junio 10, 2014
Oh, bendito Jesús, haz que mi alma se aquiete en Ti.
Permite que Tu poderosa calma reine en mí.
Gobiérname, oh Rey de la Calma, Rey de la Paz.
San Juan de la Cruz (1542–1591)
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No gozaremos de estabilidad ni de madurez espiritual hasta que aprendamos a hacer lo que está bien aunque nos parezca que está mal. Cada vez que hacemos lo que está bien por decisión propia, mediante la disciplina y el autocontrol y a pesar de nuestros sentimientos, cuanto más doloroso nos resulta en lo físico, más crecemos espiritualmente en ese momento en particular. Joyce Meyer
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El autocontrol es la capacidad de mantener la cabeza fría mientras alguien te la calienta. Anónimo
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Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio. 2 Timoteo 1:7; NVI
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El secreto para adquirir dominio propio radica en rendir nuestra vida a Dios y dejar que Su Espíritu Santo guíe nuestros pensamientos, nuestros actos y nuestra vida. «No os conforméis a este mundo —recomienda el apóstol Pablo—, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta»[1].
Eso no quiere decir que no vayamos a tener tentaciones, ni necesidad de esforzarnos para superar nuestros malos hábitos y debilidades. Es obvio que tenemos que poner de nuestra parte. Cuando la tentación toque a nuestra puerta, debemos oponerle resistencia; precisamos fortalecer los puntos flacos de nuestra personalidad. Pero la realidad es que, en algún momento, todos caemos en la tentación, nos dejamos llevar por nuestras debilidades o nos excedemos en cosas que estarían bien si las hiciéramos con mayor moderación. El apóstol Pablo bien podría haber estado hablando por cualquiera de nosotros cuando dijo:
Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza de hombre pecador, no hay nada bueno; pues aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer.
Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer el bien, solamente encuentro el mal a mi alcance. En mi interior me gusta la ley de Dios, pero veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado, que está en mí y que me tiene preso.
¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo?[2]
De todos modos, Pablo encuentra luego la respuesta:
Solamente Dios, a quien doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo[3]. Rafael Holding
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El hecho de que el Espíritu Santo more en nosotros tiene como fruto o efecto que nos volvemos más amorosos, alegres, apacibles, pacientes, amables, buenos, fieles, mansos y capaces de dominarnos. En breve, llegamos a ser más como Dios, más santos. Al tener mayor dominio propio, estamos en mejores condiciones de evitar airarnos con los demás, impacientarnos con ellos, ser desagradables, tratarlos sin amor o albergar malos sentimientos hacia ellos. Es menos probable que cometamos maldades o que tengamos actitudes negativas que hagan daño al prójimo o nos perjudiquen a nosotros mismos. Tenemos mayor capacidad para superar nuestros rasgos humanos pecaminosos, propios de nuestra naturaleza. Peter Amsterdam
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Por naturaleza, algunas personas tienen una voluntad férrea y mucho dominio propio; pero no es lo más común. Si te resulta difícil cumplir un propósito que te has hecho, acostumbrarte a realizar cierta actividad o cultivar un nuevo hábito, tengo buenas noticias para ti. Conmigo tienes una ventaja especial: la de contar con Mi ayuda.
Mí Espíritu puede obrar en tu vida de diversas maneras. Puedo, por ejemplo, darte autodisciplina. La clave para beneficiarte de esa ayuda es la oración. En primer lugar porque cuando tú oras Yo obro. De algún modo —tal vez incluso inesperado— hago algo en respuesta a tu oración.
En segundo lugar porque el hecho de pedirme ayuda en determinada situación te da acceso a Mi perspectiva y sabiduría, y eso te permite ver las cosas más claramente. Y por último —aunque no por ello menos importante—, porque cuando oras puedo indicarte qué medidas tomar para acercarte a tus objetivos. Yo soy muy práctico, y te conozco. Dado que Yo entiendo tus procesos mentales, ¿quién mejor que Yo para transmitirte ideas y consejos que te sirvan para llevar a cabo tus propósitos, adquirir nuevas costumbres y lograr que tengan el resultado deseado?
Aunque tienes la ventaja de contar conmigo, será necesario que tú pongas de tu parte. Yo no voy a calzarte las zapatillas de deporte ni atarte los cordones. No voy a deshacerme de las galletitas que te compraste poco después de tomar la resolución de reducir tu consumo de azúcar. Sin embargo, sí puedo ayudarte a encontrar tu clave personal, tu ímpetu, tu motivación para hacer lo que tienes que hacer y abstenerte de lo que debes dejar de hacer. Siempre te toparás con las dificultades que afronta todo ser humano; pero la ventaja de contar conmigo es que las encararás con una determinación que trasciende lo humano. Jesús, hablando en profecía
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Los que tienen dominio propio controlan su estado de ánimo. No permiten que su estado de ánimo los domine. La mayor parte de lo que se lleva a cabo en el mundo lo hacen personas que hacen lo correcto incluso cuando no tienen ganas de hacerlo: «Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas»[4].
Los que tienen dominio propio vigilan lo que dicen. Piensan antes de abrir la boca:«El que guarda su boca, preserva su vida; el que mucho abre sus labios, termina en ruina»[5].
Los que tienen dominio propio refrenan sus reacciones. ¿Cuánto se puede soportar sin perder la calma? «Las personas sensatas no pierden los estribos; se ganan el respeto pasando por alto las ofensas»[6].
Los que tienen dominio propio siguen un horario. Si no decides cómo vas a pasar tu tiempo, otras personas lo decidirán por ti: «Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos»[7].
Los que tienen dominio propio administran su dinero. Aprenden a vivir con menos de lo que ganan e invierten el resto. Lo valioso de un presupuesto es que le dice a tu dinero a dónde quieres que vaya, ¡en vez de que te preguntes a dónde se fue el dinero! «En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra»[8].
Los que tienen dominio propio mantienen una buena salud. De esa manera logran más y disfrutan sus éxitos. «Que cada uno sepa dominar su propio cuerpo en forma santa y respetuosa»[9].
¿En qué aspectos debemos ser capaces de dominarnos? Las disciplinas que se establezcan hoy determinarán el éxito de mañana.
Sin embargo, es necesario algo más que fuerza de voluntad para que haya un autocontrol duradero. Hace falta un poder mayor que el de nosotros mismos: «Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio»[10]. Rick Warren[11]
Publicado en Áncora en junio de 2014. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Romanos 12:2 RV 1995.
[2] Romanos 7:18–19, 21–24 DHH.
[3] Romanos 7:25 DHH.
[4] Proverbios 25:28 NTV.
[5] Proverbios 13:3 NBLH.
[6] Proverbios 19:11 NTV.
[7] Efesios 5:15–16 NVI.
[8] Proverbios 21:20 NVI.
[9] 1 Tesalonicenses 4:4 DHH.
[10] 2 Timoteo 1:7 NVI.
[11] Developing Biblical Self-Control, 26 de enero de 2010, http://purposedriven.com/blogs/dailyhope/index.html?contentid=3502.
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