abril 22, 2014
Les he dicho todo lo anterior para que en Mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque Yo he vencido al mundo. Juan 16:33 NTV
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Mientras llevamos a cabo con diligencia nuestra labor de proclamar el mensaje al mundo podemos toparnos con alguna oposición de vez en cuando. Es de esperar que en nuestro servicio activo al Señor encontremos oposición y adversidad.
Los cristianos somos llamados a aprender a tomar con calma la adversidad y estar preparados para afrontar con actitud de fe los desafíos que nos presente. Así, no solo estaremos preparados espiritual, mental y emocionalmente para capear cualquier temporal, sino que podremos contar con que el Señor voltee incluso circunstancias aparentemente negativas para nuestro bien y las transforme en oportunidades de promover Su obra. Podemos encarar los vientos de adversidad con fe inquebrantable en que Jesús tiene un plan y un motivo para toda dificultad que afrontemos en la vida.
Preguntar al Señor cómo ve Él los desafíos que enfrentamos y pedirle que nos oriente para responder como corresponda y tomar medidas preventivas, hace que tomemos con calma la adversidad y que podamos canalizar nuestras energías y esfuerzos hacia la consecución de soluciones y victorias.
Cuando enfrentamos adversidades, no es forzosamente señal de que hayamos hecho algo indebido o cometido un error. Si no actuamos en oración ni buscamos el asesoramiento de consejeros inspirados por Dios que Él haya puesto en nuestra vida, ni nos mantenemos en sintonía con el Señor, entonces podríamos tomar decisiones imprudentes. Tal vez podríamos cometer errores y tendríamos que aprender algo de ello. Pero esa no es siempre la causa de adversidad. Si encomendamos nuestra vida y trabajo al Señor en oración y enfrentamos oposición o confrontación en algunos sectores, entonces recordemos este pasaje: «Cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que su constancia se haya desarrollado plenamente, serán perfectos y completos, y no les faltará nada»[1].
En toda circunstancia, por fe debemos contar con que habrá dificultades y con que nos serán de provecho, bien porque nos fortalezcan y enseñen, o porque nos permitan dar un testimonio eficaz, o seguir adelante a pesar de la crisis. Podemos acoger con los brazos abiertos los desafíos y oportunidades que nos brinden, montaremos la ola de adversidad, saldremos fortalecidos y nos remontaremos por encima de las dificultades. María Fontaine
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Todos los grandes hombres y mujeres de fe, e incluso personas de grandes ideales que no eran forzosamente religiosas, enfrentaron oposición y adversidad en muchos sentidos y en diversos grados a lo largo de su vida. En muchos casos, el legado que dejaron fue luchar contra la adversidad, no dejarse disuadir por la oposición y avanzar contra viento y marea para cumplir su vocación y su misión. Tenían un propósito, y sabían que el cumplimiento de su propósito no se les daría en bandeja de plata. La oposición se presentaba de muchas formas: oposición política, oposición de quienes protegían sus propios intereses económicos, las autoridades eclesiásticas de su época, de amigos y familiares, medios de prensa hostiles, establecimientos educativos.
Toda persona que haya aspirado a lograr algo de importancia en el mundo que introdujera cambios y mejoras de grandes proporciones, ha enfrentado enormes retos y mucha oposición. Los que lucharon por el derecho de los niños a educarse y a no verse obligados a trabajar desde corta edad, se toparon con una oposición. Los que lucharon contra la discriminación racial tuvieron que vérselas continuamente con oposición. Los que lucharon por la abolición del comercio de esclavos tuvieron que enfrentarse a los magnates de su época. Los que lucharon para que la gente común pudiera leer la Biblia enfrentaron la oposición de los poderes eclesiásticos de su tiempo. Y la lista sigue y sigue.
Los que predican un mensaje de salvación, fe y verdad, en muchos casos adoptan una postura opuesta al mundo y su statu quo. Jesús, hablando en profecía
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Filipenses 2:13 dice: «Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla Su buena voluntad». Y 1 Tesalonicenses 5:24 dice: «El que los llama es fiel, y así lo hará». En esas promesas hay una magnífica liberación, porque al concentrarse en lo que Dios hace por medio de nosotros quita presión de nosotros y la pone en Él. Nuestro trabajo es avanzar por fe, depender de Dios, y confiar en que Él cumplirá Sus designios en lo que sea que nos haya llamado a hacer.
Eso no significa que no habrá problemas. Donde se lleve a cabo la obra de Dios podemos esperar que haya oposición, no solo en los campos misioneros, sino también en nuestros hogares y comunidades. Siempre habrá dificultades y obstáculos, pero cuando Cristo es nuestra fortaleza, las dificultades harán que nuestro compromiso sea más profundo y que no solo aprendamos de esas situaciones sino que experimentemos los recursos ilimitados de Cristo. Nunca se nos pide que hagamos una tarea sin la preparación y el fortalecimiento que da Cristo, y allí está nuestra confianza; no en lo que hacemos, sino en lo que Cristo hace por medio de nosotros. Charles Price
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La adversidad es una instructora severa; nos ha sido asignada por alguien que nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos, pues Él también nos ama más. Aquel que lucha contra nosotros, fortalece nuestros nervios y agudiza nuestra destreza. Nuestro adversario nos ayuda. Ese conflicto con la dificultad hace que nos familiaricemos con nuestro objetivo y nos obliga a tomarlo en cuenta en todas sus relaciones. No dejará que seamos superficiales. Edmund Burke
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Las dificultades son el boleto de entrada al partido de la vida. Pero a veces no podemos menos que imaginar que la vida sería mucho más agradable sin molestias. ¿Es eso lo que piensa? Antes de responder, medite lo siguiente:
En un mundo sin obstáculos no hay campeones; sin sufrimiento no hay santos; sin batallas no hay victorias; sin lluvia, no hay arco iris. ¿No es cierto que un mundo que incluye el dolor es más satisfactorio que otro en el que no lo hubiera? ¿No es necesario el calor para dar forma al oro, la presión y el pulido para tallar un diamante y la adversidad para forjar el carácter?
Henry Ford expresó lo mismo de la siguiente manera: «La vida es una serie de experiencias formativas, aunque a veces cuesta darse cuenta de ello. Tenemos que aprender que los reveses nos ayudan a avanzar». Chuck Gallozzi
Publicado en Áncora en abril de 2014. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Santiago 1:2–4 NTV.
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