Al inicio del nuevo año
Recopilación
El camino de los justos es como la primera luz del amanecer, que brilla cada vez más hasta que el día alcanza todo su esplendor. Proverbios 4:18[1]
Vivir sin temor en el nuevo año
Muchas personas viven con el temor de cómo será el futuro para ellas. Sin ir más lejos, tal vez tienes miedo de este año nuevo debido a lo que trajiste [del año anterior]. Sin embargo, mientras más leas la Biblia, en particular el libro de Apocalipsis, descubrirás que Jesús tiene el futuro… y que Él te sostiene a ti.
Toda la Biblia es acerca de Jesús, y el Apocalipsis confirma que Jesús vendrá de nuevo como Rey de reyes y Señor de señores[2]. ¡Será un momento muy emocionante cuando escuchemos la trompeta y resucitemos para encontrarnos con Él!
Sin embargo, incluso antes de ese estupendo momento, puedes encontrar la esperanza que necesitas para superar lo que hoy te infunda temor. Es posible que lo que veas en las noticias haga que temas el futuro. O tal vez tienes temor acerca de tu salud, tu trabajo, tu situación económica o las necesidades de alguien a quien amas.
Así pues, ¿cómo encuentras libertad de temores como esos en este nuevo año? Lo más importante que puedes hacer es mirar hacia arriba. ¡Deja de mirar este mundo y fija la mirada en Jesús!
En Apocalipsis 1:12-18 vemos una hermosa imagen de Jesús con toda Su gloria celestial. El apóstol Juan ve esta visión de Jesús y cae a Sus pies. Sin embargo, Jesús pone Su mano derecha sobre Juan y le dice: «¡No tengas miedo! Yo soy el Primero y el Último. Yo soy el que vive. […] Mira… ¡estoy vivo por siempre y para siempre!»
Así pues, no prestemos atención a nuestros temores. Miremos hacia arriba y escuchemos a Jesús. Hoy, Él te dice: «No tengas miedo». ¿Por qué? Porque Él te ama, y tiene el mando de la situación. Él es el Señor de la vida, y el Señor de todo, y está en el trono del universo. Y, como creyente, puedes apoyarte en la verdad de que Jesús te sostendrá en Sus amorosos brazos durante todo este año nuevo y para siempre. Jack Graham
Mi capitán
A comienzos del año emprendí un viaje. Sentada al borde del agua, respirando el aire salobre del mar, tuve sentimientos encontrados de entusiasmo y vacilación al recorrer con la mirada el océano que tenía por delante.
En el transcurso de mi viaje me enfrenté a algunas turbulencias y adversidades. El mar turquesa se convirtió en una gran masa oscura y revuelta de furiosas olas y espuma. La lluvia y los vientos azotaron implacablemente mi nave. Pero también hubo días de bendición y avance sostenido, en que el sol resplandecía sobre las olas y la suave brisa impulsaba mi barca hacia adelante.
No pasé sola por esas experiencias. Mi capitán, Jesús, estuvo conmigo. Juntos iniciamos cada día. Juntos capeamos las tormentas de la adversidad. Juntos nos reímos y disfrutamos del sol. Sabía que Él tenía un plan para nuestra travesía y que había trazado nuestro derrotero.
Aun así, hubo momentos en que puse en duda Su buen juicio, cuando sintiéndome débil y agotada por la lucha divisaba en el horizonte otra tempestad en ciernes.
—Jesús, ¿debemos sufrir más dificultades? —le imploraba—. Si me amas tanto como afirmas, ¿no puedes hacer que mi travesía sea menos penosa?
Sonriendo, Él me respondía afectuosamente:
—Créeme que te amo. Siempre te he amado y no dejaré de hacerlo en el futuro. Aunque a tu alrededor ahora mismo todo parezca tumultuoso y turbulento, será así solamente por un tiempo. Después de la tormenta el cielo se verá más despejado y hermoso que nunca. No tienes más que asir Mi mano. Yo te sacaré adelante. Busca las bendiciones que traen estas tempestades.
Aprendí que la clave está en permanecer cerca de Él hasta que desaparezcan los nubarrones. Y mientras esperaba descubrí cosas asombrosas. Durante aquellos días tormentosos percibí más que nunca Su amorosa presencia. Sus tranquilizadoras palabras me infundieron fuerzas, me calmaron los nervios y disiparon mis temores. Y ¿qué de las bendiciones de las que me habló? Ahora, en el umbral de un nuevo año, vuelvo la mirada atrás y veo que esas épocas de pruebas generaron en mí valor, fe y esperanza; valor para no darme por vencida a pesar de las complicaciones y contratiempos; fe anclada en un amor que nunca me ha defraudado; y esperanza en Jesús, que me ha trazado un plan perfecto no solamente para este año que comienza, sino para toda mi vida. Elena S.
Reflexiones acerca del pasado
Cuando reflexionamos sobre el año que ha terminado y vemos lo más destacado y las victorias, las alegrías y la felicidad, también vemos las oportunidades que se perdieron y las pérdidas, los quebrantos y las lágrimas. A menudo nos arrepentimos de algunas cosas y deseamos haber hecho esto, aquello o lo otro, o por lo menos haber hecho ciertas cosas mejor.
A medida que reflexionamos en nuestro pasado, debemos recordar que solo vemos una pequeña parte de él, y de manera imperfecta. Vemos los lugares de nuestra senda donde nos quedamos estancados, los sitios donde se terminó la senda o el camino desaparecía, los parajes empinados que nos costó mucho subir, y podemos sentir el impulso de preguntarnos si tomamos la senda correcta en primer lugar. No obstante, el Señor ve que así se forjan los hombres y las mujeres: que por medio de todas esas experiencias, hemos adquirido una gran compasión, que hemos obtenido sabiduría y que llegamos a tener madurez.
Tal vez parezca que nuestra senda fue la equivocada o el camino largo, una senda oscura y fangosa algunas veces. Sin embargo, la Biblia dice que el camino del justo es como la luz de la aurora que resplandece más y más hasta que el día es perfecto[3]. El Señor prometió alumbrar la senda de nuestro futuro, a medida que nos guía hasta ese día en que Él reconcilie consigo todas las cosas[4].
Señor, a medida que reflexionamos en nuestra vida y en nuestro pasado, ayúdanos no solo a reflexionar en lo que quisiéramos haber hecho de manera distinta, sino también en el bien que ha resultado, incluso si parte de ello fue por épocas difíciles. Anima nuestro corazón de modo que sepamos que aunque vemos solo como por espejo, oscuramente, Tú ves el panorama general con perfecta claridad y ves las decisiones que hemos hecho con el correr de los años a fin de dar, de vivir para Ti, de servirte.
Has tomado nuestros dones de amor, servicio y sacrificio, y a pesar de nuestra fragilidad humana, de nuestros errores y equivocaciones, los has empleado para que mejore la vida de muchas personas. Aunque no podamos ver esos efectos ahora mismo, sabemos que los veremos algún día. María Fontaine
Publicado en Áncora en enero de 2018.
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