cuando nos ocurra una desgracia, no debemos desanimarnos. Puede que salgamos airosos y triunfantes del trance y veamos lo asombroso que es nuestro Dios. O tal vez nos pegue duro y a duras penas logremos levantarnos, sintiendo que no supimos afrontar la situación, y que aun así veamos lo asombroso que es nuestro Dios. Nuestro futuro no admite duda, y continuamente estamos recibiendo ayuda.
No sé cómo te van a ti las cosas. Quizás estás en un enredo mayúsculo, acosado por mil problemillas, o preocupado por una mezcla de lo uno y lo otro. Tal vez te parece que tú mismo estás hecho trizas. Ahí es donde entra a tallar Jesús. Él conoce todas las necesidades y técnicas de reparación. Nos restaura como a Él le parece mejor. Su garantía es eterna, y Él ha prometido estar siempre con nosotros (Mateo 28:20).
Por eso, aunque ahora mismo vea «por espejo, oscuramente», tengo la certeza de que, como dice un himno antiguo, al final todo saldrá bien (1 Corintios 13:12). Chris Mizrany
Todo bien saldrá
Tú sigue orando con tesón
en medio del pesar.
Valiente sé, confía en Él,
que no te dejará.
Recuerda cómo te auxilió
en toda adversidad.
Si a tu oración no respondió,
a Su tiempo lo hará.
Tú sigue orando sin cejar
y has de prevalecer.
«Recibiréis lo que pedís».
Promesa siempre fiel.
Aférrate a la roca, pues,
y así no caerás.
Muy pronto brillará el sol
y todo bien saldrá.
Fanny Crosby, 1892
Fresas, velas y propósitos
Era un luminoso día de verano. En aquel entonces yo vivía en Sudáfrica. El año estaba a punto de terminar, y yo había dejado de pensar en las celebraciones navideñas y estaba reflexionando sobre los propósitos que me iba a hacer de cara al nuevo año.
La puerta de la casa se cerró detrás de mí con un sonido metálico. Cuando entré a la cocina, mi madre me vio dirigir la vista hacia una fuente repleta de fresas que había en la mesa.
—Las trajo Yvonna —me explicó—. Son un regalo de su familia.
Yvonna era una adolescente que vivía dos casas más allá. Yo sabía que su familia, como la mayoría de las del pueblo, había estado meses cuidando los fresales que había detrás de su casa. De todos modos, cada vez que había cosecha los vecinos llegaban a nuestra puerta cargados de frutillas.
Desde hacía un tiempo Yvonna había solicitado asistir a los estudios bíblicos que hacíamos con nuestro grupo juvenil; pero habíamos estado muy ocupados y lo habíamos pospuesto más de una vez. Suspiré y me propuse incluir a Yvonna en aquellas clases lo antes posible.
El día siguiente amaneció radiante y sumamente prometedor. Pero Yvonna no alcanzó a verlo. Había fallecido en la madrugada en un trágico accidente de automóvil.
Todos los integrantes de nuestro centro quedaron profundamente afectados por la pérdida de nuestra querida amiga. En los meses siguientes hallamos formas de consolar a su familia. El hecho estrechó los lazos entre todos los habitantes del pueblo. Muchos jóvenes venían a vernos con preguntas sobre la vida, la muerte y el mundo espiritual, las cuales respondíamos con mucho gusto. Yvonna creía en Jesús, lo que trajo un gran consuelo, pues sabíamos que ella estaba a salvo en los brazos de Jesús.
Desde entonces, cada año, cuando terminan los fuegos artificiales, me acuerdo de Yvonna y una vez más resuelvo no esperar a que llegue el momento perfecto para empezar a hacer lo que verdaderamente importa. Saskia Smith
Publicado en Áncora en diciembre de 2023.
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