Quédate quieto

febrero 4, 2014

Recopilación

Guarda silencio ante el Señor, y espera en Él.  Salmo  37:7

*

¿Qué significa exactamente reposar en Jesús? Implica confiar en que una vez que le has pedido que te resuelva el problema o que te ayude con la tarea que tienes entre manos, Él se hará cargo de ello y cumplirá lo que le pediste. Supone confiar en que Él te indicará qué puedes hacer para que la situación mejore, en que te capacitará para hacer lo que está a tu alcance y en que hará lo demás, lo que tú no puedes hacer. Significa apartarse de los problemas o del trabajo, desconectarse de todo lo que hay alrededor y permitir que tu espíritu se fortalezca comulgando con Él.

En resumidas cuentas, descansar en Jesús implica encomendarle los asuntos y confiar en que Él se encargará del desenlace. De esa forma, no sientes tanto la presión, pues la carga la lleva Él, no tú. Aunque sigues ocupado, tu trabajo más importante es espiritual; consiste en orar, tener fe y confiar. Cuando te concentras en eso, activas ciertas fuerzas de la dimensión espiritual que tienen la capacidad de producir muchos más resultados en el plano físico.  María Fontaine

*

En quietud y confianza será vuestra fortaleza.  Isaías 30:15

*

Dios no se queda mirándome de lejos cuando me ve esforzándome por comunicarme. Le importo lo suficiente como para escucharme con muchísima atención. Traduce mis torpes palabras y escucha lo que en realidad quiero decir. Interpreta mis suspiros y mis vacilaciones como si se tratara de la más fina prosa.  Timothy Jones

*

Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.  Éxodo 33:14

*

Cierta vez, mi hijo pequeño asomó su cabecita por la puerta de mi estudio. Sabía que no debía interrumpirme en horas de trabajo. Y justamente por eso, no venía con la conciencia tranquila. Sin embargo, cuando me miró tan tiernamente con sus ojitos redondos de bebé y dijo: «Papi, si me das permiso para quedarme aquí contigo, prometo sentarme quietecito todo el tiempo»… creo que cualquiera que tenga corazón de padre entenderá por qué le di permiso para quedarse.

Esa breve experiencia me dio mucho que pensar. ¿Acaso no es así como tantas veces nos sentimos con relación a nuestro Padre Celestial? ¡Cómo nos gusta estar con Él, simplemente estar en Su presencia! Es más: ¡jamás lo molestamos, no importa cuándo ni con cuánta frecuencia comparecemos ante Él!  Ole Hallesby[1]

*

Echa sobre el Señor tu carga, y Él te sustentará.  Salmo 55:22

*

La paz no equivale a la ausencia de problemas sino a la presencia de Dios.  Anónimo

*

Es muy fácil que se nos llene la vida de estrés, presión y confusión. Sin embargo, podemos detenernos en cualquier momento y darnos una escapada a la presencia del Espíritu de Dios por medio de la oración y la meditación, y encontrar allí paz y renovación.  María Fontaine

*

Ay, corazón mío, ¡no te agites!
Su amor todo revés y toda pena aliviará;
tú tan solo ama, ama y ama, y sigue amando,
no pierdas la calma, que todo se arreglará.
Edith Willis Linn

*

¿Qué debe hacer el creyente en tiempos lúgubres? Guardar silencio y escuchar. Depositar su confianza en el nombre del Señor, apoyarse en su Dios. Quedarse quieto, como dice el versículo, quedarse quieto y escuchar. Lo primero que conviene hacer es no hacer nada, quedarse quieto. Aunque vaya a contrapelo de la naturaleza humana, es lo más atinado que podemos hacer. Un viejo adagio reza: «Cuando estés nervioso, no te apures». Dicho de otro modo, cuando no estés seguro de lo que debes hacer, no reacciones apresuradamente, a tientas y a ciegas, esperando que se dé lo mejor.

Quédate quieto y verás lo que hará Dios. Cuando nos serenamos y confiamos en Él, le damos oportunidad de obrar. Con frecuencia al preocuparnos le impedimos hacer todo lo que podría hacer. Si estamos distraídos y tenemos el espíritu turbado, no le dejamos hacer mucho por nosotros. La paz de Dios debe tranquilizarnos y dar reposo a nuestra alma.

Pon tu mano en la mano de Dios y déjate llevar por Él hacia el radiante sol de Su amor. Procura la quietud. Da lugar a que Él intervenga en tu favor. «Por nada estéis angustiados, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego aquietando nuestro espíritu delante de Él, con acción de gracias.Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús»[2].  Virginia Brandt Berg

*

Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo.  Hebreos 4:9, 11

*

Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar. …Y hallaréis descanso para vuestras almas, porque Mi yugo es fácil, y ligera Mi carga.  Mateo 11:28-30

*

¡Cuán divinamente dulce es acudir al lugar secreto de Su presencia y permanecer en Sus atrios!  David Brainerd (1718–1747)

*

No hay mejor lugar para renovarse mentalmente que el aposento de la oración, a solas con Dios. Cuando nos apartamos de las cosas temporales que nos distraen y nos hostigan, cuando nos presentamos ante Dios y fijamos la mente en las cosas de Él, Su poder transformador comienza a obrar en nosotros. Entonces cambiamos y nos renovamos.  Virginia Brandt Berg

*

Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas… correrán, y no se cansarán.  Isaías 40:31

*

Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.  1 Pedro 5:7

*

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.  Filipenses 4:7

*

Aprender a conocer a Jesús a tal punto que nos sintamos seguros cuando nos toque dejar nuestras dificultades en Sus manos. Conocer de esa manera a Jesús es requisito indispensable de toda auténtica oración. En esto, justamente, consiste el aprendizaje que derivamos del espíritu de la oración.

Es así como llegamos a conocer cada vez más profundamente a Jesús; nuestras oraciones se transforman en conversaciones serenas, confiadas y benditas con Él, nuestro mejor amigo, sobre las cosas que nos preocupan, ya sean nuestras propias necesidades o las de otros. Experimentamos una paz extraordinaria cuando ponemos nuestras dificultades, por grandes o pequeñas que sean, a cargo de Él, que no solo vela diligentemente por nuestro bienestar sino que además sabe lo que más nos conviene.

Nuestros ratos de oración se convertirán en remanso para nosotros sobre todo cuando por fin caigamos en la cuenta de que al hablarlo con Él, ya habremos hecho todo lo que está en nuestras manos. De ese momento en más, se lo habremos encargado a Él.

A solas con Jesús
aunque sea unos momentos,
¡cómo se calma mi alma
y lo que me ocurre entiendo!  Ole Hallesby (1879–1961)

*

Vas a obtener mejores resultados si pasas más tiempo en «el aposento»[3], a solas con Dios. A menos que guardes silencio y trates de buscar al Señor, ¿cómo pretendes recibir algo de Él? Estoy completamente convencido de que he recibido más cosas del Señor a solas y en silencio que de ninguna otra manera, porque así te puede hablar a ti solo, y tú le puedes prestar toda tu atención y la reverencia que se merece, y escuchas.

Hasta Jesús tenía que levantarse al alba, antes que Sus discípulos, y salir a caminar por las colinas o subir al monte para encontrarse a solas con Dios y recibir instrucciones de Su Padre[4]. ¡Si el mismo Jesús tenía que hacerlo, cuánto más nosotros!

Para escuchar al Señor tendrás que guardar silencio a solas en algún lugar, de alguna manera y en algún momento. Tienes que saber que eres incapaz de hacerlo, sentirte francamente desesperado por obtener respuesta de Dios, ¡parar todo lo demás y escuchar!

(Oración:) Por tanto, Jesús, ayúdanos  a recordar que no podemos prescindir de la visión celestial que Tú das. Todos necesitamos pasar más tiempo a solas contigo para descansar acurrucados entre Tus brazos, disfrutar de Ti, tenerte solo a Ti para pensar y orar, y estar muy cerca de Ti sin ninguna otra distracción. Gracias, Jesús.  David Brandt Berg

*

Oh, alma atribulada, sometida a la vara,
tu Padre te dice, quédate quieta, tranquila;
aprende a guardar silencio ante tu Dios,
y deja que Él te moldee según Su voluntad.

Oh, alma que ora, quédate quieta, tranquila,
Dios no puede quebrantar Su palabra prometida.
Sumérgete en Su bendita voluntad
y espera con paciencia y Él hará.

Oh, alma, tú espera, quédate quieta, sé fuerte,
y aunque Él se demore, aprende a esperar;
no dudes, Dios nunca se tarda demasiado
ni llegará jamás tarde a Su cita.
Seleccionado por la Sra. Charles E. Cowman, autor anónimo

Publicado en Áncora en febrero de 2014. Traducción: Irene Quiti Vera y Antonia López.


[1] Ole Hallesby (1879–1961) fue un profesor cristiano, originario de Noruega, que pasó dos años en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Estos pasajes se tomaron de su libro Prayer (Oración), traducido al inglés por C. J. Carlsen y publicado en 1948.

[2] Filipenses 4:6–7.

[3] Mateo 6:6.

[4] Marcos 1:35.

 

Copyright © 2024 The Family International