Aprovecha el Día de Acción de Gracias: Un corazón rebosante de gratitud
G. L. Ellens
[Embracing Thanksgiving: A Heart of Gratitude]
En un mundo caracterizado por vivir apresuradamente y con un incesante afán por el materialismo, la esencia de la gratitud puede esfumarse fácilmente en toda esa confusión. Sin embargo, para nosotros como cristianos, Acción de Gracias no es únicamente un día festivo sino una importante disciplina espiritual que puede transformar nuestra vida. Con el Día de Acción de Gracias a la vuelta de la esquina, tenemos una estupenda oportunidad de reflexionar sobre el significado de la gratitud en nuestra vida de fe.
La gratitud consiste, esencialmente, en reconocer la bondad y gracia divinas tal como la vemos manifestada en nuestra vida y en la de los demás. Es una expresión de humildad al reconocer que todo lo que tenemos y todo lo que somos procede de la mano de nuestro Creador (1 Crónicas 29:14; 1 Corintios 4:7).
En la Biblia abundan las escrituras sobre el agradecimiento, tales como: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5:18), y «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias» (Filipenses 4:6). Estos versículos nos recuerdan que la gratitud no depende de nuestras circunstancias, sino que fluye de un corazón que está afianzado en la naturaleza inalterable de Dios.
Esto lo podemos apreciar en el relato del primer Día de Acción de Gracias que comenzó con el viaje de los peregrinos que, en 1620, emigraron desde Inglaterra al Nuevo Mundo. Aquellos valerosos hombres y mujeres soportaron un arriesgado viaje cruzando el océano Atlántico en pos de la libertad religiosa. Desembarcaron en Plymouth, Massachusetts, en mitad del invierno. Casi la mitad de ellos fallecieron debido al inclemente clima, enfermedades y hambruna. A pesar de esos desafíos y adversidades, los peregrinos perseveraron gracias a su firme fe en Dios. En la siguiente primavera, la tribu indígena Wampanoag enseñó a los peregrinos diversas habilidades básicas que les ayudaron a sobrevivir en su nuevo entorno. Y el otoño les trajo una abundante cosecha.
El gobernador Bradford, en señal de gratitud por la provisión y cuidados de Dios, proclamó un día festivo de acción de gracias por la cosecha. La festividad duró tres días y reunió a los peregrinos y los Wampanoag con un espíritu de camaradería. Fue un tiempo de fraternidad y alegría, mientras compartían sus alimentos y agradecían a Dios por las bendiciones que les había otorgado.
Así que, la primera Acción de Gracias no fue solo un festejo con buenos alimentos sino una profunda expresión de gratitud en medio de la adversidad. Simbolizaba la resiliencia de los peregrinos ante las penalidades y su reconocimiento del amoroso cuidado de Dios y Su fidelidad.
Actualmente, el Día de Acción de Gracias es un recordatorio del legado de fe y gratitud de los peregrinos que nos motiva a adoptar la práctica de dar gracias a Dios. Al sentarnos a la mesa, rodeados de nuestros familiares y amigos, debemos recordar los sacrificios de los que nos precedieron y las bendiciones que hemos recibido. Y quizás, al igual que los peregrinos, fomentemos un corazón agradecido que transciende las circunstancias y se apoya en el Señor.
El Día de Acción de Gracias es mucho más que una festividad, para los cristianos es una forma de vida. Es un llamado a cultivar un corazón agradecido que impregna cada aspecto de nuestro ser. Al aceptar practicar el agradecimiento, podemos ser transformados de dentro hacia afuera, y convertirnos en vasijas del amor de Dios en un mundo hambriento por esperanza y amor auténticos.
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«La gratitud desbloquea la plenitud de la vida. Convierte lo que tenemos en suficiente, y más. Convierte la negación en aceptación, el caos en orden, la confusión en claridad. Puede convertir una comida en un festín, una casa en un hogar, un extraño en un amigo.» Melody Beattie
«Mi fe me infunde un profundo sentido de humildad y gratitud. Me recuerda con cuanta frecuencia me quedo corto y necesito al Salvador, y lo agradecido que estoy de que Dios ha hecho por nosotros lo que no podíamos hacer por nosotros mismos.» Karen Hughes
«Un corazón agradecido es el comienzo de la grandeza. Es una expresión de humildad. Es un fundamento para el desarrollo de virtudes como la oración, la fe, el valor, la alegría, la felicidad, el amor y el bienestar.» James E. Faust
«Un corazón agradecido es una de las característica principales del creyente. Contrasta enormemente con el orgullo, el egoísmo y la preocupación. Sirve para fortalecer la confianza del creyente en el Señor y en Su provisión, incluso en los peores momentos. Sin importar cuán embravecidos estén los mares, el corazón del creyente se mantiene a flote gracias a la continua alabanza y agradecimiento al Señor.» John MacArthur
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