Apreciar las espinas
Steve Hearts
[Appreciating the Thorns]
Cuando nos fijamos en una hermosa rosa y aspiramos su fragancia, es fácil olvidar sus afiladas y punzantes espinas.
Cuando era niño, mi madre me dio una rosa para que la sintiera y oliera. Mientras la estudiaba con mis dedos, disfrutando de su suavidad y aspirando su fragancia, me pinché con una de las espinas, lo cual me asustó y me hizo llorar. Mi madre me abrazó y amablemente me explicó que todas las rosas tienen espinas.
«En la vida habrá muchas espinas», recuerdo que me dijo. «Aunque puede que no las aprecies al principio, con el tiempo las apreciarás». Yo era demasiado pequeño como para comprender plenamente el significado de aquellas palabras, pero con el paso del tiempo, la vida continuó su curso y aquel significado se hizo evidente.
Rara vez apreciamos de manera natural las espinas en nuestra vida. Por lo general tenemos que tomar la decisión de desarrollar esa conciencia y mentalidad. El apóstol Pablo tenía su aguijón, el cual sirvió para mantenerlo humilde. En 2 Corintios 12:7-9, escribió: «Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: “Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo».
El mayor reto que he tenido en mi vida ha sido el de aceptar mi ceguera. Yo era diferente de la mayoría de los que me rodeaban. Mientras los demás empleaban los ojos para leer, yo tenía que aprender a leer con los dedos. A diferencia de mis colegas y amigos, yo tenía que caminar con un bastón. También me hacía falta más ayuda y asistencia en los quehaceres de la vida diaria que a la mayoría de mis conocidos.
Mis padres eran conscientes de los desafíos que enfrentaba y me indicaron esas mismas escrituras de Pablo. Estaba especialmente sorprendido de descubrir que, si bien no se sabe a ciencia cierta cuál era el aguijón en la carne de Pablo, una teoría bastante generalizada es que algo tenía que ver con su vista.
Yo había hecho mi cuota de oraciones para librarme de la ceguera y muchos otros también habían orado fervientemente por mí. Sin embargo, con el paso del tiempo se nos hizo evidente tanto a mí como a los que oraban por mí, que Dios había permitido que viniera a este mundo sin el don de la vista para cumplir un propósito específico. Por tanto, Él me iba a dar suficiente gracia para vivir con mi ceguera y de alguna manera se valdría de ella para Su gloria.
Esa revelación me dio un nuevo aliciente en la vida y cambió por completo mi perspectiva y manera de pensar. En vez de quejarme por los obstáculos de la vida, me propuse buscar oportunidades. Cuanto más las buscaba, más oportunidades encontraba.
Resolví seguir el ejemplo del Dr. William Moon, quien luego de perder repentinamente la vista, rezó: «Señor, acepto este talento de la ceguera como de parte Tuya. Ayúdame a usarlo para Tu gloria para que cuando regreses, lo puedas recibir de vuelta con intereses» (Mateo 25:27). Él recibió la inspiración para inventar un sistema especial para leer, conocido como el alfabeto Moon o lectura táctil Moon, que permite a las personas invidentes leer con el uso de los dedos.
Concluí que, si Dios quería valerse de mi talento como testimonio para Su gloria, yo le permitiría hacerlo para Su gloria, tal como lo hiciera Moon. No podría contar la cantidad de veces que me han dicho que mi testimonio ha animado, retado y motivado a otros. Muchas veces me he preguntado si mi vida habría sido semejante testimonio si pudiera ver. Solo Dios sabe. Sea como fuere, no solo he llegado a apreciar mi aguijón de ceguera, sino que ya no lo veo como un aguijón. Lo he aceptado como una herramienta que el Señor ha escogido usar para servir un propósito aún no visto, pero maravilloso.
De niño solía escuchar un relato dramatizado que hablaba acerca de una banda musical de un colegio de enseñanza media la cual, cierta noche tormentosa de lluvia, viajaba en autobús a otra ciudad con el fin de participar en un desfile. Apenas comenzado el viaje, descubrieron que a uno de los integrantes de la banda lo había seguido hasta el autobús su perro, que se llamaba Barkis. El niño estaba angustiado y el resto del grupo bastante molesto por tener a un perro con ellos en el bus.
Llegaron a un cruce de río y casi van a parar al agua tras descubrir, casi demasiado tarde, que el puente principal estaba dañado. Aunque el experto chofer evitó un serio accidente, igual terminaron atascados en el barro y no pudieron sacar de allí el autobús por mucho que se esforzaron.
Barkis saltó repentinamente del vehículo y se dirigió directamente hacia el río antes de que nadie pudiera detenerlo. Cruzó al otro lado del río y encontró una casa de campo y allí se puso a rasguñar la puerta con sus patas. La pareja que estaba en el interior pensó que no sería otra cosa que ramas que golpeaban la casa. Luego oyeron ladridos y comprendieron que se trataba de un perro.
Abrieron la puerta para hacerlo entrar, pero Barkis no quería entrar, por el contrario, alternaba la mirada entre el hombre y el río, como si tratara de decir algo. El esposo amablemente se puso su impermeable y salió con el perro, con la esperanza de descubrir qué quería.
Lo siguió hasta el río. Una vez allí, el granjero escuchó el sonido de voces al otro lado y vio el autobús escolar atascado en el barro con varios muchachos tratando en vano de sacarlo empujando. Tomó al perro y corrió hacia la casa en busca de su tractor. Luego cruzó el río a través de otro pequeño puente que había a poca distancia río abajo.
Cuando llegaron hasta el bus escolar, los que estaban a bordo rebosaron de alegría al ver al granjero con Barkis, quien para entonces era considerado un héroe y no una molestia. Cuando pusieron el bus a salvo, el granjero se llevó a todo el grupo a su casa, donde su esposa les sirvió comida y bebidas calientes.
Luego de que todos hubieron agradecido profusamente al granjero y a su esposa, él les dijo: «No nos agradezcan a nosotros, agradézcanle a Barkis. De no haber sido por él, jamás nos habríamos enterado del apuro que estaban pasando.» Los estudiantes llegaron a su destino a tiempo para el desfile, donde pusieron a su nuevo héroe, Barkis, en la primera fila de la banda.
¿Hay algo en tu vida que parece una molestia o un aguijón? Puedes tener la certeza de que Dios se puede valer de ello para cumplir un propósito especial que Él ha diseñado para tu vida. La Biblia nos dice: «Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que le aman, esto es, a los que son llamados conforme a Su propósito» (Romanos 8:28). Puede que al presente no entiendas cuál es ese propósito, pero algún día lo harás. Y entonces llegarás a apreciar sinceramente ese aguijón, sea cual sea.
Adaptado de Solo1cosa, textos cristianos para la formación del carácter de los jóvenes.
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