Acentuar lo positivo
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Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:18[1]
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A menudo decimos por costumbre «qué lindo día» cuando hace sol y «qué día tan feo» cuando llueve. Sin embargo, los días lluviosos también pueden ser bellos, sobre todo cuando el Señor los trae para nuestro bien, para mitigar el calor o para que las plantas crezcan. En algunos lugares, la gente estaría sumamente agradecida por los días de lluvia. Cuando hay sequía, escasea el agua y la tierra pide lluvia para las flores, la hierba y las plantas que nos proporcionan alimentos, en esos casos, la lluvia se agradece mucho. No se llama malo a un día de lluvia; se dice que es un día muy bueno.
Debe de ser un poco ofensivo y doloroso para el Señor cuando catalogamos de mala o de fea la hermosa lluvia que con frecuencia necesitamos, pues muchas veces la lluvia no es mala ni fea, máxime si las flores, plantas y árboles tienen falta de ella. Además, si la vegetación la necesita, naturalmente que nosotros también, toda vez que las plantas son esenciales para nuestro sustento, nos proporcionan el aire que respiramos y son un deleite. Por eso, si lo que nos proponemos es tener una actitud más positiva y pensar de manera más optimista, también debiéramos renovar nuestro vocabulario y expresarnos de manera más positiva; porque es bastante difícil decir que un día es malo y al mismo tiempo pensar bien de él. No solo es preciso que cambiemos nuestro modo de pensar, sino también los calificativos que ponemos a las cosas.
El vocabulario que empleamos, cómo calificamos las cosas, la forma de expresarnos, influye mucho en nuestra manera de pensar. Calificar las cosas de forma negativa impide que las miremos positivamente.
La Biblia dice:«Dad gracias en todo»[2]. Eso quiere decir que debemos dar gracias en toda situación. Podemos dar gracias a Dios por todo, ya que a los que aman al Señor todas las cosas les ayudan a bien[3]. Si algo malo nos impulsa a orar y nos enseña fe, paciencia, amor y perseverancia, podemos darnos cuenta de que no es malo, sino bueno. Es decir, que el buen efecto es mayor que el mal efecto.
Casi todo en la vida tiene un efecto malo y uno bueno. Casi todo tiene su lado negativo y su lado positivo. Todo tiene sus ventajas y desventajas. Pero cuando lo positivo pesa más que lo negativo, se puede decir que es algo bueno. Y en la vida que llevamos por Jesús, Él hace que en todo lo que nos sucede al final el bien eclipse al mal. María Fontaine
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Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de Tu agrado, oh Señor, mi Roca y mi Redentor. Salmo 19:14[4]
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Siempre me acuerdo de una reunión que presidí en un pueblo minero del oeste de Pensilvania y en la que mi madre predicó para L. P. Lehman. Era una noche lluviosa y en aquella capilla se había congregado un grupito muy exiguo de apenas unas doce personas. Yo no dejaba de decir: «Lamento que no haya venido más gente; no sé dónde estarán los demás».
No dejé de insistir en el aspecto negativo y en los bancos vacíos, en vez de felicitar a los asistentes por haber tenido el valor de salir en una noche así y decirles: «¡Ustedes son extraordinarios, los únicos que se han atrevido a venir arrostrando el temporal!» Debería haber hablado del aspecto positivo, animarlos y elogiarlos en vez de deprimirlos haciéndoles ver todos los bancos vacíos y hablar de la gente que no había asistido.
Siempre es mejor acentuar lo positivo. L. P. Lehman, que era excelente como promotor, muy inteligente en las cuestiones administrativas, me dio una buena reprimenda. Dirigía la obra de mayor alcance en la radio de Pensilvania.
Me llevó aparte y me dijo: «David, no tenías que haber hablado de todos los que no asistieron, preguntarte por qué no habían venido ni quejarte a cada momento de que los bancos estaban vacíos. Lo que debías haber hecho era felicitar a los que sí vinieron, dar gracias a Dios por ellos, alentarlos, animarlos y darles las gracias por haber venido a pesar del mal tiempo que hacía, y destacar lo loable que era que tantos hubieran asistido a despecho de la lluvia en vez de mencionar a los muchos que no vinieron. Recalca lo positivo. Acentúa lo positivo, lo alentador y lo que es un motivo de inspiración. Procura levantar los ánimos en vez de hablar siempre de lo negativo, del aspecto desfavorable. Fíjate en lo bueno».
Me recuerda lo que dicen de que el optimista se fija en la rosquilla mientras que el pesimista se fija en el agujero. El optimista dice maravillas de la calidad de la rosca, habla de lo deliciosa que es, de lo bueno que es comer rosquillas, mientras que el pesimista se queja: «Nos han estafado, tiene un agujero. ¿Dónde está el resto de mi rosquilla?» A menudo, somos proclives a hacer lo mismo con Dios. En lugar de darle las gracias por todas Sus bendiciones, tenemos la tentación de quejarnos por tener pruebas, tribulaciones y sufrimiento.
Lehman decía que si uno no llama la atención sobre ciertos errores en la función, la mayoría de la gente ni se fija. Es preferible tener una reunión con pocos asistentes que no tener reunión alguna. Es mejor dar un testimonio a unas cuantas personas que no hacerlo en absoluto. Tratemos de hacer resaltar y acentuar lo positivo. David Brandt Berg
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Que sus conversaciones sean cordiales y agradables, a fin de que ustedes tengan la respuesta adecuada para cada persona. Colosenses 4:6[5]
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La alabanza y el optimismo son muy eficaces y contagiosos. ¡Así que sé un portador de ellos!Si hasta ahora has tenido una percepción negativa de ti, de las circunstancias o las personas, da una vuelta de hoja y pídele al Señor que te transforme en una persona tan llena de alabanza y optimismo que no puedas menos que influir en el prójimo para bien. Claro que es posible, pues «nada hay imposible para Dios»[6]. Puedes cambiar, y no solo un poco, sino drásticamente. ¡Lo que era tu flaqueza puede convertirse en uno de tus puntos fuertes! Sé que es posible, porque he visto a algunos pesimistas empedernidos sobreponerse a esa naturaleza con la ayuda del Señor y con fuerza de voluntad para cambiar.
El Señor puede transformarte el corazón, la mente, los deseos y tu naturaleza misma si se lo encomiendas todo a Él. Encomiéndaselo todo al Señor y pídele que transforme tu vida. Lo hará. María Fontaine
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Cuando tienes una actitud positiva manifiestas un espíritu de fe y confianza. Me reconoces y confías en Mí, aceptas que Mi criterio siempre es acertado y lo tengo todo en Mis manos. Para ser positivo se necesita fe. Es preciso creer en Mi Palabra, en el sentido de que todo redundará en bien. Sea como sea que te sientas en el momento, si tienes fe y crees, sabes que a la larga todo será para tu bien, independientemente de cómo se vea la situación ahora mismo. Cuando crees en esa promesa, tienes fe y confianza y manifiestas un espíritu positivo, contento y confiado.
No permito que estés en una mala situación de la que no te pueda sacar. Por eso, nunca veas una situación difícil como una pérdida total, un fracaso o algo sin remedio. No hay nada que no puedas mirar con una luz positiva y con fe, por malo que parezca.
Naturalmente, cuando hay un problema, debes ser realista y reconocerlo, pero recuerda que soy el Dios de lo imposible, el Alfa y la Omega, el Omnipotente, el Omnisciente, y estoy contigo. ¿Para qué te preocupas o inquietas? Cuando Yo intervengo, no hay nada que no tenga remedio, que no pueda enmendarse, ni mal que por bien no venga.
Cuando tienes un espíritu de fe y así lo manifiestas, por muy difíciles que sean tus circunstancias,creas un vacío para que Mi Espíritu lo llene y consolide tu fe. Lo que siembras recoges. Si siembras fe, si expresas fe y confianza, segarás los buenos frutos de esa fe. Tendrás entusiasmo y podrás entusiasmar a otros. Tendrás una actitud de paz, tu semblante será radiante y tus palabras edificantes y positivas. Y abrirás un conducto por el que se manifieste Mi amor. Jesús, hablando en profecía
Publicado en Áncora en julio de 2014. Leído por Luis Azcuénaga. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
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