Amor desbordante

febrero 13, 2014

Palabras de Jesús

Ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a Su luz admirable.  1 Pedro 2:9[1]

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Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a Sus ojos. Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de Su familia al acercarnos a Sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que Él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a Su Hijo amado.  Efesios 1:4-6[2]

 

El amor me envuelve

Si te presentaras ante Mí en espíritu, ¡Mi amor te envolvería y te embargaría de tal manera que todos los pesares, los dolores y los malentendidos de ayer y de hoy se disiparían sin dejar rastro! Tan enorme es el amor que te tengo que no da lugar a la tristeza ni a la condenación. De presentarte ante Mí en espíritu, Yo no te comunicaría más que amor y aceptación totales. Sabrías que todo te ha sido perdonado. No hay causa de temor en Mí. Yo lavo todos los temores. En Mi amor no hay temor.

Confía en que el amor que te tengo no es menos intenso mientras tu espíritu reside en tu cuerpo en la Tierra que el que te demostraré cuando llegues aquí y te presentes ante Mí. Obtienes hoy el mismo perdón que obtendrás entonces. Nada tengo contra ti. Eres Mi tesoro.

Así pues, halla paz, reposo y consuelo en Mi amor.

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Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad.  Jeremías 31:3[3]

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Con amor eterno te he amado. Antes de que empezara el tiempo, te conocí. Por años nadabas en un mar sin sentido, en busca de amor, queriendo hallar esperanza. Todo ese tiempo Yo te buscaba, ansiando rodearte con Mis brazos compasivos.

Cuando llegó el momento indicado, me revelé a ti. Te saqué de ese mar de desesperación y te coloqué sobre una base firme. A veces te pareció que te encontrabas sin ropa, que tu ser estaba bajo la luz reveladora de Mi presencia. Coloqué un manto de armiño a tu alrededor: es Mi manto de justicia. Te canté una canción de amor, cuyo principio y fin están ocultos en la eternidad. Di sentido a tu mente y armonía a tu corazón. Canta conmigo Mi canción. Juntos sacaremos a otros de la oscuridad a fin de que estén bajo Mi maravillosa luz[4].

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¡Me llené de alegría en el SEÑOR mi Dios! Pues Él me vistió con ropas de salvación y me envolvió en un manto de justicia. Soy como un novio en su traje de bodas o una novia con sus joyas.  Isaías 61:10[5]

 

Amor que no se puede empañar

Nada deshará el vínculo de amor que nos une. Nada se puede interponer entre nosotros. Nada me puede separar de ti, pues no hay nada tan fuerte como Mi amor. No hay torrente que lo pueda sofocar, no hay duda que lo pueda matar, no hay nada que lo pueda empañar, porque es más poderoso que todas esas cosas.

Al buscar y descubrir Mi amor, al zambullirte en él y deleitarte en el éxtasis y el gozo que te quiero dar, entenderás por qué los mártires fueron capaces hasta de morir por tal amor. Para ellos era mayor que toda prueba, persecución o dificultad. Era tan intenso que aun en momentos en que no lo percibían, lo conocían. Podía más que cualquier circunstancia o más que cualquier prueba, pues éstas pasarían, mas Mi amor no pasaría.

Si me buscas de todo corazón, me hallarás. Quiero que me halles y quiero acercarte a Mí. Al buscarme en la Palabra me hallarás. Es que quiero que me encuentres.

 

Mi taza rebosa[6]

El día de Pentecostés derramé Mi Espíritu y hubo manifestación de lenguas y de profecía, «el mayor de ellos es el amor»[7]. En esta ocasión les derramo Mi Espíritu de amor. Este don es mayor que los otros. Les derramo asimismo Mis otros dones: sanidad, profecía y lenguas, pero el mayor de todos es Mi don de Amor.

¡Es un don que derramo como torrente de aguas y como las olas arrolladoras del mar! Pueden ejercitar estos dones al decidirse a caminar por fe sobre las aguas y caminar en Mi amor, hablar palabras de amor y realizar acciones amorosas. Mi amor los sostendrá y los mantendrá en pie incluso en medio de gran oscuridad y de tribulación. Mi amor los sostendrá y los guardará.

Mi Amor no tiene límites. Yo soy amor, y nada me puede contener. Derramo en abundancia a diestra y siniestra. Vienen a Mí con una taza, cuando Yo les abriría canales enteros por los que correría Mi amor sin cesar. Si ponen los ojos en Mí, me buscan primero a Mí, me ponen en primer lugar y se acercan a Mí con todo el corazón, rebosarán de Mi amor. Su taza no estará vacía, sino que rebosará y se desbordará de continuo. No tendrán su ínfima provisión personal, sino la abundante e inconmensurable provisión de Mi amor para compartir con los demás, derramar y dar. A medida que deis, se os dará. Por muchas aguas que vertáis, Yo os inundaré con muchas más, porque Yo y Mi amor no tenemos límite».

 

Como si se tratara de un hijo único

A todos Mis hijos los quiero por igual. A cada uno lo considero una joya muy valiosa. Quiero a cada uno como si no hubiera otro. Quiero a cada uno como si fuera Mi único vástago. Por eso, prodigo a cada uno amor, atención, afecto, provisión y protección como si se tratara de Mi único hijo.

Estoy consagrado a Mis hijos con una constancia infinita, como lo haría la madre de un solo hijo. Ella vela diligentemente por él, lo atiende, se encarga de enseñarle, de proveer para sus necesidades, de satisfacer su necesidad de ser amado, instruido e incentivado. Siente por él una gran admiración y se enorgullece de él, y halla inmenso gozo viéndolo crecer, madurar y llegar a ser lo que ella soñó. Así como una madre ama a su único hijo, amo Yo a cada uno de los Míos. Amo a cada uno como si no tuviera otro hijo, con gran cariño, entrega y atención.

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Todos los que son Míos te pertenecen, y me los has dado, para que me den gloria. Mientras estuve con ellos en este mundo, les dije muchas cosas para que estuvieran llenos de Mi alegría. Hazlos santos con Tu verdad; enséñales Tu palabra, la cual es verdad. Les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo estoy en ellos, y Tú estás en Mí. Que gocen de una unidad tan perfecta que el mundo sepa que Tú me enviaste y que los amas tanto como me amas a Mí.  Juan 17:10, 13, 17, 22-23[8]

Artículo publicado por primera vez en 1997. Adaptado y vuelto a publicar en febrero de 2014. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.


[1] NVI.

[2] NTV.

[3] NVI.

[4] Sarah Young, Jesus Calling (Nashville: Thomas Nelson, 2010).

[5] NTV.

[6] Salmo 23:5.

[7] 1 Corintios 13:13.

[8] NTV.

 

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